Mar¨ªa Carrillo, la m¨¢s grande
No tuvo formaci¨®n teatral ninguna, solo su intuici¨®n y su autoridad en el escenario: "Yo he sido mi propio Stanislavski", dec¨ªa cuando le preguntaban al respecto. Luchadora, clara, r¨¢pida y pose¨ªda, sobre todo, por el teatro. Pudo haber sido la actriz -o la c¨®mica, como ella prefer¨ªa- m¨¢s fecunda de Europa. Pero su otra pasi¨®n la ancl¨® a este pa¨ªs: su familia. Era La Mamma, como lo fue en el escenario. Por eso rechaz¨® la invitaci¨®n de Edward Albee a llevar su Martha de ?Qui¨¦n teme a Virginia Woolf? a Broodway, cuando ¨¦ste la vio en el teatro Goya, junto a Diosdado, dirigida por Jos¨¦ Osuna. Junto a su Diego Hurtado, un hombre poco reconocido en nuestra reciente historia teatral, con el que se cas¨®, con apenas diecisiete a?os en el teatro Nacional de La Habana apadrinados por Alejandro Casona, form¨® una familia con cuatro hijas con las que si pod¨ªa viajaban juntos en las giras que con su propia compa?¨ªa recorr¨ªa toda Espa?a. Guardaba Mary el portal de bel¨¦n que en la habitaci¨®n del hotel montaba para que sus hijas tuvieran una navidad como el resto de las ni?as.
Tuvo cuatro hijas y una adoptada, Concha Velasco. Su admiraci¨®n era mutua. Concha logr¨® que Mary Carrillo volviera al teatro tras su anunciada retirada tras unos incidentes con otra actriz durante las funciones de La vieja se?orita del Para¨ªso, que Antonio Gala hab¨ªa escrito para ella. Ambas estrenaron Buenas noches, madre, de Marsha Mason, que fue un ¨¦xito indiscutible. Y un duelo entre dos grandes actrices. Eran los duelos interpretativos que hac¨ªan crecerse a la Carrillo. Duelo que a?os atr¨¢s tuvo con Amparo Bar¨®, en Los buenos d¨ªas perdidos, de Gala. Quiz¨¢ uno de sus m¨¢s grandes ¨¦xitos y la obra que m¨¢s veces represent¨®. La dirigi¨® Jos¨¦ Luis Alonso, que ten¨ªa serias dudas sobre si aceptar¨ªa el papel, que no era el protagonista, al ser una obra muy coral. Cuando acab¨® la lectura el autor ella pregunt¨® si podr¨ªa comer pipas en alg¨²n momento. Entr¨® comiendo pipas en su primera escena y recibi¨® la primera ovaci¨®n. Su duelo interpretativo con la Bar¨® era tan contundente, y tan positivo para la obra, que autor y director acud¨ªan muy a menudo al teatro para presenciarlo.
Su genio y su dominio en la escena lo tuvo desde el primer momento. Cuando apenas ten¨ªa catorce a?os ya le par¨® los p¨ªes a la actriz Hortensia Gelabert, esposa del gran Emilio Thuiller, con la que empez¨®, cuando ¨¦sta intento quitarle una escena de la obra de Pilar Mill¨¢n Astray, El juramento de la Primorosa. Dej¨® plantada a toda la compa?¨ªa y la Gelabert tuvo que pedirle perd¨®n. Luego se fue formando con Pepita D¨ªaz de Artigaqs y con Mar¨ªa Bass¨®, a la que le exigi¨® hacer la In¨¦s del Tenorio, dado que ella era bajita y gorda.
Diego Hurtado y Benavente, pulieron todo el potencial de una actriz sin l¨ªmites y ambos la dotaron de una de sus grandes cualidades interpretativas: la contenci¨®n. En una carta magistral que le dirigi¨® la actriz Pepita Serrador le escrib¨ªa "tu gran valor de actriz estriba en tu contenci¨®n. No dejes nunca de tener miedo". Y fue Benavente qui¨¦n la situ¨® como primera actriz con su comedia Nieve en Mayo. Luego vinieron Abdicaci¨®n, Servir, y Al amor hay que mandarlo al colegio. Apenas ten¨ªa veinticuatro a?os. Y en el Lara, con estos t¨ªtulos form¨® cabecera con Concha Catal¨¢, Rafael Rivelles y Mariano Asquerino. Nunca antes una jovenc¨ªsima actriz hab¨ªa ido por delante de semejante cartel.
En los primeros cincuenta entr¨® en la "Compa?¨ªa Lope de Vega", dirigida por Tamayo, donde interpreta lo m¨¢s importante del teatro espa?ol del Siglo de Oro y otros t¨ªtulos del teatro universal. Con La vida es sue?o, viaja a Par¨ªs y participa en el I Festival del Teatro de las Naciones, en 1954, y consigui¨® el Premio a la Mejor Interpretaci¨®n. Ese mismo a?o propone un texto a Tamayo que hab¨ªa localizado Diego Hurtado, La Alondra, de Jean Anouilh. Tamayo se entusiasmo y Hurtado la tradujo del ingl¨¦s y dio la adaptaci¨®n a Jos¨¦ Luis Alonso. Todas las actrices, incluida Lola Membrives, quer¨ªan hacer el papel. Algunas gratis.
Luego La Mamma, La enemiga y con ?ngel Fern¨¢ndez Montesinos, tambi¨¦n otro acontecimiento en su carrera teatral: Aurelia y sus hombres, de Alfonso Paso. En esta obra, con apenas siete minutos, de di¨¢logo al tel¨¦fono consigui¨® los aplausos m¨¢s grandes en un mutis que se recuerdan en el teatro espa?ol. Y por citar un ejemplo de lo inusitado de esta actriz, dirigida por su marido, hace el mon¨®logo m¨¢s premiado en el teatro, e incluso cuando P¨¦rez Puig lo llev¨® a televisi¨®n espa?ola: La muerte da un paso atr¨¢s, de Horacio Ruiz de la Fuente. A este texto la actriz insisti¨® en cambiar el final, un suicidio que era demasiado evidente. Con otro mon¨®logo de Jose Luis Alonso de Santos, Hora de visita, se retir¨® de la escena, tras m¨¢s de dos a?os de gira por toda Espa?a, donde fue homenajeada por todos los ayuntamientos, pe?as, sociedades, instituciones culturales que hab¨ªa en cada una de las ciudades visitadas. Su genio y su seguridad en lo que deb¨ªa o no hacer le llev¨® a negarse a determinados proyectos, como El Adefesio, de Alberti, que har¨ªa Mar¨ªa Casares, y que fue un fracaso como ella previno. O no hacer La Celestina, que no le gustaba o La Malquer¨ªda, que detestaba y que se sinti¨® obligada a hacer en un Estudio 1, dirigida por Vergel. Y s¨®lo por el debut de su hija Paloma acept¨® la Trotaconventos de ?Qui¨¦n quiere una copla del Arcipreste de Hita?, dirigida por Marsillach. Y, por salir al paso, jam¨¢s perteneci¨® a la Compa?¨ªa del Teatro Mar¨ªa Guerrero. S¨ª trabajo con Mariquita Guerrero, sobrina de la eximia actriz.
Durante m¨¢s de dos a?os, a finales de los 90, viaj¨¦ con la Carrillo por toda Espa?a dando unas conferencias dialogadas donde repas¨¢bamos su vida art¨ªstica, al tiempo que plante¨¢bamos la situaci¨®n del teatro espa?ol actual. Fue una iniciativa muy acertada que tuvo la Fundaci¨®n de la RESAD, para que los j¨®venes estudiantes de arte dram¨¢tico vivieran de cerca las experiencias y el proceso creativo de una actriz tan singular. A ellos no les interes¨®. Pero nos reclamaron de muchas ciudades. Y mis horas con la Carrillo son uno de los tesoros m¨¢s grandes de mi vida profesional.
El cine le dio oportunidades importantes. Marianela, El Pisito, Los santos inocentes y M¨¢s all¨¢ del Jard¨ªn, por el que recibi¨® el Goya a la mejor actriz secundaria. Esta alegr¨ªa fue empa?ada cuando la Academia de Cine neg¨® el premio a Concha Velasco, en uno de los ejercicios m¨¢s miserables que ha cometido esa instituci¨®n.
Tras dejar el teatro Mary se dedic¨® a muchas aficiones que ten¨ªa abandonadas por la interpretaci¨®n: a pintar, sobre todo, y a escribir. Escribi¨® una novela, una colecci¨®n de cuentos y sus memorias: Sobre la vida y el escenario.
Creo que sus palabras en las citadas memorias, de absoluta sinceridad, definen su paso, no solo por el escenario, sino por la vida, como en el t¨ªtulo del libro: "No he sido nunca una actriz preferida o se?alada por ninguna clase social. Nunca fui extremadamente elegante ni estuve al d¨ªa en una forma de vivir, ni siquiera en ademanes. En mi vida art¨ªstica ni sub¨ª al pin¨¢culo ni baj¨¦ a la sima...Estoy contenta de m¨ª misma y creo que he cumplido, como dec¨ªa el latino".
Mary Carrillo ha cogido el tren que la llevar¨¢ a la misma estaci¨®n en la que un d¨ªa encontr¨® a su querido Diego. Quiz¨¢s el mismo tren que los llev¨® juntos casi sesenta y cinco a?os. Pero ella ha sido la m¨¢s grande.
Andr¨¦s Pel¨¢ez es director del Museo Nacional del Teatro.
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