Egipto gira en el coraz¨®n de Madrid
El grupo Egypt Folk Ensemble triunfa con su actuaci¨®n en el templo de Debod
Rodeado por una fosa de agua, bajo un atardecer rojizo, como el del desierto, un derviche gira sin cesar sobre s¨ª mismo ante la majestuosidad de un templo egipcio construido hace 2.200 a?os por un rey nubio para honrar al dios Am¨®n. Cinco hombres, todos de impoluto blanco y pertrechados con darbukkas (tambores), sagats (cr¨®talos) y rababas (instrumentos de cuerda egipcios), acompa?an cada una de sus vueltas. Al menos 3.000 personas siguen atentamente sus incesantes rotaciones de peonza. Entregados, boquiabiertos.
No se trataba de un viaje en el tiempo al antiguo imperio fara¨®nico, aunque ocurr¨ªa en el templo de Debod. Anoche, en pleno coraz¨®n de Madrid, los movimientos m¨ªsticos de Mohamed Al-Sayed y su grupo procedente de El Cairo, los Egypt Folk Ensemble, hicieron escala para ofrecer Sonidos del Nilo. "Siento que estoy cumpliendo mi sue?o y el de mi maestro (Chokry Mohamed) al actuar aqu¨ª. Este templo representa la tierra de donde vengo, en la tierra donde vivo", dec¨ªa Al-Sayed poco antes del concierto.
Cada golpe de las 'darbukkas' hace eco en las piedras del monumento
El p¨²blico abarrot¨® el recinto y sigui¨® el espect¨¢culo desde los alrededores
Cada golpe de las darbukkas, secos, penetrantes, hac¨ªa eco en las piedras del templo y calaba en los o¨ªdos del p¨²blico, que lejos de conformarse con las 1.500 sillas gratuitas dispuestas para disfrutar del espect¨¢culo, enmarcado en el ciclo de M¨²sicas del Mundo dentro festival de los Veranos de la Villa, abarrotaron tambi¨¦n el vallado del recinto triplicando el aforo inicial.
El fald¨®n del derviche nunca toca el suelo. Mientras, uno de los m¨²sicos, todos suf¨ªes (la corriente m¨¢s m¨ªstica del Islam) entona versos que mientan el nombre de Al¨¢. "El sufismo es una peque?a ventana entre oriente y occidente. Estamos saturados de los extremos del materialismo y del fundamentalismo. El sufismo es ese punto de uni¨®n", defiende Al-Sayed.
El p¨²blico aplaude entusiasmado cuando las faldones de colores que llevan los danzarines en el n¨²mero final cubren por completo sus cuerpos haciendo de s¨ª mismos una suerte de nave espacial de colores. Nadie puede evitar seguir el ritmo. "Son estupendos, y el entorno no pod¨ªa ser mejor", sentenciaba Olivia de Palacio, una espectadora. "Lo ¨²nico malo es que no se pod¨ªa ver bien", a?ad¨ªa su amiga Mar¨ªa ?ngeles.
Para la agregada cultural de la embajada de Egipto, Abeer Mohamed, un espect¨¢culo como este "permite al p¨²blico espa?ol conocer el folclore egipcio, pero no para romper barreras, porque entre los egipcios y los espa?oles, entre orientales y occidentales, nunca han existido barreras. Eso son cosas de los pol¨ªticos". "Adem¨¢s, este espect¨¢culo de hombres es muy desconocido, y no todo es baile del vientre", a?ad¨ªa en el templo de Debod.
El espect¨¢culo termina y el p¨²blico se deshace en aplausos. Olivia tambi¨¦n: "Es una belleza, me gustar¨ªa que vinieran el a?o que viene". "Insha-Al¨¢" (ojal¨¢), opina el artista.
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