Barenboim en el atril de la paz
West Eastern Divan, la orquesta de m¨²sicos israel¨ªes y palestinos fundada por el gran director jud¨ªo y por el escritor Edward Said, cumple diez a?os e inicia su gira europea
Era un sue?o m¨¢s que noble hace 10 a?os. Hoy es una realidad que crece, madura y ense?a a sus miembros a reflexionar sobre uno de los conflictos m¨¢s desesperantes de la historia reciente: el de Oriente Pr¨®ximo. Cuando el intelectual palestino Edward Said y el m¨²sico jud¨ªo Daniel Barenboim concibieron el West-Eastern Divan, pudieron pensar que ser¨ªa bonito intentarlo al menos una vez. Juntar m¨²sicos israel¨ªes y palestinos para demostrar lo que pueden hacer juntos y no les dejan: convivir.
Es una pena que Said muriera en 2003. Hoy estar¨ªa orgulloso de lo que su amigo Barenboim y su viuda Mariam han conseguido: una orquesta de altura y unos chicos que ya no se miran unos a otros como una amenaza. Un proyecto vivo que saca los colores a los Gobiernos de la zona y demuestra algo muy simple: aunque los mandatarios se empe?en en demostrar que palestinos e israel¨ªes no pueden construir nada juntos, su obcecaci¨®n no es cierta. No hay nada m¨¢s que ver a estos j¨®venes tocar al un¨ªsono una sinfon¨ªa de Mahler o Chaikovski. En eso, sencillamente, consiste su profunda provocaci¨®n.
La gira pasar¨¢ por Sevilla, Madrid, San Sebasti¨¢n, Salzburgo, Bayreuth y Londres
"Un momento duro fue la ¨²ltima guerra del L¨ªbano", dice una violinista israel¨ª
Tras una d¨¦cada de trabajo, al Divan le ha llegado la madurez. Pero tambi¨¦n cierta frustraci¨®n. "En el terreno musical, nuestro avance ha sido impensable. En cuanto al conflicto, estamos muy desilusionados", asegura Daniel Barenboim, que estos d¨ªas ensaya con los 103 chicos de la orquesta en Pilas (Sevilla). All¨ª se han juntado como cada verano -con la subvenci¨®n y el apoyo de la Junta de Andaluc¨ªa, que apadrina el proyecto desde 2002- los j¨®venes de entre 12 y 31 a?os que forman el grupo en el que conviven espa?oles, ¨¢rabes de L¨ªbano, Jordania, Egipto o Siria, adem¨¢s de palestinos e israel¨ªes.
Parecen cansados. El maestro les hace trabajar de lo lindo. Desayuno, ensayo. Comida, ensayo. Cena y, quien quiera, m¨¢s ensayo en los talleres, instrumento por instrumento... O sesi¨®n con expertos para analizar claves del conflicto con las que discuten y tratan de acercar posiciones. Todo menos pelear. Salvo esas guerras con pistolas de agua que les sirven para refrescar los 40 grados de justicia que les caen encima. As¨ª m¨¢s de un mes. M¨²sica y div¨¢n. Beethoven, Wagner, Berlioz y un poco de Freud. Con una gira incluida. Una gira por algunos lugares donde s¨®lo se acogen grandes orquestas. Empiezan el d¨ªa 2 y 3 en Sevilla, siguen el 5 en Madrid y el 6 por San Sebasti¨¢n. De ah¨ª viajar¨¢n a G¨¦nova, a los festivales de Salzburgo y Bayreuth y a los Proms de Londres.
Alternan un programa apretado y dif¨ªcil con la ¨®pera Fidelio, versi¨®n concierto y solistas de la altura de Waltraud Meier, Peter Mattei o Adriana Kucerova; la Sinfon¨ªa Fant¨¢stica, de Berlioz, "una pieza que cambi¨® la historia de la m¨²sica", asegura Barenboim; los Preludios de Liszt; alg¨²n pasaje de Trist¨¢n e Isolda, "Wagner lo tocan con toda naturalidad", comenta el director; Berg, Schoenberg y una sesi¨®n dedicada a Pierre Boulez que ¨¦l dirigir¨¢ altern¨¢ndose con Barenboim en Salzburgo.
Con todo eso en cartera, toca trabajar duro. El maestro no pasa una. Es obsesivo, perfeccionista, intransigente con los retrasos y las ausencias. "Si est¨¢is aqu¨ª es para ir m¨¢s all¨¢ del resto. El Divan no es algo profesional. Si hab¨¦is venido creyendo que despu¨¦s vais a conseguir audiciones para grandes orquestas os hab¨¦is equivocado de sitio. Esto va mucho m¨¢s all¨¢", les comenta, como un aut¨¦ntico general de este arm¨®nico ej¨¦rcito de la paz.
Eso en cuanto a la necesaria concienciaci¨®n. Pero tambi¨¦n es tremendamente puntilloso con la m¨²sica. No negocia con los ritmos, con las entradas a deshora, con el tempo: "?Pod¨¦is so?ar con el sonido, pero no con el tempo! ?No os durm¨¢is con el tempo!", les indica. "?A ver esas violas! ?No s¨¦ d¨®nde est¨¢is este a?o!".
Trabajar a fondo con ¨¦l les trae a cuenta. Lo dicen los espa?oles Pablo Martos, viol¨ªn, y Rub¨¦n Fornell, contrabajo, de 31 y 18 a?os respectivamente. Veterano y novato. "Lo que aprendes en los ensayos no tiene precio", comentan en un descanso, mientras reponen sus m¨²sculos de la tensi¨®n. Es un privilegio. Pese a las broncas y las obligadas visitas al fisioterapeuta -que no da abasto estos d¨ªas-, lo saben llevar. "?Te voy a matar como vuelvas a entrar mal!", le espeta Barenboim a Nabeel Aboud Ashkar, palestino de Nazaret, experimentado miembro del Divan con 27 a?os. "Me har¨¢ alguien muy famoso", responde ¨¦l, con guasa, ante la carcajada de sus colegas y la del propio Barenboim, desarmado.
Nabeel cree ciegamente en el Divan. Tanto que se ha encargado de proveerlo de sangre joven. Tres alumnos suyos del conservatorio de Nazaret han entrado este a?o en la orquesta. Tienen 12, 13 y 16 a?os. No van a la zaga de los mayores. "Este a?o hemos empezado a gran nivel. En la m¨²sica hemos hecho progresos alucinantes". Lo otro va m¨¢s lento. "Para comprender todo en su dimensi¨®n b¨¢sica hemos tardado seis, siete a?os", comenta Nabeel.
Ahora sin embargo, todo es mucho m¨¢s f¨¢cil. Ha surgido la amistad entre muchos de ellos. Saben como lidiar con la tensi¨®n constante. Lo cuenta Sharon Cohen, israel¨ª de 26 a?os, violinista: "Un momento duro fue la ¨²ltima guerra del L¨ªbano. ?ramos incapaces de redactar una declaraci¨®n. Nadie se pon¨ªa de acuerdo. Pero aquello sirvi¨® para superar cosas que han venido despu¨¦s, como lo de Gaza este a?o. En esa ocasi¨®n tambi¨¦n salimos con un comunicado. Pero no hubo ning¨²n problema. La primera versi¨®n nos pareci¨® a todos bell¨ªsima y muy acertada".
Los terribles bombardeos de Gaza a principios de a?o supusieron toda una prueba de fuego para los miembros del Divan. Les cogi¨® en una gira poco habitual, fuera del verano. Hab¨ªan decidido hacer una en enero para celebrar el 10? aniversario. "La situaci¨®n era terrible y les dije que si quer¨ªan irse, pod¨ªan hacerlo", asegura Barenboim. "Nadie se fue". Es una prueba de la madurez que han alcanzado para su propia convivencia.
Aunque falten cosas, como comenta Ramzi Aburedwan, 30 a?os, viola y director de Al Kamandjati, un conservatorio de Ramallah creado por ¨¦l. "Si estoy aqu¨ª es para demostrar que cuando ambas partes estamos en igualdad de condiciones podemos hacer grandes cosas juntos. Pero tambi¨¦n para denunciar que hoy no ocurre eso en nuestra tierra. No puede imaginarse nadie c¨®mo nos tratan los israel¨ªes. No como a seres humanos, sino como a una amenaza permanente. Mientras sea as¨ª, no hay nada que hacer", afirma Ramzi.
Las cosas pueden cambiar en corto plazo. Hay fe en Obama. "Su discurso de El Cairo fue excepcional. Hist¨®rico. Ahora falta ver si el Departamento de Estado le deja llevar a cabo su pol¨ªtica", comenta Barenboim. Una pol¨ªtica que tiene como uno de sus faros a Edward Said. "Sab¨ªamos que lo le¨ªa y que acud¨ªa a sus conferencias. Obama no es el tipo de pol¨ªtico estadounidense que pronuncia un discurso basado en lo que sus asesores le han dicho la noche anterior. Conoce el drama palestino, es sensible a ¨¦l", asegura Marian Said.
La viuda del otro impulsor del Divan cree que en parte se ha cumplido su sue?o, aunque todav¨ªa falten cosas fundamentales. "Como por ejemplo, poder tocar en todos los pa¨ªses que cuentan con un miembro en la orquesta. Hasta ahora no lo hemos conseguido", dice Said. La incomprensi¨®n hacia el proyecto de algunos gobiernos de la zona, duele. Aunque va desapareciendo, poco a poco, cree el propio Barenboim.
Pero lo m¨¢s importante se va cumpliendo: "La idea de Edward era romper barreras. Fomentar el conocimiento mutuo. Coexistir, aprender a vivir unos con otros". Nada de pol¨ªtica, dec¨ªa. "Cre¨ªa que no deb¨ªa ser un proyecto que tuviera que ver con los gobiernos en conflicto, ni siquiera con el proceso de paz. Era algo human¨ªstico, educativo".
As¨ª lo ve Waltraud Meier, una asidua al Divan desde hace cuatro a?os. "Las orquestas profesionales, tocan por cumplir sus contratos, a estos j¨®venes sencillamente les va la vida en ello. Esa es la diferencia, por eso repito", comenta la gran cantante alemana. M¨¢s con una obra como Fidelio, ideal para la causa, que Barenboim y alg¨²n experto como Michael Steinberg, director del Cogut Center for Humanities y profesor de la Universidad de Brown (Boston), desmenuzan en cada ensayo. "Fidelio no s¨®lo trata el ansia de libertad exterior. Tambi¨¦n el interior. Es la m¨¢xima expresi¨®n del esp¨ªritu libre. Ense?a a afrontar la vida sin prejuicios", asegura Meier. Justo lo que necesita el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, romper barreras, tab¨²es y desconocimiento mutuo: "A veces lo m¨¢s dif¨ªcil de todo es caer en lo m¨¢s obvio", asegura la cantante.
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