Miriam Quevedo sabe la edad de nuestro pelo: ¡°Envejece siete veces m¨¢s r¨¢pido que la piel¡±
La empresaria ha revolucionado los tratamientos capilares con ingredientes como el oro y el caviar. Su marca triunfa con un discurso sobre el cuidado del cabello que habla m¨¢s de fol¨ªculos sanos que de melenas sueltas e hidratadas
Quevedo, un apellido castizo donde los haya, se ha colocado en las estanter¨ªas de productos de alta gama para cabello de grandes almacenes como Bloomingdale¡¯s, Neiman Marcus o los exclusivos Bergdorf Goodman de la Quinta Avenida de Nueva York. El apellido ¡ªdif¨ªcil de pronunciar para algunos clientes m¨¢s asiduos, a los malayos por ejemplo les sale algo parecido a queveiro o queveido¡ª tambi¨¦n est¨¢ en los spas de cadenas hoteleras internacionales como Rosewood o Mandarin Oriental. La due?a del apellido y de la marca se llama Miriam, naci¨® en Barcelona en 1974 y ha preferido no esconderse tras seud¨®nimos italianos o anglosajones para triunfar con un producto de lujo. Quevedo le parece m¨¢s que suficiente.
Hace unos meses, en un evento en Madrid, mucha gente hac¨ªa cola para ponerse bajo la lente de una microc¨¢mara capilar. El artefacto, creado por Miriam Quevedo, exploraba el cuero cabelludo y el estado de los fol¨ªculos para, al final, calcular la edad real del pelo del interesado. Las noticias no eran buenas. Despu¨¦s de algunas averiguaciones, la edad promedio de las melenas de la cola rondaba los 52 a?os, incluso las de gente que a¨²n no hab¨ªa cumplido 30. Una frase lapidaria de la empresaria lo explica todo. ¡°El pelo envejece siete veces m¨¢s r¨¢pido que la piel¡±. Por su experiencia, en torno a los 40 empezamos a preocuparnos por la salud capilar, que es todo lo que ocurre del cuero cabelludo hacia dentro. Eso que no vemos ni queremos ver es lo que su microc¨¢mara revela: un cuero cabelludo inflamado o con zonas enrojecidas, el estado de la fibra y del fol¨ªculo. Miriam Quevedo lo define como ¡°un microambiente que mucha gente piensa que no existe¡±. Y s¨ª, reconoce que la gente se sorprende.
Quevedo recibe a El Pa¨ªs Semanal en su casa de Vallromanes, a una hora en coche de Barcelona. La casa est¨¢ en medio de la monta?a y sus tres perros, Puchina, Pancho y Agust¨ªn, ejercen de perfectos anfitriones. Desde la pandemia la empresaria organiza su vida por bloques de colores: azul, trabajo; verde, naturaleza; rosa, amigas y energ¨ªa femenina. Dice que durante muchos a?os sus d¨ªas transcurr¨ªan en la zona azul, pero ahora est¨¢ aprendiendo a equilibrar la paleta. Cuenta que creci¨® en ¡°un matriarcado¡±, su madre y cuatro hermanos peque?os. Ella, la mayor, pasaba muchas horas en el negocio familiar, una herborister¨ªa donde mezclaba ingredientes, preparaba infusiones de hierba y formulaba sus propios potingues. All¨ª aprendi¨® buena parte de lo que sabe, pero quer¨ªa volar alto. ¡°Me puse a estudiar Empresariales y Econ¨®micas para ser una de esas ejecutivas que van con traje en lugar de estar con las clientas de mi madre¡±, recuerda. Y lo consigui¨®.
Una multinacional la contrat¨® con la funci¨®n de ejecutar transacciones monetarias internacionales. ¡°A los seis meses era profundamente infeliz. El ambiente era gris y muy competitivo. All¨ª no iba a llegar a nada¡±, relata. Y la hija pr¨®diga volvi¨® a la herborister¨ªa. Por esa ¨¦poca entr¨® en la ecuaci¨®n Juan Manuel, un amigo de la infancia que es hoy su marido y padre de sus hijas, Blanca y Paula. Juan Manuel ten¨ªa un laboratorio que formulaba cosm¨¦ticos profesionales para terceros y ese fue el espacio de experimentaci¨®n para lo que luego ser¨ªa la marca Miriam Quevedo. ¡°Empec¨¦ a probar con ingredientes que entonces eran ex¨®ticos y preciosos, como el caviar, y a redondear conceptos como la antioxidaci¨®n. Cre¨¦ una l¨ªnea de cuidado facial de 10 productos y nos fuimos a venderla a una feria en Italia¡±. Para su sorpresa, sus potenciales clientes le preguntaban m¨¢s por su pelo que por su piel y, concretamente, quer¨ªan muestras del champ¨² que usaba. ¡°No me atrev¨ªa a revelar los ingredientes de mis potingues capilares, pero empec¨¦ a pensar que ah¨ª, en el cabello, hab¨ªa algo¡±, reflexiona Quevedo, que no ha dejado de experimentar. Sin ir m¨¢s lejos, hace unos d¨ªas prob¨® un ¡°potingue de linaza¡± en el pelo de toda la familia.
Sus primeros clientes con inquietudes capilares fueron de Rusia y Ucrania. Era 2007. Quevedo identific¨® ¡°cierta preocupaci¨®n por el cabello¡±. Hoy es una obsesi¨®n global exacerbada durante la pandemia. Se puso a estudiar, habl¨® con dermat¨®logos y expertos en tricolog¨ªa, tambi¨¦n empez¨® a trabajar en la creaci¨®n de productos para rejuvenecer la fibra del cabello y desinflamar el cuero cabelludo. ¡°Era un enfoque muy novedoso, creo que apenas se hab¨ªa desarrollado el concepto de envejecimiento del cabello en cosm¨¦tica, la gente no se paraba demasiado a pensar en la salud capilar¡±, dice. Entonces se convirti¨® en una experta en el asunto, dedicada a formular tratamientos enfocados en recuperar el grosor de la fibra capilar y en revertir los signos de envejecimiento del cabello.
Cuando le preguntas qu¨¦ signos de envejecimiento capilar no deben ser ignorados, enumera: ¡°Descamaci¨®n, grasa, picores, caspa¡ son los m¨¢s habituales. Yo me fijo mucho en la l¨ªnea de nacimiento del cabello. Si ya no est¨¢ bien definida, lo considero un signo de alerta¡±. Bajo la marca Miriam Quevedo hay l¨ªneas como Black Baccara para estimular el crecimiento y evitar la ca¨ªda del pelo; Sublime Gold, para nutrir el cabello desde dentro, y Extreme Caviar, para las necesidades espec¨ªficas del cuero cabelludo. A sus clientes les prescribe rituales hechos a medida que se componen de entre tres y cuatro productos, e incluyen un masaje del cuero cabelludo a partir de los resultados del examen con la microc¨¢mara a la que es imposible enga?ar. En el Mandarin Oriental de Barcelona ha abierto un hair spa, una especie de templo donde practicar todos esos rituales para el cabello.
En su familia no funciona aquello de ¡°en casa del herrero, cuchillo de palo¡± porque todos se cuidan mucho el pelo. Hace unos meses, Quevedo declar¨® la guerra a las mechas que llevaba una de sus hijas. ¡°Eran preciosas, no lo niego, pero el color estropea la queratina y rompe los amino¨¢cidos. Cuando les da el sol se degradan. Pienso que lo mejor es no hacerse nada en el pelo¡, aunque yo me ti?o las canas¡±, confiesa. Y luego matiza: ¡°Digamos que si te vas a te?ir el pelo es mejor empezar a los 20 a?os que a los 15¡å.
Buena parte de su clientela vive y trabaja en Hollywood. ¡°All¨ª ha ido mucho de boca en boca, y he aprendido con ellos que el cabello de los actores y las actrices es de los m¨¢s sufridos: muchas horas de secador y plancha o con peluca o rodando en una piscina llena de cloro. Ese pelo se estropea mucho m¨¢s que el de otros clientes¡±, observa Miriam, que m¨¢s de una vez ha ejercido de psic¨®loga de estos clientes ¡°potentes¡± a los que mantiene en el anonimato.
?Alguna vez se ha arrepentido de haberle puesto su nombre y apellido real a una marca? ¡°A veces es extra?o, pero de momento estoy contenta¡±, responde. ¡°Lo vivo con responsabilidad. Quiero saber hasta el ¨²ltimo ingrediente de cualquier producto que lleve mi nombre¡±.
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