Pr¨®xima estaci¨®n, la barrera del sonido
Bolt repite en los 200 metros, batiendo su propio r¨¦cord mundial por 11 cent¨¦simas: 19,19s
Escasos ya de superlativos, cansados ya de hip¨¦rboles, Usain Bolt deja, con cada carrera, perdidos a los narradores del deporte que tratan, r¨¦cord tras r¨¦cord, un bucle perpetuo casi, de mantenerse a la altura de las maravillas que el genio jamaicano ofrece en la pista. Si lo tuvieran tan f¨¢cil como el horrible oso-mascota que espera a los ganadores a la curva para achucharlos en abrazo que quiere ser cari?oso y resulta, m¨¢s que asfixiante, estramb¨®tico; o como el propio Bolt, a los 22 a?os -por un d¨ªa, recuerden que hoy cumple 23- rey de la f¨®rmula apropiada, tanto visual como verbal. Tambi¨¦n esc¨¦nica. Y hasta del juego de n¨²meros. 19,19s. M¨¢s f¨¢cil de recordar imposible. Nuevo r¨¦cord del mundo de 200 metros. Aunque tampoco tiene mucho sentido incluirla en la memoria de larga duraci¨®n los dos n¨²meros iguales: seguramente dentro de poco, cuando el capricho o la disposici¨®n de ¨¢nimo se lo exijan este hombre sin l¨ªmites volver¨¢ a batirlo. Con tanta facilidad como ayer, tambi¨¦n.
Le despert¨® la salida falsa. Luego reaccion¨® el primero en 133 mil¨¦simas
"Yo soy berlin¨¦s", grit¨® tras su exhibici¨®n a un p¨²blico entregado a la gesta
Lo de la barrera del sonido, gr¨¢fico, sonoro, explosivo, no es suyo, pero podr¨ªa serlo, podr¨ªa apropiarse de ellos, sobre todo, despu¨¦s de lo de ayer. Despu¨¦s de ganar los 200 metros, la distancia tan querida a su coraz¨®n, la m¨¢s amada pese a que carece del car¨¢cter absoluto del 100, la oficialmente utilizada para designar al hombre m¨¢s veloz del planeta. O sea a ¨¦l, a Usain Bolt, quien calcando paso a paso lo que hizo en los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn hace un a?o, d¨ªa por d¨ªa, cuatro d¨ªas despu¨¦s de batir por 11 cent¨¦simas el r¨¦cord de los 100 metros bati¨® el de los 200. ?Por cu¨¢nto? Tambi¨¦n por 11 cent¨¦simas, claro, que Bolt sabe lo que hace. Y, dado que vive su momento m¨¢gico, todo se pone a su servicio para que as¨ª sea. Incluso la fortuna.
Hubo una salida nula. La protagoniz¨® el franc¨¦s Alerte -no pod¨ªa apellidarse de otra manera, quiz¨¢s-, quien, de paso, salv¨® la piel a Bolt, quien se hab¨ªa quedado clavado en los tacos. Mientras Alerte hizo saltar la alarma por salir con un tiempo de reacci¨®n inferior a las 100 mil¨¦simas, los dem¨¢s finalistas, excepto Bolt, reaccionaron en la zona de las 150 mil¨¦simas, la habitual. S¨®lo Bolt se durmi¨®: 357 mil¨¦simas. Si la salida hubiera sido v¨¢lida, no se supone que por ello, por el regalo de dos d¨¦cimas hubiera peligrado su victoria, pero s¨ª, quiz¨¢s, el r¨¦cord planetario. El doble pistoletazo despert¨® de su letargo definitivamente al hiperactivo jamaicano.
Cuando lleg¨® la salida buena, Bolt ya ten¨ªa el sistema reactivo tan hipersensible que fue el m¨¢s r¨¢pido en reaccionar: 133 mil¨¦simas. M¨¢s r¨¢pido a¨²n que en sus ¨²ltimos 100 (146 mil¨¦simos, una salida nada mala para sus est¨¢ndares). Con esa salida, y desde la calle cinco, la ideal por la amplitud de la curva, por el control de rivales a derecha y a izquierda (aunque esto es rid¨ªculo: sin Tyson Gay en la pista, Bolt corri¨® m¨¢s solo que la una: como si no hubiera habido rivales anoche, calor, brisa en contra de 0,3 m/s), a los 40 metros ya hab¨ªa sido capaz de comer la compensaci¨®n de la calle ocho, y en dos zancadas ya se hab¨ªa zampado la del competidor de la calle seis, el paname?o Alonso Edward, lo que no es balad¨ª, teniendo en cuenta que ¨¦ste, con una recta final magn¨ªfica, termin¨® segundo. Lejos, claro. A 62 cent¨¦simas de Bolt. A casi 10 metros de un torbellino de amarillo con zapatillas naranjas que los ¨²ltimos 50 metros no quit¨® la vista del cron¨®metro gigante situado en la meta.
Y cruzada la l¨ªnea, antes de someterse a la tortura del gigante oso de peluche, Bolt sigui¨® mirando el reloj, y tuvo hasta tiempo y reflejos, claro, de se?alarlo con el brazo izquierdo. Fue su ¨²ltimo gran gesto. El final de 80 zancadas de 2,50 metros que le llevaron un paso m¨¢s adelante en la construcci¨®n de una leyenda que se antoja no tiene fin (por ahora), el ¨²nico objetivo que le puede motivar. 41 zancadas gast¨® en los 100 metros, que corri¨® en la mitad de tiempo que el 200 m¨¢s tres cent¨¦simas, lo que a¨²n le queda por limar de aqu¨ª a nada.
En el d¨ªa de las frases hechas, Bolt, el sabio, el chico que ha transformado en un a?o escaso no s¨®lo el concepto sobre los l¨ªmites del ser humano sino tambi¨¦n la imagen, tan pesada, tan agresiva, tan est¨²pida a veces, de los velocistas anab¨®licos de hace nada, luci¨® una camiseta en homenaje a Berl¨ªn. Toc¨® la fibra m¨¢s sensible. Ich bin ein Berlino (soy berlin¨¦s), la frase que simboliza la esperanza en los a?os m¨¢s duros del muro, la frase que pronunci¨® John Kennedy desde el balc¨®n del ayuntamiento de Berl¨ªn al lado del alcalde, Willy Brandt.
"Yo soy berlin¨¦s", proclam¨® ante el herm¨¦tico muro animando a la poblaci¨®n a resistir. "Yo soy berlin¨¦s", proclam¨® Bolt, animando al mundo a responder, quiz¨¢s, "yo soy Bolt", la ilusi¨®n de que todos los sue?os son posibles. De que el ser humano es due?o de su destino. M¨¢s prosaico, Michael Johnson, cuyos 19,32, 13 cent¨¦simas m¨¢s, un mundo, resistieron 12 a?os como un tiempo gal¨¢ctico en los 200 metros, ya ha pronosticado: Bolt ser¨¢ el primer ser humano que baje de los 19s. Muy pocos apostar¨¢n en su contra.
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