Dina Babbitt, retratista del doctor Mengele
Fue obligada a pintar a los prisioneros de Auschwitz
Dina Babbitt, ilustradora y escultora, muri¨® en Felton (California) el 29 de julio, a los 86 a?os, sin haber conseguido lo que deseaba desde hac¨ªa m¨¢s de un cuarto de siglo: recuperar los retratos de prisioneros que realiz¨® por encarg¨® del doctor Mengele en el campo de concentraci¨®n de Auschwitz.
Babbitt (Brno, Rep¨²blica Checa, 1923) fue una de los m¨¢s de 5.000 checoslovacos enviados a morir a Auschwitz. Hab¨ªa estudiado arte y cuando lleg¨® al campo, en 1943, uno de los prisioneros le pidi¨® que decorase el barrac¨®n infantil para entretener a los ni?os. A los pocos d¨ªas, en los muros del patio hab¨ªa escenas de la pel¨ªcula que Disney hab¨ªa estrenado seis a?os antes: Blancanieves y los siete enanitos.
Los dibujos llamaron la atenci¨®n de Josef Mengele, oficial de las SS y m¨¦dico del campo. Obsesionado con presentar a Hitler un dossier cient¨ªfico en el que se demostrara la superioridad racial aria, Mengele no estaba satisfecho con las miles de fotograf¨ªas de prisioneros. Cuando revelaba las instant¨¢neas no aparec¨ªan los rasgos de "inferioridad" que buscaba. Orden¨® a Babbitt que retratara a los reclusos de etnia gitana, resaltando el color de su piel y la forma de sus orejas, que ten¨ªan que ser grandes y alargadas, un signo de degeneraci¨®n seg¨²n las teor¨ªas fison¨®micas de Mengele.
El primer retrato fue de una gitana llamada C¨¦line, cuyo beb¨¦ hab¨ªa muerto de hambre pocos d¨ªas antes. Siguiendo las indicaciones de Mengele, Babbitt hizo que una de sus orejas destacara, alarg¨¢ndola ligeramente. Dos meses despu¨¦s, los modelos a retratar se hab¨ªan agotado. Todos los gitanos del campo hab¨ªan sido exterminados. Entonces Mengele le pidi¨® que inmortalizara sus experimentos: disecciones de prisioneros gaseados, un coraz¨®n partido por la mitad, operaciones m¨¦dicas sin anestesia para descubrir los umbrales del dolor... Tambi¨¦n pint¨® retratos de mandos militares, incluyendo al propio Mengele.
Salto a la animaci¨®n
Estos dibujos permitieron a Babbitt y su madre estar entre los 27 checoslovacos que sobrevivieron a Auschwitz. Al terminar la guerra se establecieron en Par¨ªs, donde Dina conoci¨® a Art Babbitt, que trabaj¨® como dibujante precisamente en Blancanieves y los siete enanitos. Se casaron y ella abandon¨® su apellido checo, Gottliebova, para adoptar el de su marido. Meses despu¨¦s se mudaron a Estados Unidos, donde Babbitt trabaj¨® en algunas de las series de dibujos animados m¨¢s populares entre los ni?os, como Speedy Gonz¨¢lez, el Pato Lucas o Piol¨ªn.
En 1973, supo que el museo de Auschwitz iba a exponer siete de sus retratos, rescatados de entre las ruinas del campo. Viaj¨® a Polonia para recuperarlos, pero el museo se neg¨®, alegando que su autora ya no ten¨ªa ning¨²n derecho sobre ellos. Gracias a la presi¨®n medi¨¢tica, el museo suaviz¨® su postura y le envi¨® copias de todos los retratos. Pero ella quer¨ªa los originales. Eran lo ¨²nico que le quedaba de un pasado casi olvidado, seg¨²n dijo en una entrevista. Durante sus a?os de reclamaciones, y a base de contar su historia una y otra vez, consigui¨® el apoyo de senadores, acad¨¦micos y tambi¨¦n de algunos de los autores m¨¢s importantes del c¨®mic estadounidense, como Stan Lee, Joe Kubert y Neal Adams. Este ¨²ltimo dibuj¨® unas vi?etas sobre su vida que se insertaron en uno de los c¨®mics de la editorial Marvel (Magneto: Testamento). Posteriormente, Disney hizo una versi¨®n para el cine de animaci¨®n.
Gravemente enferma de c¨¢ncer, Dina Babbitt pas¨® sus ¨²ltimos d¨ªas intentando dibujar de nuevo aquellos retratos, aquellas caras de sufrimiento y desesperanza que el siniestro Mengele quiso utilizar para alimentar su locura.
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