La atracci¨®n por el riesgo
Qu¨¦ puede impulsar a una persona a proponerse objetivos casi imposibles, a conducir de manera temeraria a gran velocidad o a engancharse a los juegos de azar? Exponerse a una situaci¨®n incierta o peligrosa supone una conducta dif¨ªcil de explicar, sin embargo, algunas personas sienten una atracci¨®n especial hacia el riesgo, como un im¨¢n irresistible que les empuja a vivir al l¨ªmite y a comprometer reiteradamente su seguridad.
Desde la sociolog¨ªa se habla de la cultura del riesgo. Esta expresi¨®n apunta que el desarrollo tecnol¨®gico de las ¨²ltimas d¨¦cadas no ha venido acompa?ado de una mayor sensaci¨®n de seguridad, sino m¨¢s bien al contrario: el cambio y la incertidumbre se han convertido en una constante. Como resultado, el riesgo se percibe y est¨¢ m¨¢s presente que nunca, lo que genera en algunos casos una necesidad exacerbada de control o, en el otro extremo, estilos de vida unidos al gusto por la novedad y las sensaciones fuertes.
"Este anhelo de intensidad es caracter¨ªstico de una sociedad que tiende al exceso y necesita est¨ªmulos cada vez m¨¢s impactantes"
La atracci¨®n por el riesgo puede ir desde la afici¨®n a deportes o actividades que conllevan cierto peligro, la necesidad de poner a prueba las relaciones, emprender conductas arriesgadas, rozar la ilegalidad, provocar continuamente apuros econ¨®micos o profesionales? hasta actitudes autodestructivas como ciertas adicciones o poner en juego, consciente o inconscientemente, la vida propia y ajena.
La exposici¨®n al riesgo es captada por el organismo como una amenaza para la supervivencia. Como consecuencia, se dispara la adrenalina, los m¨²sculos se tensan, la respiraci¨®n se agita, aumenta el ritmo cardiaco y la persona permanece alerta, vigilante, focalizando su atenci¨®n en el peligro advertido.
Para algunos individuos este estado de activaci¨®n resulta muy excitante. Seg¨²n los neurobi¨®logos, se debe especialmente a los picos de dopamina, el neurotransmisor cerebral asociado a las sensaciones de placer y bienestar, que pueden resultar adictivas. Pero la cuesti¨®n es: ?por qu¨¦ algunas personas viven el riesgo con temor, mientras que para otras resulta altamente gratificante?
Buscadores de sensaciones
"Todas las pasiones son buenas cuando uno es su due?o, y todas son malas cuando nos esclavizan" (J. J. Rousseau)
Marvin Zuckerman, un psic¨®logo estadounidense, defini¨® un rasgo de personalidad al que bautiz¨® como "buscador de sensaciones". Las personas que presentan este rasgo tienen un marcado deseo de experimentar sensaciones nuevas e intensas y son m¨¢s propensas a exponerse a distintos tipos de riesgos. Se ha observado, por ejemplo, que en estas personas las sensaciones fuertes activan con mayor facilidad las estructuras cerebrales relacionadas con la recompensa y la satisfacci¨®n. Por tanto, uno de los atractivos del riesgo son las poderosas vivencias que aporta: la impresi¨®n de la ca¨ªda libre, la sensaci¨®n de velocidad, la exaltaci¨®n que producen ciertas drogas, la aceleraci¨®n del coraz¨®n ante el v¨¦rtigo de la apuesta?
Este anhelo de intensidad resulta caracter¨ªstico de una sociedad que tiende al exceso. Acostumbrados como estamos a un nivel de activaci¨®n muy alto, se necesitan est¨ªmulos cada vez m¨¢s impactantes para producir sensaciones. Basta con observar c¨®mo las pel¨ªculas, las atracciones o las actividades de ocio aumentan progresivamente de intensidad, persiguiendo el "m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa".
Sin embargo, disponer de un abanico tan amplio de alternativas y experiencias fuertes no implica mejor capacidad para disfrutar. En la actualidad existe una mayor intolerancia al aburrimiento y a la rutina, y se aprecia en general cierta "anestesia" emocional. S¨®lo lo que supera cierto umbral de excitaci¨®n es susceptible de despertar los sentidos, como si ¨¦stos se encontraran saturados ante la multitud de est¨ªmulos que reciben.
Las personas que se sienten atra¨ªdas por el riesgo acostumbran a tener la necesidad de vivirlo todo y de gozar al m¨¢ximo cada momento. Este deseo de vida, cuando es excesivo, puede conducir parad¨®jicamente a un atajo hacia la muerte. Lo observamos, por ejemplo, en las adicciones, en que la b¨²squeda de placer puede terminar resultando sumamente destructiva.
Ilusi¨®n de control
"La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo" (Shakespeare)
Tras las conductas de riesgo a menudo existe lo que se denomina una ilusi¨®n de control. Es decir, la persona cree y piensa que siempre podr¨¢ dominar la situaci¨®n. Entre los j¨®venes, las conductas temerarias resultan muy comunes. No en vano en esta ¨¦poca la primera causa de mortalidad entre ellos son los accidentes de tr¨¢fico, o resulta tan frecuente el abuso de drogas o las pr¨¢cticas sexuales de riesgo. Este fen¨®meno se atribuye, por un lado, a la necesidad de transgresi¨®n y de ponerse a prueba, y por otro, a un desconocimiento de los propios l¨ªmites.
Ser consciente de la propia vulnerabilidad es un signo de madurez. Adem¨¢s, debido al valor que se otorga socialmente al coraje, f¨¢cilmente se confunde la verdadera valent¨ªa con la inconsciencia.
Todo exceso implica una carencia. Por eso, quienes perciban que con frecuencia ponen en peligro sus relaciones, su salud o su trabajo pueden plantearse qu¨¦ intentan encubrir o resolver a trav¨¦s de esa actitud. Quiz¨¢ supone una manera de escapar del tedio o bien un modo de construir una autoimagen de seguridad e intrepidez, en la que el miedo se encuentra desterrado.
Sin embargo, lo que a menudo impulsa realmente hacia el riesgo son aspectos emocionales inconscientes. Esta actitud a veces puede suponer una especie de autoboicoteo, pues la persona no se permite alcanzar el ¨¦xito en alguna faceta de su vida y opta por ponerla continuamente en peligro. Sucede as¨ª, por ejemplo, con la necesidad que tienen algunos individuos de llegar al l¨ªmite, o en sus relaciones afectivas provocar constantes conflictos, como un modo de evitar el compromiso o subir el tono emocional de la relaci¨®n, fen¨®meno que asocian con un amor m¨¢s verdadero.
Tal y como defini¨® Freud, el ser humano se siente atra¨ªdo por la creaci¨®n y el placer tanto como por la destrucci¨®n. Y las conductas de riesgo, cuando implican un descuido grave hacia la propia vida, a menudo esconden un deseo inconsciente de autodestrucci¨®n. De alg¨²n modo se desaf¨ªa al destino dejando la propia existencia en manos del azar.
El riesgo resulta un poderoso estimulante. Aporta viveza, intensidad, reto. Al encontrarnos ante una situaci¨®n complicada, de manera natural nuestra atenci¨®n se centra en el presente y nos fuerza a sacar a la luz recursos personales. Sin duda, como seres humanos necesitamos desaf¨ªos. Es posible que disponer de una vida acomodada, con tantas facilidades que antes no exist¨ªan, nos lleve en la actualidad a buscar retos quiz¨¢ m¨¢s artificiales o en lugares inadecuados.
Las personas acostumbran a sentirse satisfechas cuando afrontan y resuelven un riesgo. Pero, como sucede a menudo, las dificultades se hallan en los extremos. Tan problem¨¢tica puede resultar una actitud imprudente y temeraria como vacilar en exceso, reemplazando la acci¨®n por el an¨¢lisis. La ra¨ªz psicol¨®gica en ambos casos suele ser una relaci¨®n inadecuada con el miedo.
El ser humano, pese a ser probablemente la ¨²nica especie plenamente consciente de su propia mortalidad, en ocasiones act¨²a como si fuera inmortal. La proximidad del peligro fascina y puede alentar una sensaci¨®n de poder inaudita. La intrepidez para asumir riesgos es un requisito para el progreso, pero es preciso distinguir cu¨¢ndo se convierte en una necesidad que puede alcanzar l¨ªmites alarmantes.
Para saber m¨¢s
1. Libros'Las nuevas adicciones', de Jean Ad¨¨s y Michel Lejoyeux. Editorial Kair¨®s.'El jugador', de Fi¨®dor Dostoievski.
2. Pel¨ªculas'R¨¦quiem por un sue?o',de Darren Aronofsky.
Conductas de riesgo
1. Se definen como una exposici¨®n repetida y voluntaria a un peligro. 2. Implican una atracci¨®n irresistible hacia las sensaciones intensas y novedosas.3. La conducta en s¨ª aporta una gratificaci¨®n y un refuerzo positivo.4. En ocasiones puede estar asociada a rasgos psicopatol¨®gicos que act¨²an como facilitadores o agravantes de estas conductas.5. Existe a menudo un "sesgo optimista" que provoca que la persona se sienta menos expuesta al peligro real.6. Pueden estar asociadas a distintos tipos de adicciones o a la dificultad para controlar los impulsos.
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