YO TAMBI?N HE ESTADO EN LA BIENAL DE VENECIA
En Venecia los mi¨¦rcoles por la ma?ana voy a clase en la Universidad la Foscari. Para ello, tengo que levantarme temprano y cruzar al otro lado del Gran Canal. Como no quiero caminar hasta el puente de la Accademia all¨¢ abajo, comparto una g¨®ndola con algunos venecianos que van a trabajar y cruzamos juntos. En la g¨®ndola, mientras por un lado repaso lo que voy a contar en clase y echo un ¨²ltimo vistazo a los folios que tengo en la mano, por otro levanto la cabeza de vez en cuando para ver de nuevo la belleza de la maravillosa y fresca ma?ana veneciana. El d¨ªa que acaba de empezar, la hermosura del paisaje que tengo ante m¨ª y el ligero balanceo de la g¨®ndola me despiertan la sensaci¨®n de que ante m¨ª tengo un tiempo infinito, que todav¨ªa vivir¨¦ cientos, miles de a?os. En el cielo azul me parece ver algunas estrellas que han quedado de la noche.
Vi multitudes de "ricos amantes del arte" muy bien vestidos
Era como ver desde la otra orilla las luces de una de las fiestas del Gran Gatsby
So?¨¦ que la artista de v¨ªdeo Fiona Tan hiciera algo para mi museo...
Puedo establecer alguna relaci¨®n con mi imaginaci¨®n y mis proyectos
La misma sensaci¨®n de tiempo amplio e infinito la noto dando clase en el palacio Dolfin. Quiz¨¢s por los espejos del palacio convertido en aulas. (Antes, en lugar de espejos hab¨ªa grandes pinturas de Tiepolo). Lo que cuento sobre el arte de la novela, las miradas bienintencionadas de los cerca de cien estudiantes y curiosos, todo parece dirigirse a un lugar fuera del tiempo con el eco de los espejos. Es como si yo intentara llegar tambi¨¦n a dicho lugar hablando con ansia, hablando sobre la novela.
Despu¨¦s de clase, con la misma sensaci¨®n de prisa, regreso a casa ahora por el puente y cruzando por entre las multitudes de turistas que llenan las calles. Porque hoy quiero ir a la Bienal, a las exposiciones... La Bienal es algo para lo que en Venecia nos preparamos como si esper¨¢ramos la funci¨®n de fin de curso en el instituto.
En los primeros pisos y la parte de atr¨¢s de nuestro palazzo los preparativos para la Bienal comenzaron hace meses. Se limpiaron y se pintaron los pisos que servir¨¢n de galer¨ªa para tres pa¨ªses distintos. Los jardineros regaron y cuidaron meticulosamente los rosales de agradable aroma del jard¨ªn lateral, donde se celebrar¨¢n las fiestas de inauguraci¨®n. Supe por los vecinos de nuestro palazzo, que sonre¨ªan ligeramente, que las nuevas medidas contra incendios fueron tomadas por el Ayuntamiento "a causa de la Bienal". Una ma?ana, mientras regresaba del colmado con bolsas de fruta y pan con aceitunas, vi c¨®mo abr¨ªan cajas ante el pabell¨®n de Ir¨¢n, c¨®mo sacaban estatuas oscuras de sus embalajes y c¨®mo un observador muy atento (?un periodista?) registraba concienzudo y feliz aquellos detalles con su c¨¢mara.
Luego los vecinos, los amigos y los dem¨¢s profesores de la universidad me preguntaron a qu¨¦ recepciones ir¨ªamos la noche de la apertura. Ese mismo fin de semana, bajando en vaporetto una tarde por el Gran Canal hacia San Marcos, en los patios de los museos reci¨¦n abiertos y en los balcones de los palazzi vi multitudes de "ricos amantes del arte" muy bien vestidos que, para quienes son como yo, parecen "salidos de un cuento de hadas". Bien entrada la noche del s¨¢bado, contemplar por el puente de la Accademia las hileras de motoras que esperaban a quienes sal¨ªan de la recepci¨®n ofrecida en el Museo Peggy Guggenheim y c¨®mo los agotados invitados se esparc¨ªan por Venecia cruzando las brillantes aguas de los canales de Venecia era como ver desde la otra orilla las luces de una de las fiestas que daba el Gran Gatsby. Todas aquellas recepciones, la elegancia, la riqueza parec¨ªan existir para recordarme algo que se me hab¨ªa escapado inocentemente en los 50 a?os de mi vida que he pasado en Estambul. La preocupaci¨®n de los ricos y poderosos, una de las fuerzas b¨¢sicas que ponen en marcha el arte occidental, por demostrar lo ricos y poderosos que son.
Pero mientras sal¨ªa de clase y corr¨ªa hacia los pabellones nacionales de los Giardini, hacia las obras de los artistas convocados a la Bienal, notaba dentro de m¨ª la misma emoci¨®n que un ni?o que corre a sus juegos. Quiz¨¢s porque el "arte contempor¨¢neo", a pesar de todas sus tendencias morales y pol¨ªticas, siempre ha estado de parte del juego. Quiz¨¢s tambi¨¦n por el aire "hist¨®rico" pasado de moda de los pabellones nacionales, que est¨¢n en medio del parque como si fueran lugares de recreo para los ni?os.
Yo tambi¨¦n estoy haciendo un museo (el Museo de la Inocencia) y pienso si all¨ª, en el m¨¢s antiguo y prestigioso centro del arte moderno y contempor¨¢neo, podr¨¦ ver algo que me sirva, de cuya t¨¦cnica pueda aprovecharme. Por ejemplo, la instalaci¨®n perfumada de Haegue Yang que vi, aunque "vivir" ser¨ªa una palabra m¨¢s adecuada, en el pabell¨®n de Corea, por ejemplo. Vuelvo a pensar que los museos no deben ser algo que se abra s¨®lo a nuestras sensaciones visuales, sino a todos nuestros centros de percepci¨®n, quiz¨¢s porque procedo de un pa¨ªs musulm¨¢n donde no se le ha dado importancia al arte de la pintura. Por eso le presto atenci¨®n a las instalaciones sonoras de los artistas en muchos de los pabellones. La mayor parte de los visitantes, como yo mismo hac¨ªa, se apoyan en sus ojos y no en sus narices ante los emisores de aromas y se ponen nerviosos al no ver nada y se miran entre ellos.
Comprend¨ª definitivamente que para disfrutar del "arte contempor¨¢neo" en la Bienal de Venecia antes de cada instalaci¨®n hay que leer sobre las intenciones del artista y sobre lo que hace. Esos textos, bastante largos casi siempre, como algunas malas novelas, no se limitan simplemente a explicar al lector o visitante la intenci¨®n del artista o el contexto de la obra, sino que nos aconsejan lo que debemos sentir ante ella. Bien sea porque no me ha dado tiempo a leerme los textos, bien porque no he tenido la reacci¨®n sentimental que se esperaba de m¨ª, yo tambi¨¦n, como tanta otra gente que pasa por la Bienal de Venecia, he sentido a veces la mente confusa, a veces que no entend¨ªa la obra, y he vivido una sensaci¨®n de carencia.
Me gustaron las obras del artista ruso Pavel Pepperstein quiz¨¢s porque unen con toda tranquilidad y sentido del juego la escritura y la pintura. Estuve largo rato contemplando aquellos cuadros que me recordaban a William Blake. Contemplando en el pabell¨®n de Holanda los trabajos de la artista de v¨ªdeo Fiona Tan so?¨¦ con que hiciera algo para mi museo...
Pasear por la Bienal para m¨ª s¨®lo es emocionante en la medida en que puedo establecer alguna relaci¨®n con mi imaginaci¨®n y mis proyectos. Cuando me quedo fuera de ese universo en el que me gustar¨ªa entrar, me pongo nervioso y me enfado. Viendo el v¨ªdeo titulado Orbite rosse de Grazia Toderi me dej¨¦ arrastrar por una sensaci¨®n de infinitud. Igual a como me sent¨ªa esa ma?ana hablando de la novela en la sala palaciega recubierta de espejos. Es una sensaci¨®n que se parece a ver el futuro del mundo desde un punto seguro del espacio exterior. Las salas oscuras de la antigua f¨¢brica de cuerdas del Arsenal estaban completamente vac¨ªas, me ech¨¦ en un rinc¨®n cansado y pose¨ªdo por esa sensaci¨®n y, sumido en esas reflexiones metaf¨ªsicas, me qued¨¦ dormido como un ni?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.