El esp¨ªritu Ketama
Los Ketama marcaron durante a?os un modo de hacer la m¨²sica, de interpretar su origen combin¨¢ndolo tambi¨¦n con la m¨²sica del porvenir. Ya no existen como grupo, pero existen m¨¢s que nunca como hermanos. Los Hermanos Carmona
Juan Juan Carmona Amaya le lleva cinco a?os a su hermano Antonio. El primero naci¨® en Granada en 1960. Y en Granada naci¨® Antonio. Son hijos de Juan Habichuela. La madre es una referencia indispensable para los dos. Cuando les vimos, los hermanos Carmona bromeaban sobre qui¨¦n de los dos hac¨ªa ahora de padre. Uno le dijo al otro, de co?a:
-T¨ªo, ?que estoy harto de ser tu padre!
Ahora son m¨¢s hermanos que nunca. Cuando uno no hace de padre, lo hace el otro. ?se es el destino de ser hermanos, "nos entendemos s¨®lo con mirarnos; cuando a ¨¦l le hace falta algo, yo se lo doy, y ¨¦l sabe cuando tiene que ser al rev¨¦s".
Esas frases son intercambiables en los hermanos Carmona. Ellos lo dicen:
Los Carmona, orgullosos de encontrarse ahora como hermanos. Llegaron a aquellos ritmos "casi jugando"
"Siempre tiene que haber uno que ceda. Lo de los hermanos es como un matrimonio"
Antes curraban, ahora hablan. Antonio acaba de venir de Barcelona, de actuar con Pitingo, y Juan rasguea la guitarra; la noche antes de que nos recibieran en la casa de Antonio, junto a la piscina, descalzos, jugando a pegarse sentados en un balanc¨ªn, hab¨ªan estado cant¨¢ndose mutuamente en ese porche de ah¨ª, al fresco.
-Y esa es la gloria, sin p¨²blico, t¨² y tu hermano. ?Puede haber algo m¨¢s bonito?
Pudo haberlo. Fue Ketama. Naci¨® el grupo (en el que estaba tambi¨¦n su primo Jos¨¦ Miguel Carmona) en 1985 y se deshizo en 2004. En ese periodo de tiempo "est¨¢bamos estresados, viv¨ªamos para el p¨²blico, todo el d¨ªa en la carretera".
Pas¨® como dec¨ªa Pablo Neruda que sucede con las cosas rotas: nadie sabe c¨®mo se rompieron. Lo que queda es que son m¨¢s hermanos.
Hermanos, hasta para dar la mano: la dan igual, aprietan y enseguida sueltan, como si se guardaran la mano para la guitarra. Cuando Gorka Lejarcegi trata de convencerles de que no miren a la c¨¢mara, Antonio bromea con su nariz. "?No me saques de perfil!". Es una nariz noble y prominente, ya es un s¨ªmbolo de su rostro, sobre la que tambi¨¦n bromea Juan.
Juan dice:
-Ahora me parezco m¨¢s a ¨¦l que hace 15 a?os.
-?Pues yo dudo todav¨ªa de que seamos hermanos! -se carcajea Juan.
Lo que se percibe en esta casa grande es el esp¨ªritu de Ketama. Aqu¨ª tambi¨¦n vive la madre. Juan parece m¨¢s serio, Antonio, m¨¢s cachondo, pero a lo largo de la conversaci¨®n se van cambiando los papeles, como si no s¨®lo fueran alternativamente el padre y el hijo, sino el risue?o y el serio.
El periodista les dijo, cuando empezaron a disputar sobre qui¨¦n parec¨ªa el padre:
-?Pues yo cre¨ª que eran gemelos!
A Juan le sali¨® siempre as¨ª: "Aunque no quiera, mi actitud hacia Antonio ha sido de protecci¨®n siempre; de ayuda. A ¨¦l le ha gustado vivir la vida m¨¢s que a m¨ª; yo siempre he sido m¨¢s relajado, m¨¢s tranquilo. Pero ¨¦l siempre andaba enredando. Le dec¨ªa: "No, Antonio, eso no". Pero, claro, ¨¦l nunca me hac¨ªa caso".
"No le hac¨ªa caso porque, en realidad", cree Antonio, "somos muy diferentes. A ver qu¨¦ dos hermanos ves t¨² que tengan las mismas inquietudes. Todos los que conozco, uno es la Luna y otro es el Sol".
Les ha costado ser amigos y hermanos; ser amigo es una victoria, y ser hermano es un oficio heredado. Trabajando juntos era imposible que los hermanos Carmona fueran amigos. Lo dicen ellos:
"Nunca llegas a alcanzar la amistad si trabajas con tu hermano", dice Juan. Porque el trabajo lo absorbe todo, no deja fluir los sentimientos. Me pasaba con ¨¦l: Antonio, esto; Antonio, lo otro..., est¨¢bamos siempre con el trabajo a cuestas...
-Es que los t¨ªos somos de otra manera, Juan. Las t¨ªas s¨ª son amigas y pueden trabajar. Nosotros, los t¨ªos, nos juntamos y ya se produce una intensidad rara. Los t¨ªos somos muy intensos.
Esa intensidad rara marc¨® el camino de Ketama, y en el regreso los hermanos se abrazan, hablan, cantan o est¨¢n en silencio como cuando eran chicos. Fue, el que los junt¨® en el tr¨ªo, "un silencio tenso, porque era un trabajo, una empresa, t¨ªo", dice Antonio; una empresa que marc¨® una manera de confundir el flamenco con los nuevos ritmos, "marcamos una ¨¦poca de Espa?a, eso nos tiene que poner orgullosos".
Orgullosos de encontrarse ahora como hermanos. Llegaron a aquellos ritmos "casi jugando". Dice Antonio: "Yo le ve¨ªa los fallos, y ¨¦l me los ve¨ªa a m¨ª. Y yo dec¨ªa: por donde va ¨¦l no voy yo, porque le ve¨ªa los fallos. Y al rev¨¦s. As¨ª aprend¨ª. Pero ¨¦l desde peque?o ya era muy bueno. Fue un buen hijo de sus padres, y ahora es un buen padre de sus hijos".
"?Pues como t¨²!", le replica Juan. "En eso salimos a mi madre. En ser buenos hijos y buenos padres hemos salido a mi madre. Mi madre nos ha dejado un sello bastante gordo".
Y del Habichuela tienen "la esencia de la m¨²sica, ese algo especial que hay dentro de la m¨²sica. Mira, mi hermano Antonio es de los que est¨¢n tocados por la m¨²sica; ¨¦l est¨¢ tocado por el duende. Tiene algo especial que no lo tienen los dem¨¢s m¨²sicos".
Juan salta de la butaca; lleva una camiseta en la que se lee "Music is my religion", con un dibujo de Jesucristo, su l¨ªder espiritual, "¨¦l me manda, es el mejor pol¨ªtico que hubo en el mundo". Pero ahora ha saltado porque quiere devolverle el elogio al hermano, no lo deja acabar:
-?Yo estoy tocado por el duende, y t¨², por los enanos, no te jode! Estamos tocados los dos porque lo hemos buscado, porque hemos vivido nuestra profesi¨®n desde que ¨¦ramos peque?os, muy salvajemente, en nuestra casa... All¨ª ven¨ªa todo dios, y no veas la que se formaba.
"Lo m¨¢s bonito", a?ade Juan, "es que el m¨¢ximo admirador que tiene mi hermano soy yo".
-?Y viceversa? -le preguntamos a Antonio.
-Claro, ?pero te has fijado en el piropazo de Juan, eh?
-Siempre te lo he dicho.
-Mi hermano -se?ala Antonio- es de las ¨²nicas personas con las que me pondr¨ªa a componer y saldr¨ªan maravillas todo el rato. ?No habr¨ªa desperdicio!
Se hicieron juntos; Juan ayudaba a Antonio, ¨¦ste se hizo m¨²sico gracias a ¨¦l. El padre era un genio tocando la guitarra, "pero nunca se pon¨ªa conmigo", dice el hermano menor. As¨ª que era Juan quien le daba los consejos: "Antonio, tienes que pillar la guitarra as¨ª, el caj¨®n, haz las cosas por aqu¨ª, oye esta m¨²sica, o la otra". Le educ¨®. Un padre.
Antonio le sali¨® inquieto, "el m¨¢s inquieto de la familia", y Juan guardaba las ra¨ªces. "Yo guardo mis ra¨ªces, mi hermano es m¨¢s abierto para la m¨²sica que yo...". "Me gustan m¨¢s otras m¨²sicas, a m¨ª me parece natural irme a un concierto de Rosendo, que me encanta. Me gusta mucho el rock, pero eso no quiere decir que yo no est¨¦ en el flamenco". "Y est¨¢ en el flamenco, y de qu¨¦ manera. Es un artista".
Los hermanos se quitan la palabra para gustarse, para decirse que se gustan; pero alguna vez habr¨¢ habido problemas, cuando hab¨ªa la tensi¨®n del grupo. "Y claro que los hubo".
-?Y c¨®mo se resuelve un problema entre hermanos?
-Tiene que haber uno que ceda m¨¢s. En este caso era yo el que ced¨ªa.
-?Siempre, Juan?
-S¨ª, siempre tiene que haber uno que ceda. Es como un matrimonio, lo de los hermanos es como un matrimonio. Si uno pone un 15% y el otro pone un 75%, el que pone m¨¢s acaba cans¨¢ndose, termina desconectando totalmente del hermano. Ahora, si uno pone un 40% y el otro pone un 60%, no se produce tanta diferencia. Lo que pasa es que a m¨ª no me ha costado ceder. Es uno de los grandes de Espa?a. Y aunque yo sea mayor, me ha ense?ado mucho.
-Le estimula.
-Mucho. El artista que m¨¢s me estimula ahora mismo en Espa?a es mi hermano. M¨¢s que todo.
-?Y hay envidia entre ustedes, los hermanos no tienen envidia?
Los dos dicen que no, los hermanos no tienen envidia.
"Nunca hemos tenido", dice Juan. "?l era el que cantaba. Yo no cantaba, c¨®mo le iba a envidiar, ¨¦l era la cabeza de Ketama". "Pero ¨¦l me daba un tesoro, esa esencia flamenca. Ese tesoro que va pasando de generaci¨®n en generaci¨®n ¨¦l lo tiene mucho m¨¢s asentado en su propia vida que yo", dice Antonio, y es Juan el que salta ahora:
-?Soy m¨¢s viejo! ?Me est¨¢s llamando viejo?
-?No! ?Y qu¨¦ soy yo? ?Un modernillo?
-?No me llames viejo, que te doy! ?Vamos a llevarnos bien, Antonio!
Empezaron a hablar desde que dejaron Ketama. ?Y ese silencio? "Era estr¨¦s", dice Antonio. "Nosotros ten¨ªamos un estr¨¦s impresionante. Te retrasabas y te echaban la bronca, y t¨² la echabas tambi¨¦n. Era ese rollo, ¨ªbamos a saco. Pero, a la vez, mira lo que hemos creado. Todo a base de trabajar". "A base de trabajar y de estr¨¦s", le ayuda Juan.
"Pero todo el estr¨¦s se paga", cuenta Antonio. "Ahora nos apetece otro rollo. Y es que a lo mejor no nos apetece la m¨²sica que hay en Espa?a, no s¨¦ c¨®mo t¨² lo ves".
Juan lo ve igual. O peor. "Espa?a est¨¢ peor que nunca en m¨²sica. Eso es lo que nos hizo apartarnos de ella como grupo". Antonio encuentra que, "en general, a la cultura le falta un empuj¨®n", y los dos hermanos se juntan para deplorar lo que para ellos es un s¨ªmbolo de la actual dejadez:
-Aqu¨ª impera el dinero. ?Antonio Vega se muri¨® sin casa de discos! ?Y a los cuatro d¨ªas de morir est¨¢n haciendo un disco con su m¨²sica!
Felices de estar juntos, y de mirar atr¨¢s. "Ketama tiene un sello, marcamos", dice Juan. Y Antonio tiene esta met¨¢fora para reescribir la historia que los junt¨® como grupo antes de juntarse otra vez como hermanos:
-Nos arriesgamos a cruzar el r¨ªo, a nadar, nadar, remar y remar, y cuando nos quisimos dar cuenta dijimos: '?Co?o, mira d¨®nde est¨¢ el sitio del que hemos partido! ?Qu¨¦ alegr¨ªa!'.
Pero los hermanos Carmona no dar¨ªan un paso atr¨¢s en ese r¨ªo si no fuera para ser a¨²n m¨¢s hermanos.
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