CEOE y di¨¢logo social, ?una decisi¨®n sin costes?
Parece un hecho evidente: la CEOE ha hecho lo posible por impedir un acuerdo en el marco del llamado "di¨¢logo social". Es previsible entender que ha orientado su conducta sobre la base de una valoraci¨®n previa en la que no existen costes relevantes de la misma. Puede incluso aventurarse que la CEOE entiende que su decisi¨®n de boicotear el pacto social no tendr¨¢ ninguna repercusi¨®n negativa, ni en t¨¦rminos de opini¨®n p¨²blica ni desde el punto de vista pol¨ªtico ni, en fin, desde la perspectiva social.
La conducta de la patronal durante el proceso de negociaci¨®n ha buscado la imposici¨®n de un programa de m¨¢ximos que se resum¨ªa sustancialmente en la descapitalizaci¨®n del sistema de Seguridad Social para rebajar de forma decisiva el coste laboral de las empresas y en la descausalizaci¨®n del despido junto con su abaratamiento. La CEOE sabe que, frente a lo que hubiera ocurrido a la inversa, en el caso de que los sindicatos hubieran impuesto como condici¨®n para la negociaci¨®n un programa de m¨¢ximos de respeto y fortalecimiento de los derechos de los trabajadores, ning¨²n medio de comunicaci¨®n va a colocarles en el punto de mira de sus cr¨ªticas. No habr¨¢ reflexiones sobre la insolidaridad de una asociaci¨®n representativa de unos intereses que han sido subsidiados y sostenidos por ingentes sumas dinerarias fruto del esfuerzo p¨²blico y que, a fin de cuentas, se sufragar¨¢n con la contribuci¨®n de todos los ciudadanos. Los medios de comunicaci¨®n afines y los poderosos creadores de opini¨®n no van a reprochar a la CEOE su actuaci¨®n. Ne touchez pas la femme blanche, dec¨ªa Marco Ferreri.
La patronal ha boicoteado el pacto. No le interesa una negociaci¨®n y un acuerdo a tres bandas
La patronal piensa que el Gobierno necesita el pacto social a toda costa y que, por consiguiente, puede venderlo muy caro. Ese alto precio lo cifra en la aceptaci¨®n de todas sus reivindicaciones, consciente sin embargo de que as¨ª hace imposible el acuerdo. No s¨®lo por la oposici¨®n sindical, sino por la p¨¦rdida de legitimaci¨®n pol¨ªtica del proyecto reformista del PSOE. Pero la CEOE no est¨¢ dirigida s¨®lo, como se ha dicho, a sostener el programa pol¨ªtico alternativo del PP, que exigir¨ªa que el Gobierno no pudiera encontrar un consenso en este tema. Como ya se?alan algunos dirigentes sindicales, la patronal quiere un cambio de modelo.
No le interesa el di¨¢logo social con acuerdos a tres en un proceso p¨²blico de negociaci¨®n. Prefiere una estrategia de consulta, no p¨²blica, en la que la patronal (mejor, los distintos sectores de la patronal) funcionen como lobby con el Gobierno. Piensa, adem¨¢s, que esa posici¨®n de derribo del esquema de concertaci¨®n no le va a reportar ning¨²n coste. Que el Gobierno no se atrever¨¢ a legislar no ya contra sus reivindicaciones expresadas, sino al margen de las mismas. Es decir, que aunque no haya acuerdo, el Gobierno no va a intervenir en un sentido contrario a las directrices de la CEOE, no va a traspasar en ning¨²n momento las "l¨ªneas rojas" que ha trazado la plataforma reivindicativa de los empresarios. Al contrario, cualquier norma gubernativa posible incorporar¨¢, necesariamente, alguna de las reivindicaciones patronales, de manera que, a¨²n sin acuerdo, el poder p¨²blico no puede sino aceptar aspectos centrales de la propuesta del empresariado. La fuerza de la posici¨®n patronal es tal que no requiere entrar formalmente en un proceso de negociaci¨®n.
Tampoco cree la asociaci¨®n patronal que la ruptura del di¨¢logo social le genere un coste en t¨¦rminos de conflicto. Piensa, como alg¨²n famoso pol¨ªtico espa?ol, que el sindicalismo confederal es m¨¢s peronista que socialdem¨®crata y que, por tanto, est¨¢ m¨¢s preparado para organizar un conflicto puntual frente al poder p¨²blico que para sostener un tiempo de presi¨®n colectiva ante el poder privado de las empresas. Contra lo que temen sus organizaciones territoriales provinciales, cree que las grandes empresas y los sectores productivos importantes son indemnes a la conflictividad sindical y a los efectos de la huelga.
Abonan esta idea la pacificaci¨®n consuetudinaria de empresas anta?o p¨²blicas o sectores estrat¨¦gicos como la Banca, donde una generaci¨®n de trabajadores no conoce lo que es una huelga o una medida de presi¨®n. Y que otros sectores y empresas -entre ellas la del propio presidente de la patronal, que puede impunemente evadir sus obligaciones salariales sin encontrar respuesta sindical- carecen de capacidad de reacci¨®n porque en ellas la organizaci¨®n sindical es d¨¦bil e inexistente.
La CEOE entiende que su decisi¨®n no tiene costes medi¨¢ticos, pol¨ªticos ni sociales. El problema de estos juicios de valor es que deben ser avalados por la realidad. Porque si la opini¨®n p¨²blica entiende mayoritariamente que la actitud de la patronal es ego¨ªsta, insolidaria y execrable en tiempos de crisis, el Gobierno decide legislar sobre la base de las propuestas propias y de los sindicatos, sin recoger las reivindicaciones de la CEOE, y los sindicatos son capaces de articular un oto?o conflictivo en todos los sectores en defensa del poder adquisitivo de los salarios y del respeto de los derechos b¨¢sicos de los trabajadores, se demostrar¨¢ el error profundo en el que ha incurrido la CEOE y los da?os inevitables que esta acci¨®n inoportuna genera a la propia clase empresarial. Se trata de una apuesta crucial en la que se juegan demasiadas cosas, entre ellas, la propia subsistencia de la legitimaci¨®n social de la regulaci¨®n de las relaciones laborales espa?olas en su conjunto.
Antonio Baylos es catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla-La Mancha.
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