Cea lucha por resucitar a los siete "m¨¢rtires" de Oseira
El alcalde rechaza homenajear a los asesinados en 1909
Oseira tiene su particular memoria hist¨®rica amarrada al silencio. El pueblo ha sellado su boca durante un siglo y se ha tragado el dolor de una matanza popular como si se tragara un sapo. En abril de 1909 los poderes reales (Iglesia y Estado) ordenaron disparar contra los vecinos, sobre todo mujeres y ni?os, que se hab¨ªan congregado masivamente en la iglesia del convento. Se opon¨ªan as¨ª al traslado de un baldaquino barroco del siglo XVII que el obispo Eustaquio Ilundain quer¨ªa llevarse a otra parte, como a otra parte se hab¨ªan llevado ya los prebostes las piezas de valor del convento.
Ante la terquedad del pueblo, el obispo reclam¨® la presencia de la Guardia Civil y ¨¦sta abri¨® fuego. Mat¨® a siete vecinos (entre ellos una mujer embarazada y una ni?a) y dej¨® un reguero de heridos al ritmo de sus balas.
Entre los vecinos fallecidos estaban una ni?a y una mujer embarazada
Particulares pedir¨¢n al Vaticano "la beatificaci¨®n" de las v¨ªctimas
La masacre, y antes el conflicto, fue portada en la prensa gallega, espa?ola e hispanoamericana; gener¨® debates parlamentarios en el gobierno de Maura; inspir¨® personajes y alusiones en novelas de Blanco Amor; provoc¨® alguna dimisi¨®n y hasta Murgu¨ªa se pronunci¨® al respecto. Despu¨¦s se hizo el olvido.
El pasado abril, los vecinos descendientes de aquellos masacrados propusieron al alcalde de Cea, Jos¨¦ Luis Valladares, (del PP) levantar el silencio. Ped¨ªan la implicaci¨®n del ayuntamiento para organizar un reconocimiento popular a las v¨ªctimas: "el desagravio un siglo despu¨¦s". Pero el alcalde se ha desmarcado para "no molestar a nadie", aunque en Oseira nadie sabe de nadie que se d¨¦ por molestado, constatan socialistas y nacionalistas.
"Vamos a ir al Vaticano a pedir la beatificaci¨®n de los m¨¢rtires de Oseira, que repare el Papa el agravio". Lo cuenta alto y claro al otro lado del tel¨¦fono, desde su domicilio de Madrid, el veterano productor de cine nacido en Var¨®n, pr¨®ximo a Oseira, Ismael Gonz¨¢lez. Ha escrito una obra teatral, O Barco da memoria esquecida, en recuerdo del "crimen de Oseira" y, ante la falta de colaboraci¨®n municipal, est¨¢ promoviendo una colecta para que el vecindario se haga con una peque?a parcela en la que quepa un monumento y una placa al lado del monasterio. "Es para poner los nombres de los 7 m¨¢rtires; llevaremos una piedra labrada en un carro de bueyes desde A Madalena" explica. Su previsi¨®n es m¨¢s amplia: "Plantaremos siete ¨¦rbedos -madro?os- hijos de los que antes hab¨ªa en O Carballi?o". Y a¨²n m¨¢s: "Queremos celebrar todos los meses de abril un festival por la paz de los pueblos oprimidos".
Gonz¨¢lez no para. Para conseguir su objetivo ha puesto en marcha una asociaci¨®n, La hermandad de los m¨¢rtires de Oseira, que "ya tiene 82 socios y los estatutos redactados" y asegura que vendr¨¢ este agosto a rodar un documental.
Oseira fue obligado a silenciar su matanza durante un siglo. El historiador Emilio Fern¨¢ndez V¨¢zquez lo dejaba claro en el art¨ªculo publicado en julio de 2002 en la revista ?gora do Orcell¨®n que edita el Instituto de Estudios Carballi?eses. "Nunca se refirieron a estos horripilantes sucesos como los asesinatos, o la matanza... Hasta en esto fueron modestos; siempre dijeron las muertes", cuenta Fern¨¢ndez. "Los muertos", dicen a¨²n ahora, como si los hubiera matado la enfermedad o el tiempo y no la orden de abrir fuego de un obispo empecinado y de un arrojado teniente al mando de un sargento, dos cabos y 19 guardias civiles que a las 12 del mediod¨ªa del 22 de abril de 1909 orden¨® disparar contra el pueblo.
El art¨ªculo incluye las causas de las muertes que recoge el Diario de Sesiones de las Cortes: Mar¨ªa Paz Fern¨¢ndez, de 14 a?os, "el proyectil le perfor¨® un brazo, atraves¨¢ndole los pulmones y la aorta"; Manuela Gonz¨¢lez, de 28, "en su vientre llevaba dos criaturas y dejaba hija hu¨¦rfana. La bala le atraves¨® el ¨²tero rompi¨¦ndole la vejiga"; Jos¨¦ Moure, 60 a?os, "rotura de la vejiga y destrozo de la nalga". Para los de Oseira la resistencia pac¨ªfica por el baldaquino "era una cosa de principios, de afirmaci¨®n de la comunidad, de orgullo y amor propio, mientras que para el obispo y las autoridades era cosa de imposici¨®n, de autoritarismo y de hondo desprecio por los paisanos", resum¨ªa los hechos en un art¨ªculo de la ¨¦poca Torres Regueiro.
Los de Oseira pagaron con su sangre el baldaquino atribuido a Mateo de Prado. Pero 16 a?os despu¨¦s el nuevo p¨¢rroco se arm¨® de pico y pala para demolerlo. El cura fue encarcelado hasta que se enter¨® el nuevo obispo: tard¨® 3 horas en liberarlo. Para entonces los vecinos ya estaban callados.
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