Somat¨¦n italiano
Las patrullas ciudadanas y el delito de inmigraci¨®n agreden al Estado de derecho
Desde el s¨¢bado, la inmigraci¨®n ilegal es delito en Italia. Se trata de una de las medidas contempladas en el paquete de seguridad impulsado por el ministro del Interior, Roberto Maroni, y exhibido como una iniciativa estrella por el primer ministro Berlusconi. No es la ¨²nica, sin embargo: adem¨¢s de crear un nuevo delito, la normativa que ha empezado a aplicarse legaliza la creaci¨®n de patrullas de vigilancia compuestas por voluntarios.
Las agresiones del Gobierno italiano al Estado de derecho no pueden dejar indiferente a nadie, entre otras razones porque est¨¢n sirviendo de inspiraci¨®n a partidos populistas en toda Europa. Convertir la inmigraci¨®n ilegal en delito nada tiene que ver con la b¨²squeda de soluciones para la semiesclavitud en la que se encuentran decenas de miles de extranjeros en los pa¨ªses desarrollados ni con el desmantelamiento de los nichos de corrupci¨®n que ha favorecido la econom¨ªa sumergida; tiene que ver, por el contrario, con la voluntad de se?alar un chivo expiatorio para los problemas que atraviesa Italia y que no son distintos de los que padece el resto de los pa¨ªses europeos.
La prueba es que, antes de aplicar la nueva ley, Berlusconi y su ministro del Interior se han visto forzados a prever una regularizaci¨®n masiva de sin papeles, presionados por sus propios votantes y algunos de los dirigentes m¨¢s destacados de la coalici¨®n. El Gobierno italiano se ha colocado, as¨ª, en una posici¨®n contradictoria, en la que se advierte la dimensi¨®n estrictamente propagand¨ªstica de la iniciativa: considera que la inmigraci¨®n ilegal es un comportamiento tan intolerable como para exigir una ley penal y, al mismo tiempo, tan corriente como para sobreseerlo antes de aplic¨¢rsela.
Tambi¨¦n forma parte del arsenal del populismo la decisi¨®n de crear patrullas de voluntarios para combatir la inmigraci¨®n ilegal u otros delitos, sean antiguos o de nueva creaci¨®n. Velar por el cumplimiento de las leyes y por la seguridad de los ciudadanos son responsabilidades que los Estados de derecho no pueden delegar en nadie, y menos a¨²n en un cuerpo de somatenes. Las tasas de criminalidad no experimentar¨¢n mejoras sustanciales por la colaboraci¨®n de los voluntarios, pero, en cambio, la presencia de ¨¦stos en las calles italianas puede generalizar la sensaci¨®n de que el pa¨ªs vive un clima de excepci¨®n. Precisamente el que m¨¢s conviene a los proyectos populistas.
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