'Ben-Hur' a tama?o natural
Comienzan los ensayos de un ambicioso montaje basado en la pel¨ªcula - Mezcla de teatro y puro espect¨¢culo, la obra llegar¨¢ a Madrid y Barcelona este invierno
Sudor y sangre en la arena. Roma contra Judea, caballos negros contra blancos. A las riendas de las cuadrigas, Mesala y Jud¨¢ Ben-Hur; o lo que es lo mismo, Stephen Boyd y Charlton Heston. Veinte minutos de planos vertiginosos, sin m¨²sica. Un prodigio. ?C¨®mo lograr el mismo efecto en teatro? Franz Abraham, productor de la compa?¨ªa alemana Art Concerts (Carmina Burana Monumental Opera) y responsable del espect¨¢culo Ben-Hur Live, la traducci¨®n a las tres dimensiones del cl¨¢sico cinematogr¨¢fico, cree saberlo: "Cada cinco minutos debe suceder algo que el espectador no haya visto ni sentido nunca".
La novela de Lew Wallace fue musical de Broadway en 1899; lleg¨® en 1925 al cine; y en 1959 a las geniales manos de William Wyler. Del nuevo proyecto, que visitar¨¢ Barcelona y Madrid a finales de a?o, se encarga un equipo internacional acostumbrado a trabajar a gran escala. La partitura la firma Stewart Copeland, ex bater¨ªa de The Police y compositor de medio centenar de bandas sonoras, entre otras La ley de la calle, de Coppola. A la escenograf¨ªa, Ray Winkler (Circo del Sol) y Mark Fisher, que ha concebido el escenario de 360 grados de la ¨²ltima gira de U2.
Igual que en los conciertos de la banda irlandesa, los 15.000 espectadores pueden ver la acci¨®n desde cualquier punto del recinto gracias a unos decorados di¨¢fanos, armazones m¨®viles de 20 metros de alto. Las estructuras met¨¢licas se combinan con agilidad para cambiar de ambientaci¨®n: del mercado a las calles o al circo.
La ¨²ltima palabra, sin embargo, la tuvo un domador de caballos. Hasta que Nicki Pfeifer no dio el visto bueno, en enero de 2008, la idea que Abraham llevaba 15 a?os macerando (primero como combate naval, luego como carrera deportiva) no parec¨ªa factible. Faltaba la escena clave, sin la cual nada tiene sentido: la carrera de cuadrigas. Por fin, se confirm¨® que una veintena de caballos andaluces podr¨ªa surcar el estadio a gran velocidad.
Las cifras apabullan. Unos 6,5 millones de euros de inversi¨®n, 2.500 metros cuadrados de escenario, estructuras que tardan 24 horas en montarse, 60 camiones de transporte, 957 trajes de ¨¦poca. Cuatrocientos trabajadores, entre actores, aurigas, t¨¦cnicos que funcionan como extras, acr¨®batas y bailarines... ?bailarines? Es uno de los m¨²ltiples cambios con respecto a la pel¨ªcula. Tambi¨¦n var¨ªa la duraci¨®n. Se reduce a la mitad, 105 minutos, para favorecer a la acci¨®n (y seguramente agradar a un p¨²blico familiar). El gui¨®n se ha simplificado: ya no existe un subtexto homosexual. La trama se desarrolla r¨¢pido. Una voz en off narra los acontecimientos en el idioma del pa¨ªs que se visite; y los personajes dialogan en arameo y lat¨ªn. Se echa de menos alg¨²n pasaje memorable, pero a cambio se incorporan coreograf¨ªas muy coloristas.
Dentro de lo posible, se respeta el esp¨ªritu original: el pr¨ªncipe jud¨ªo condenado a galeras por la traici¨®n de su amigo de siempre, romano. En dos actos, 13 escenas, se narra una trama de venganza, fe y piedad. Con un poderoso aroma cl¨¢sico: carros de metal pesado, ruedas de madera, jarrones... todo se cuida con detalle.
Destaca el papel de la m¨²sica como resorte emocional. En el estudio de Stewart Copeland abundan instrumentos at¨ªpicos en una orquesta sinf¨®nica, como guitarras el¨¦ctricas o tambores de lata. Tambi¨¦n incorpora motivos orientales. Copeland creci¨® en L¨ªbano, pa¨ªs con el que establece un paralelismo: "La historia de Judea es la misma: los d¨¦biles sufren contra los fuertes". El director, Philip McKinley, ensalza la vigencia de Ben-Hur: "Se parece a lo que ha atravesado EE UU. Jud¨¢ ser¨ªa Obama; y Mesala, Bush".
A un mes y medio del estreno, el 15 de septiembre en Londres (26 de diciembre en Barcelona, 1 de enero en Madrid), queda trabajo. Los ensayos en D¨¹sseldorf (Alemania), a medio montar y sin vestuario, parecen m¨¢s de parque de atracciones. Cuando todo est¨¦ completo, promete ser algo grande. Aunque quiz¨¢ m¨¢s t¨¦cnico que art¨ªstico, m¨¢s propio de la MTV que del teatro cl¨¢sico. Abraham lo ve claro: "No estamos creando una obra hist¨®rica, sino puro espect¨¢culo".
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