?Caer¨¢ el r¨¦gimen de Ir¨¢n como cay¨® el del Sha?
Tan s¨®lo dos meses despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones, el Gobierno de la rep¨²blica isl¨¢mica est¨¢ dividido, ha perdido legitimidad y ha sido recusado y menoscabado p¨²blicamente. Ello nos permite trazar algunos paralelismos anal¨ªticos entre el r¨¦gimen actual y el r¨¦gimen mon¨¢rquico anterior a 1979, y entre los dos momentos de malestar social y pol¨ªtico.
Hist¨®ricamente, son cuatro los pilares sobre los que el Gobierno iran¨ª construy¨® su legitimidad: su capacidad para administrar el Estado (y de ah¨ª el consentimiento del pueblo); el hecho de ser la autoridad religiosa oficial; su compromiso con la independencia del pa¨ªs, y una base estable de apoyo social.
El gran fraude electoral del pasado 12 de junio puso bajo un intenso escrutinio p¨²blico la capacidad de Gobierno del presidente Mahmud Ahmadineyad, y el alzamiento popular espont¨¢neo a que dio lugar acab¨® p¨²blicamente con la legitimidad pol¨ªtica del Gobierno.
Si el pueblo iran¨ª sigue resistiendo, su levantamiento se transformar¨¢ en una revoluci¨®n
El clero ha sido sustituido por una mafia militar y econ¨®mica
Poco despu¨¦s, en su alocuci¨®n de la oraci¨®n del viernes, el ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, la m¨¢xima autoridad religiosa, declar¨® la guerra al pueblo, amenazando con tomar medidas violentas si no se aven¨ªa a aceptar el resultado de las elecciones. Esto acab¨® tambi¨¦n con los ¨²ltimos vestigios de la legitimidad religiosa del r¨¦gimen.
Dicha legitimidad ya ven¨ªa estando en entredicho desde hace alg¨²n tiempo, no s¨®lo porque se opone a la idea del Islam como discurso de liberaci¨®n, sino tambi¨¦n en el propio seno del r¨¦gimen y entre los tradicionalistas. El ayatol¨¢ Al¨ª Sistani (el gran cl¨¦rigo chi¨ª de Irak) se opon¨ªa al principio de la Velayat-e Faqih (la regla del imanato), y el ayatol¨¢ Hossein Al¨ª Montazeri (el aspirante a sucesor de Jomeini antes de convertirse en su cr¨ªtico m¨¢s ac¨¦rrimo) afirmaba que la doctrina era sencillamente una demostraci¨®n de shirk, de idolatr¨ªa.
Incluso la sharia o ley musulmana, que el Gobierno hab¨ªa utilizado para justificar muchos de sus actos, hab¨ªa sido vaciada de su contenido original y reducida a una teor¨ªa general de la violencia. En su libro Guerra y Yihad en el Islam, el ayatol¨¢ Mohammad Taqi Mesbah-Yazd¨ª, a quien se puede considerar el gran gur¨² de Ahmadineyad, afirma que la violencia no s¨®lo es intr¨ªnseca al ser humano, sino tambi¨¦n necesaria. Y termina diciendo que puesto que el jefe supremo es elegido por Dios, su uso de la violencia es leg¨ªtimo.
Sin embargo, lejos de fortalecerla, la teor¨ªa de la violencia leg¨ªtima defendida por Yazd¨ª resquebraj¨® la autoridad religiosa del r¨¦gimen. Adem¨¢s violaba otra de las principales fuentes de su legitimidad: la Constituci¨®n. La Constituci¨®n iran¨ª establece claramente que la autoridad del jefe supremo de la
iglesia, del presidente y del Parlamento no emana de Dios, sino del voto popular.
La regla del imanato puso la Constituci¨®n en peligro desde el principio. Aparte de esto, el r¨¦gimen ya hab¨ªa perdido dos de los tres puntales del poder que hab¨ªan hecho hist¨®ricamente posible el despotismo en Ir¨¢n: la monarqu¨ªa, el dominio econ¨®mico de la ley del bazar en las ciudades y del latifundio en el medio rural, y el clero. De estos tres s¨®lo queda el clero, y su poder es hoy muy precario. Por consiguiente, a fin de afianzarse, el r¨¦gimen recurri¨® al cuarto puntal del despotismo iran¨ª: el uso de la amenaza por parte de las potencias extranjeras para justificar sus constantes tratos secretos y las crisis abiertas con otros pa¨ªses, fundamentalmente Estados Unidos.
La presidencia de Georges W. Bush fue as¨ª un momento fruct¨ªfero para el r¨¦gimen iran¨ª, ya que la amenaza constante de acci¨®n militar y de sanciones econ¨®micas fortaleci¨® su control de la poblaci¨®n.
El acercamiento a Ir¨¢n que propone Barack Obama ha puesto al r¨¦gimen en una posici¨®n dif¨ªcil. Ya no puede aparecer como defensor de la soberan¨ªa nacional contra la intromisi¨®n extranjera. Muy al contrario, muchas de las nuevas consignas populares, como "Muerte a Rusia", sugieren que el pueblo critica la pol¨ªtica exterior gubernamental. Tambi¨¦n en este dominio ha perdido legitimidad el r¨¦gimen gobernante.
Finalmente, el clero, que hasta ahora hab¨ªa sido el soporte fundamental del r¨¦gimen, ha sido sustituido por una mafia militar y econ¨®mica. El Gobierno est¨¢ dominado por una Guardia Revolucionaria para la cual la funci¨®n del clero no es gobernar, sino prestar su legitimidad a quienes lo hacen.
Al igual que en el caso de la monarqu¨ªa anterior al r¨¦gimen actual, el poder de ¨¦ste est¨¢ cimentado tanto dentro como fuera del pa¨ªs, lo que lo hace muy vulnerable al descontento popular. Se puede establecer una comparaci¨®n entre la elecci¨®n de Jimmy Carter en 1976 y la de Obama en 2008. Para los iran¨ªes, la elecci¨®n de Carter pon¨ªa en peligro la fuente fundamental de poder externo de la monarqu¨ªa, el apoyo de Estados Unidos al Gobierno del Sha. De manera semejante, si Obama persiste en su intento de abandonar la l¨ªnea dura en las relaciones con Ir¨¢n, privando as¨ª al r¨¦gimen del factor crisis, este levantamiento podr¨ªa seguir una trayectoria similar.
Hay otras similitudes. Algunas consignas populares, como, por poner un ejemplo, la de "la regla del imanato ha muerto", recuerdan a los esl¨®ganes que se cantaban en el periodo previo a la revoluci¨®n de 1979, en la que el pueblo gritaba a los cuatro vientos que el r¨¦gimen del Sha era ileg¨ªtimo. E, igualmente tambi¨¦n que en 1979, este alzamiento es pac¨ªfico.
Pero el movimiento actual difiere en varios e importantes aspectos del malestar pol¨ªtico que llevar¨ªa a la revoluci¨®n de 1979. Mientras que las primeras demostraciones de disconformidad en 1979 proven¨ªan de sectores exteriores al r¨¦gimen, la oposici¨®n actual empez¨® en el seno mismo del r¨¦gimen, cuando se ama?aron las elecciones a fin de que no saliera elegido Mir Hosein Musav¨ª. No faltan, por supuesto, indicadores que se?alan que el levantamiento ha trascendido la esfera del r¨¦gimen para convertirse en un movimiento verdaderamente popular. Pero todav¨ªa necesita tiempo para extenderse por todo el pa¨ªs; tiempo para que "las flores venzan a las balas", como fue el caso en el levantamiento de 1979.
La revoluci¨®n de 1979 es hoy un acontecimiento hist¨®rico, mientras que este levantamiento todav¨ªa est¨¢ en proceso. ?Ad¨®nde puede llevar? El futuro depende, en parte, de qu¨¦ consecuencias tenga el impasse pol¨ªtico creado por el propio Jamenei. El hecho de que se ama?aran las elecciones, por un lado, y de que Jamenei intentara perpetrar "un golpe de Estado de terciopelo", por el otro, han polarizado a ambos bandos.
Cambiar de posici¨®n en cualquiera de los dos equivaldr¨ªa a un suicidio pol¨ªtico. Jamenei y Ahmadineyad no pueden admitir que ama?aron las elecciones; de hacerlo, perder¨ªan la poca credibilidad legal y pol¨ªtica que les queda. El anterior presidente, Al¨ª Akbar Rafsanyani, es hoy uno de los principales objetivos de los ataques de los partidarios de Jamenei; y Musav¨ª y Mehdi Karrub¨ª, otro de los candidatos presidenciales, saben que, si se pliegan a las demandas de Jamenei, no s¨®lo perder¨¢n el respaldo popular, sino tambi¨¦n quedar¨¢n a merced de un r¨¦gimen implacable, que nunca los perdonar¨ªa.
Esta crisis puede tener varias consecuencias. Hist¨®ricamente, la principal t¨¢ctica del r¨¦gimen para mantener el control ha sido dividir a las ¨¦lites de la sociedad en dos grupos irreconciliables y eliminar uno de ellos. Pero hoy, como el proceso ha tocado el coraz¨®n mismo del r¨¦gimen, esta t¨¢ctica se ha vuelto letal. Ciertos altos cargos gubernamentales se oponen a Ahmadineyad y la crisis econ¨®mica ha privado al r¨¦gimen de unos recursos necesarios, provocando a¨²n m¨¢s descontento p¨²blico. Esto abre una oportunidad para que el pueblo iran¨ª decida hasta d¨®nde quiere llevar su lucha.
Si deja de resistir, el pueblo iran¨ª ver¨¢ tiempos peores; si contin¨²a resistiendo, su levantamiento se transformar¨¢ en una revoluci¨®n con todas las de la ley, con lo que el establecimiento de la democracia en Ir¨¢n ser¨ªa una posibilidad real. Todo indica hoy que los iran¨ªes est¨¢n decididos a llevar este alzamiento hasta el final.
Abolhassan BaniSadr fue el primer presidente de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, desde enero de 1980 hasta junio de 1981. 2009 Global Viewpoint Network/Tribune Media Services. Traducci¨®n de Pilar V¨¢zquez.
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