'LOW COST'
Estamos creando una sociedad low cost o de bajo coste, a imagen y semejanza de esas aerol¨ªneas que te llevan al Polo Norte, ida y vuelta, por diez eurillos, botella de agua no incluida y con derecho a un solo pip¨ª en todo el trayecto. Muchos creen que ese modus operandi, r¨¢cano pero pr¨¢ctico, se est¨¢ trasladando al ¨¢mbito productivo, es decir, que la paga de los curritos y su capacidad para llenar el carrito del h¨ªper tambi¨¦n se est¨¢ volviendo low cost a marchas forzadas.
Yo voy m¨¢s all¨¢. Creo que el bajo coste se est¨¢ enraizando en nuestras costumbres como una hiedra pegajosa y urticaria. En realidad, esto viene de antiguo, justo cuando Burger King abri¨® en Madrid su primer restaurante, all¨¢ por 1975. Muchos se quedaban entonces estupefactos: los fugaces comensales, despu¨¦s de zamparse la hamburguesa, limpiaban y recog¨ªan sus bandejas, sin rechistar y sin que nadie se lo ordenara. Les hablo de la Espa?a en la que no hab¨ªa papeleras en los bares y las barras eran verdaderas cochiqueras porque estaba hasta mal visto no arrojar al suelo colillas, huitos y cabezas de gambas.
Ese virus Whopper disfrazado de civismo se propag¨®, y ahora amenaza a la raz¨®n de ser de nuestras vidas: el consumismo. El que paga ya no manda; al contrario, curra. Repostamos gasolina, nos pesamos la fruta en el s¨²per, depositamos la basura en veintisiete cubos de colores, montamos los muebles del Ikea, nos autoinstalamos el ADSL... ?Y encima pagamos por todo ello! Pronto, las funerarias repartir¨¢n cartelitos por los hospitales que digan: "Por favor, momentos antes de morirse, m¨¦tase en el f¨¦retro, y cierre delicadamente la tapa". ?C¨®mo diablos no va a haber cada vez m¨¢s mileuristas si el personal est¨¢ dispuesto a ejercer de camarero, frutero y t¨¦cnico-instalador por la cara!
La protesta tambi¨¦n se ha vuelto low cost. Lo de tirar adoquines no se lleva. Ya puede estar la cola del INEM a reventar o las cuentas p¨²blicas en barrena, que la calle s¨®lo se pone en pie para denunciar que el presidente de su f¨²tbolclub es un chorizo. En estos tiempos de pol¨ªtica ciberlight, el colmo de lo reivindicativo es ir a un concierto y corear "eo eo eo" cuando el rockstar, generalmente cincuent¨®n y multimillonario, jalea consignas manidas de paz, amor y verde que te quiero verde. La pe?a sale encantada con su inconformismo popero. Y eso que les han cobrado 80 eurazos por la entrada.
Pero si hasta la Coca-Cola va a sacar un refresco low cost, unos polvitos a los que se a?ade agua y saben a jarabe. Lo va a llamar Menos es m¨¢s. No les digo m¨¢s.
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