Egipto oculta al Doctor Muerte
El hijo del Carnicero de Mauthausen relata a EL PA?S la b¨²squeda de su padre
Los sabuesos de Joachim Sch?ck, el polic¨ªa de Stuttgart que dirige la b¨²squeda del criminal nazi m¨¢s perseguido en Alemania, han regresado de El Cairo con las manos vac¨ªas. Las autoridades egipcias no les han permitido interrogar a los testigos que durante 30 a?os convivieron con Tarek Husein Farid, un hombre alto y atl¨¦tico que bajo ese nombre ocult¨® su verdadera identidad: Aribert Ferdinand Heim, Doctor Muerte, m¨¦dico en los campos de exterminio de Mauthausen, donde hubo 8.000 espa?oles presos, Buchenwald y Sachsenhausen.
La ¨²ltima pista sobre el criminal nazi, acusado de matar en su consulta a m¨¢s de 300 prisioneros a los que somet¨ªa a sus retorcidos experimentos, conduce hasta el hotel Kasr el Medina en El Cairo, propiedad de la familia Doma. Hasta all¨ª han viajado los polic¨ªas de la unidad de fugitivos que dirige el agente Sch?ck en el curso de una comisi¨®n rogatoria de un juzgado alem¨¢n que intenta determinar si Heim muri¨® en 1992 en una habitaci¨®n de este establecimiento en los brazos de su hijo R¨¹diger, de 53 a?os, el familiar que ha revelado el misterio de una de las personas m¨¢s odiadas y buscadas del planeta.
La polic¨ªa alemana viaja a El Cairo sin ¨¦xito para certificar la muerte del nazi
"Han vuelto sin nada. No les dejan ver ni interrogar a los testigos"
Heim se convirti¨® al islam. Nadie sabe d¨®nde se enterr¨® su cad¨¢ver en 1992
"He dicho la verdad. He contado c¨®mo, d¨®nde y cu¨¢ndo muri¨®"
El 23 de julio el agente Sch?ck se entrevist¨® con R¨¹diger Heim, residente en Baden Baden (Alemania), y le comunic¨® el resultado de su viaje a El Cairo. "Han vuelto sin nada. La polic¨ªa egipcia no les ha permitido interrogar a los empleados del hotel donde residi¨® mi padre, ni al doctor que le atendi¨® en su enfermedad o al oficial que certific¨® su muerte. Tampoco han podido leer las declaraciones tomadas por la propia polic¨ªa de ese pa¨ªs a estos testigos", dice el hijo de Heim en una conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S.
R¨¹diger Heim asegura que la polic¨ªa egipcia ha comunicado a la delegaci¨®n policial alemana en El Cairo que no han logrado acreditar que el Doctor Muerte se hubiera convertido al islam y que tampoco han encontrado un documento oficial que demuestre su permiso de residencia en ese pa¨ªs. "Han vuelto s¨®lo con la promesa de que en el futuro les facilitar¨¢n las declaraciones por escrito de los testigos. Yo no puedo hacer m¨¢s. He dicho la verdad, he contado c¨®mo, donde y cuando muri¨® mi padre. ?Por qu¨¦ Egipto pone tantas pegas para verificar mi versi¨®n? Parece que les incomoda la verdad", se queja el hijo del m¨¦dico austriaco.
Y ¨¦l mismo ofrece una respuesta: "Quieren ganar tiempo porque es una mala publicidad para el pa¨ªs haber sido el protector, durante casi 30 a?os, del ¨²ltimo criminal nazi que asesin¨® a miles de jud¨ªos. No dan facilidades porque ya es una cuesti¨®n pol¨ªtica".
R¨¹diger Heim, que se dedica a rehabilitar edificios, asegura que su padre huy¨® de Alemania en 1962, un a?o despu¨¦s de que se emitiera una orden de detenci¨®n, recorri¨® Francia y Espa?a en coche y cruz¨® el Estrecho hasta Marruecos. Desde all¨ª entr¨® en Egipto donde residi¨® hasta su fallecimiento. El criminal nazi residi¨® en el hotel de la familia Dona en El Cairo y trabaj¨® como m¨¦dico para la polic¨ªa egipcia, lo que explicar¨ªa las reticencias que las autoridades de ese pa¨ªs han puesto a la delegaci¨®n policial alemana.
Seg¨²n el relato de su hijo se convirti¨® al islam en la famosa mezquita de Al Azhar y se hizo llamar Tarek Husein Farid. Hay una carta de identidad egipcia a nombre de Tarek con la fotograf¨ªa del miembro de las SS, su fecha de nacimiento, 28 de junio de 1914, y el n¨²mero correcto del pasaporte alem¨¢n, documento que apareci¨® en una vieja maleta en el hotel de los Doma y que un abogado entreg¨® a los investigadores del polic¨ªa alem¨¢n Joachim Sch?ck. "Ahora, la polic¨ªa egipcia ha dicho a sus colegas alemanes que no encuentran en sus archivos el certificado oficial de ese permiso de residencia", explica el hijo del nazi.
R¨¹diger relata las circunstancias del fallecimiento de su padre. "Tarek Husein existi¨®. Yo estuve con ¨¦l en 1986, 1990 y 1992, en aquel cuarto viejo del hotel de los Doma. Muri¨® el 10 de agosto de 1992, el mismo d¨ªa que terminaban las Olimpiadas. Estaba muy enfermo, padec¨ªa un c¨¢ncer de recto, y se durmi¨® frente al televisor. Hay m¨²ltiples testigos: el m¨¦dico que le asisti¨®, las dos personas que lavaron su cuerpo, el oficial del barrio que certific¨® su muerte, los m¨¦dicos de guardia del hospital universitario de El Cairo adonde llev¨¦ su cuerpo para donarlo a la ciencia. Esa fue su ¨²ltima voluntad".
La existencia de estos y otros testigos est¨¢ acreditada por testimonios independientes, ya nadie discute que el Carnicero de Mauthausen se refugi¨® en El Cairo, pero nada se sabe de su cad¨¢ver, una prueba decisiva para certificar mediante an¨¢lisis de ADN la muerte del hombre que decoraba su despacho con los cr¨¢neos de sus v¨ªctimas.
R¨¹diger asegura que la ¨²ltima vez que vio a su padre fue en una c¨¢mara frigor¨ªfica de aquel hospital universitario, pero que al regresar a El Cairo tres a?os despu¨¦s se enter¨® de que su padre hab¨ªa sido enterrado en un cementerio de an¨®nimos. Y lo explica as¨ª: "Su cad¨¢ver no se pudo utilizar para la ciencia porque la ley isl¨¢mica lo proh¨ªbe y un juez decidi¨® su entierro. No s¨¦ donde est¨¢, pregunt¨¦ a varias personas, pero nadie me lo aclar¨®. Ahora la polic¨ªa alemana cree que es casi imposible encontrarlo. Un juez deber¨ªa autorizar que se hurgara en los cementerios de pobres y en esos pa¨ªses musulmanes esa tarea no es nada f¨¢cil. Los agentes alemanes me han confesado que tienen pocas esperanzas".
Un tribunal en Berl¨ªn, creado por los aliados al terminar la II Guerra Mundial y facultado para expropiar a viejos nazis, retiene 777.000 euros embargados en 1988 en Alemania al criminal nazi. Su fortuna proviene de la venta de un edificio propiedad del ginec¨®logo. La familia de Heim, su esposa e hijos, se enteraron de la existencia de esta cuenta en marzo de 1997 cuando, seg¨²n su relato, les telefone¨® Alexander Dettling, el polic¨ªa de Stuttgart que dirig¨ªa entonces la b¨²squeda.
Durante a?os R¨¹diger neg¨® conocer el paradero de su padre. La ¨²ltima vez que lo hizo fue a este peri¨®dico en diciembre durante una investigaci¨®n sobre la fortuna de su padre. Nunca ha explicado el por qu¨¦ de su cambio de actitud, un giro que le llev¨® a escribir en marzo a un tribunal de Berl¨ªn para comunicarles el ¨®bito de Aribert en Egipto. "Les expliqu¨¦ las circunstancias de su muerte y me han respondido que se liberar¨¢ su dinero cuando la polic¨ªa certifique el fallecimiento. No tenemos inter¨¦s econ¨®mico y si alguna vez nos lo entregan lo donaremos a las v¨ªctimas", promete su hijo.
El misterio del doctor acusado de inyectar veneno en el coraz¨®n de sus v¨ªctimas sigue vivo. Su esposa, una amable anciana que descuelga el tel¨¦fono en su casa de Baden Baden, lo conoci¨® en 1948 y un a?o despu¨¦s se casaron. Los dos trabajaron como ginec¨®logos hasta su fuga. Se divorciaron cinco a?os despu¨¦s, en 1967, y desde hace d¨¦cadas ella mantiene una nueva relaci¨®n sentimental.
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