Entre Pinto y los envidiosos
Parece bastante aceptado por todos que los espa?oles somos grandes envidiosos y que esta envidia pasa de padres a hijos como el pelo rubio o los ojos casta?os, y s¨®lo algunos santos o sabios muy sabios han logrado librarse de dicha lacra, que no nos deja disfrutar a gusto de la vida. ?Qu¨¦ envidia dan los que no sienten envidia! Conozco gente que se ha marchado a vivir a otros pa¨ªses huyendo de la envidia de sus colegas y a veces incluso de la propia porque ojos que no ven coraz¨®n que no siente c¨®mo prosperan otros. Cu¨¢ntos caminos profesionales ha cortado la maldita bestia, y sentimentales y de todo tipo. "Que le den" es la ¨²ltima frase castiza que resume el desd¨¦n hacia el envidiado, ese ser merecedor de que lo machaquen. ?Por qu¨¦? ?Porque es poderoso? ?Rico? ?Porque es guapo? A veces s¨ª y a veces no, la envidia no siempre es tan l¨®gica. En ocasiones basta con que alguien no se sienta derrotado o que en sus ojos asome un punto de orgullo. ?Qu¨¦ se creer¨¢ ¨¦sta? ?Qu¨¦ se creer¨¢ ¨¦ste?, piensa el monstruo verde de fuerza portentosa. Y lo m¨¢s llamativo es que no por tenerlo todo se est¨¢ curado, siempre hay algo que se escapa. Puede bastar con que alguien haga gala de una sonrisa espl¨¦ndida o que sepa contar chistes para que caiga sobre ¨¦l uno de los sentimientos m¨¢s complejos e inagotables con el que se han creado nuestros mejores mitos y tragedias.
El mundo del deporte tendr¨ªa que hacer un curso de 'domina tu envidia' para que se apuntase Armstrong
Federer tampoco lo llev¨® bien al perder en Australia, donde agu¨® con sus l¨¢grimas el ¨¦xito de Nadal
La envidia, los celos, ?d¨®nde est¨¢ la frontera? Pero a lo que aspira el gran envidioso, el envidioso de raza, es a despertar envidia en los dem¨¢s, aspira a hacer todo lo suyo tan deseable que duela. Desea ver reflejada su debilidad en otros, aunque sin que se den cuenta porque entonces podr¨ªan manipularle. No estar¨ªa mal que del mismo modo que se hacen estudios sobre los h¨¢bitos sexuales o de lectura de la poblaci¨®n se hiciera tambi¨¦n sobre la costumbre de envidiar. Quiz¨¢ servir¨ªa para conocernos mejor. La envidia mueve el mundo.
En el fondo, todos nos comportamos como ese escritor que tras un ¨¦xito sonado entraba cojeando en el caf¨¦ para enga?ar al monstruo. Un monstruo, casi un animal dom¨¦stico para los espa?oles, con el que sabemos convivir y torearle cuando es necesario. Y tendr¨ªamos que perder mucho los nervios para descomponernos como Anastasia Davydova, estrella del equipo ruso de nataci¨®n sincronizada, y gritarle a las espa?olas que les hab¨ªan plagiado sus coreograf¨ªas. La costumbre de ganar, chicas, os ha hecho malas. Roger Federer tampoco lo llev¨® bien al perder en el Abierto de Australia del a?o pasado, en que agu¨® con sus abundantes l¨¢grimas el ¨¦xito de Nadal. ?Qu¨¦ inc¨®modo se lo pusiste, muchacho! Ning¨²n gran envidioso espa?ol habr¨ªa consentido que se le escapara la envidia por los ojos. Se te ha quedado cara de envidiosillo para los restos por mucho n¨²mero uno que ahora seas.
Est¨¢ visto que el mundo del deporte tendr¨ªa que hacer un cursillo de domina tu envidia para que se apuntase a ¨¦l Lance Armstrong. Otra vez la costumbre de ganar le ha nublado la raz¨®n a un gran campe¨®n. Alberto Contador, ese chico de Pinto, que se ha hecho dos veces con el Tour, ha tenido que soportar una especie de envidia c¨®smica que consigui¨® que en el podio sonara el himno de Dinamarca en lugar del de Espa?a. Y eso que los envidiosos somos nosotros, no s¨¦ c¨®mo les llamar¨¢n en sus respectivos pa¨ªses a todos estos.
Por cierto, Casillas de M¨®stoles, Contador de Pinto, Pen¨¦lope Cruz de Alcobendas. La elite ya no est¨¢ en el centro, el talento est¨¢ ah¨ª afuera. Seguramente a partir de la haza?a de Contador mucha gente se animar¨¢ a visitar Pinto y a descubrir sus encantos. Est¨¢ situado al sur de la capital y tiene casi 50.000 habitantes. Linda al norte con Getafe y al sur con Torrej¨®n de Velasco y Valdemoro. Al este con San Mart¨ªn de la Vega y al oeste con Parla y Fuenlabrada. A¨²n llegamos a tiempo de disfrutar de las fiestas de su patrona, Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n, del 9 al 15 de agosto. Pero lo que de verdad me hace ilusi¨®n visitar es el Parque Arqueol¨®gico Gonzalo Arteaga, que francamente es como si me lo hubiese descubierto el mism¨ªsimo Alberto Contador. No sab¨ªa que a 20 kil¨®metros de mi casa pod¨ªa encontrarme con algo tan fascinante. Por la informaci¨®n de la p¨¢gina web se trata de un espacio donde vivir la prehistoria, con representaciones de arte rupestre, construcciones neol¨ªticas, romanas, todo tipo de objetos, juegos para ni?os, y va del Paleol¨ªtico a la ¨¦poca visigoda. ?Qu¨¦ envidia! No me lo pierdo, ser¨¢ la pr¨®xima salida que haga de casa en este caluroso verano.
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