Ch¨¢vez que ladra no muerde
Como en la f¨¢bula del pastorcito mentiroso, el presidente de Venezuela grita una y otra vez que ya viene el lobo a comerse sus ovejas. El lobo, para ¨¦l, es el Imperio Norteamericano, pero ¨¦ste no vendr¨¢ a com¨¦rselas con sus propias fauces, sino que usar¨¢ una especie de mano larga: Colombia. Ser¨ªa mi pa¨ªs, definido por Ch¨¢vez como "el Israel de Am¨¦rica del Sur", el encargado de atacar a la Revoluci¨®n Bolivariana, ayudado por los gringos pero con un Ej¨¦rcito comandado por ?lvaro Uribe V¨¦lez, el viejo amigo de Bush.
La misma cantilena chavista se repite cada tanto, con una cadencia c¨ªclica, as¨ª con Obama se haya vuelto mucho menos veros¨ªmil. Desde que es presidente ya van cinco veces en que Ch¨¢vez "congela" las relaciones con Colombia y cada vez el embajador venezolano tiene que hacer las maletas para regresar a su pa¨ªs, acompa?ado por una estela de funcionarios. El caso es que lo congelado se descongela r¨¢pido en estos tr¨®picos y al cabo de unos meses regresan todos, como si tal cosa, a tratar de reanudar el hilo de las relaciones entre dos pa¨ªses llamados "hermanos", que comparten m¨¢s de 2.000 kil¨®metros de frontera terrestre y cuyo comercio com¨²n llega a los 7.780 millones de d¨®lares anuales.
Muy pocos creen que Uribe y Obama quieran invadir Venezuela y Ecuador
El presidente venezolano tiene la verborragia de un pastor evang¨¦lico
Como en cualquier f¨¢bula, esta historia de la amenaza al Movimiento Bolivariano, para ser cre¨ªble, tiene que tener visos de verdad. Colombia ha hecho al menos dos operativos militares al estilo Israel, uno en Venezuela y otro en Ecuador. En Venezuela fue incruento: con agentes de civil y con ayuda pagada de funcionarios venezolanos, lograron llevar a la fuerza, desde Caracas hasta la frontera colombiana, al guerrillero Rodrigo Granda, que all¨ª fue capturado por las autoridades locales y llevado a la c¨¢rcel por actos terroristas y secuestro, acusaciones que nadie, ni Venezuela, pod¨ªa negar. A?os despu¨¦s Granda fue de nuevo liberado, a petici¨®n del presidente Nicolas Sarkozy, para negociar la entrega de Ingrid Betancourt (cosa que no se dio, pues antes fue liberada en la brillante Operaci¨®n Jaque), y se dice que ahora vive de nuevo oculto en Venezuela.
Lo de Ecuador fue m¨¢s grave: Uribe orden¨® bombardear con aviones y con asesor¨ªa estadounidense, el campamento del segundo de las FARC, Ra¨²l Reyes, con un saldo de 23 muertos, entre guerrilleros y "visitantes bolivarianos" de M¨¦xico y Ecuador. Adem¨¢s, militares colombianos llegaron hasta all¨ª y se llevaron algunos cad¨¢veres para exhibirlos como trofeo en Bogot¨¢. El presidente Rafael Correa, a ra¨ªz de esta violaci¨®n de su territorio, rompi¨® relaciones diplom¨¢ticas con Colombia y siempre ha sostenido que su Gobierno ignoraba la presencia de campamentos de las FARC en tierras de Ecuador. Esto es posible, pero poco veros¨ªmil, y lo m¨¢s probable es que hubiera ¨®rdenes para que el Ej¨¦rcito ecuatoriano se hiciera el de la vista gorda ante esta tolerada "violaci¨®n de su territorio" por parte de las FARC. T¨¦ngase en cuenta que las fronteras aqu¨ª son lejanas, selv¨¢ticas y porosas, por lo que nada es muy definido y todo puede ser o parecer verdad, como en las f¨¢bulas bien construidas.
A pesar de estos dos episodios, muy pocos creemos que en los planes de Uribe y de Obama est¨¦ el deseo de organizar desde aqu¨ª una invasi¨®n armada a Venezuela y Ecuador. La f¨¢bula delpastorcito mentiroso es poco cre¨ªble en un territorio sin lobos o con un lobo preocupado en defenderse de otros predadores. En Colombia ya tenemos suficientes problemas de seguridad combatiendo a las FARC (apoyadas indirectamente por Ch¨¢vez) como para abrir un frente internacional.
Pero aunque no se cumpla la f¨¢bula del pastorcito mentiroso, la hostilidad verbal de Ch¨¢vez no deja de ser preocupante. Podr¨ªa usarse otro refr¨¢n: tanto va el c¨¢ntaro al agua, hasta que al fin se rompe. Quiz¨¢ por primera vez, y como una curiosa celebraci¨®n del Bicentenario de la Independencia, dos pa¨ªses liberados por Sim¨®n Bol¨ªvar (o tres, si contamos a Ecuador) podr¨ªan estar acerc¨¢ndose a un escenario b¨¦lico. Acudir al muy emotivo y popular expediente del nacionalismo ha sido siempre un buen recurso para los gobernantes. Ch¨¢vez lo usa con tal asiduidad contra Colombia que uno quisiera un rey que de vez en cuando volviera a preguntarle por qu¨¦ no se calla. Pero esto es imposible; el coronel Ch¨¢vez tiene la verborragia de un pastor evang¨¦lico.
Uribe, en cambio, usa los modos m¨¢s sinuosos y sutiles de un padre jesuita. Aunque en pol¨ªtica interna puede ser tan locuaz y belicoso como el mismo Ch¨¢vez, cuando se trata de pol¨ªtica exterior ha tenido la sensatez de no usar los micr¨®fonos. En un continente tan impregnado de cultura religiosa como el nuestro, el estilo del evang¨¦lico choca fuertemente con el estilo del jesuita. A m¨ª, francamente, no me gusta ninguno de los dos, y de ese choque de talantes tan dis¨ªmiles podr¨ªa saltar la chispa que prenda una escaramuza de guerra en las fronteras.
El presidente Uribe es el ¨²nico mandatario americano y no bolivariano que ha tenido tambi¨¦n, desde la derecha, veleidades de reelecci¨®n vitalicia. Ya hizo enmendar una vez la Constituci¨®n colombiana, para reelegirse, y en el ¨²ltimo a?o ha hecho todo lo posible porque la cambien de nuevo para permitirle una nueva elecci¨®n. Ha dicho tambi¨¦n, en otras ocasiones, que est¨¢ dispuesto a dejar el poder siempre y cuando no haya "una hecatombe".
?Qu¨¦ mejor hecatombe que una guerra, en la que Ch¨¢vez abrir¨ªa un frente interno con el seguro apoyo de la guerrilla "bolivariana" de las FARC? Ch¨¢vez es un militar que nunca ha combatido y tiene fama de combinar, seg¨²n sus bi¨®grafos, una gran valent¨ªa verbal con una honda cobard¨ªa existencial. ?l debe saber que el Ej¨¦rcito colombiano lleva decenios combatiendo, mientras el Ej¨¦rcito venezolano nunca ha dejado de ser un gran consumidor de whisky. Ch¨¢vez, con sus aviones norteamericanos envejecidos y sin repuestos, ha acudido a Rusia y a Espa?a para surtirse de armamento moderno. Pero Venezuela luce bastante vulnerable. Bastar¨ªa un ataque a sus pozos y puertos de exportaci¨®n petrolera para secar en poco tiempo su casi ¨²nica fuente de divisas.
Seg¨²n el c¨¦lebre adagio de Erasmo, "Dulce bellum inexpertis", la guerra es dulce para los que no la han probado. Y si bien en Colombia hemos probado una guerra largu¨ªsima de baja intensidad, con la guerrilla, desde una breve escaramuza fronteriza que hubo con Per¨², en 1932, y fuera de un batall¨®n enviado a Corea por solicitud de Estados Unidos, no hemos tenido la muy amarga experiencia de la guerra. Esperemos entonces que la reiterada intemperancia verbal de Ch¨¢vez no nos lleve a las v¨ªas de hecho. Ser¨ªa un banquete para los vendedores de armas, y para todos nosotros una cat¨¢strofe de dimensiones impredecibles.
H¨¦ctor Abad Faciolince es escritor colombiano.
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