La supernaranja maldita
El propietario valenciano de un nuevo h¨ªbrido c¨ªtrico ceder¨¢ sus derechos a los Estados Unidos ante las extra?as dificultades que le acarrea
?lvaro Sanchis Sisternes tiene la sensaci¨®n de que molesta. Desde hace unos a?os, asegura, es v¨ªctima de un acoso implacable. Envenenan a su perro, entran en su casa, se la registran, le abren la caja fuerte y, sobre todo, sus campos de naranjas sufren toda suerte de sabotajes y ataques. Adem¨¢s, relata, lo han "dormido" tres veces y en una de ellas le hicieron "una excavaci¨®n en un ojo" por la que la doctora que lo atendi¨® en el hospital Llu¨ªs Alcany¨ªs de X¨¤tiva puso una denuncia. ?l tambi¨¦n ha llegado a poner "m¨¢s de cien", 22 de ellas al Seprona, aunque s¨®lo lo hace cuando puede probar hechos, ya que de lo contrario, afirma, creer¨ªan que no est¨¢ "bien de la cabeza".
El origen de estas tribulaciones se remonta a 1999, cuando descubri¨® que uno de sus naranjos de la variedad Valencia sufri¨® una mutaci¨®n espont¨¢nea que produjo un h¨ªbrido entre naranja y clementina con grandes posibilidades comerciales. Seg¨²n su descripci¨®n, se trata de un nuevo ¨¢rbol de tipo mandarino que produce un fruto sin semillas con un alto contenido de zumo y "sabor extradulce". Y lo mejor: llega fuera de temporada y puede recolectarse entre marzo y septiembre, meses en que no hay producci¨®n.
El propietario de la nueva variedad ha denunciado varios ataques a sus ¨¢rboles
Agricultura se?ala que la variedad tendr¨¢ que esperar unos cuatro a?os
Este agricultor de Canals llev¨® su "supernaranja", que llama alvari?a en honor a s¨ª mismo, al Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) en 2005 para que siguiera los tr¨¢mites habituales de evaluaci¨®n y an¨¢lisis, y a partir de aqu¨ª, afirma, comenzaron sus problemas.
El IVIA mostr¨® incredulidad y exigi¨® que un ingeniero agr¨®nomo comprobase el nuevo h¨ªbrido. Despu¨¦s de hacerlo, la Extensi¨®n Agraria de X¨¤tiva lo llev¨® al IVIA y el propietario pudo tramitar el registro de la nueva variedad en los Estados Unidos, que le fue concedido en 2007. Pero, a su expediente en el IVIA, explica, siempre "le faltaba algo" y se fue empantanando y eternizando. En 2007 volvi¨® a iniciar los tr¨¢mites y ha llegado a ir dos veces al IVIA con un notario para certificar que su h¨ªbrido sigue el curso oportuno y no est¨¢ siendo retardado. En este proceso ha utilizado una decena de abogados. "Pero acaban compr¨¢ndolos a todos", revela.
A partir de aqu¨ª, indica, empezaron a secarle los ¨¢rboles con productos qu¨ªmicos, como Oxamilo (un carbamato sist¨¦mico que se aplica s¨®lo en suelo), a romperle ramas, a entrar en su casa e incluso, asegura, a intervenirle su correo. "Detr¨¢s de esto no est¨¢ cualquiera", denuncia. Sanchis apunta hacia las grandes firmas del sector, a las que acusa de querer arrebatarle su "supernaranja". "Hay siete u ocho empresas complic¨¢ndome la vida", precisa, y, adem¨¢s, a?ade que tambi¨¦n sufre el vac¨ªo de los viveristas para que no pueda comercializar las plantas. ?l establece una conexi¨®n entre estas empresas y el IVIA, al que acusa de estar retrasando la comercializaci¨®n de los plantones.
La Consejer¨ªa de Agricultura, a la que pertenece el IVIA, asegura que la variedad ha sido injertada y que habr¨¢ que esperar a que produzca frutos para comprobar que son diferentes, estables y homog¨¦neos. Este proceso, seg¨²n Agricultura, puede tardar entre dos y cuatro a?os. Una vez cumplido, la Oficina de Variedades del Ministerio de Agricultura proceder¨¢ a su registro.
Sanchis es consciente de que lo tiene muy complicado porque el propio relato de lo que le sucede apunta a l¨ªnea de flotaci¨®n de su circunspecci¨®n. "Me han ido llevando hasta el borde del precipicio, por eso he tomado una determinaci¨®n", advierte. Teme que le ocurra "algo" y como en la Comunidad Valenciana se "lo cierran todo", ha decidido ceder los derechos de explotaci¨®n al Gobierno de los Estados Unidos. ?l pretend¨ªa explotar por s¨ª mismo la naranja mediante un plan en el que ning¨²n agricultor sobrepasase la cantidad de 2.000 ¨¢rboles, a fin de que el producto estuviera repartido y no lo acapararan las grandes empresas. Pero su idea se desvanece.
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