VEINTID?S
As¨ª que lleg¨® agosto, el mes en curso, el de ahora mismo, ¨¦ste. El hombre invisible hizo transbordo en Madrid antes de ser facturado a Bilbao, pero yo prefer¨ª no verlo. Me invent¨¦ algo para no estar en casa, de modo que mi hermana se comi¨® el marr¨®n sola, entre otras cosas porque era un marr¨®n suyo, a m¨ª que me registren. Los del curso de cocina, mira por d¨®nde, me ofrecieron un curro como pinche de un restaurante de mierda y les dije que s¨ª. Me pagaban una miseria y sab¨ªa yo m¨¢s que la cocinera, pero de lo que se trataba era de estar ocupado hasta septiembre, luego ya ver¨ªamos. De vez en cuando miraba el m¨®vil, por si ten¨ªa alguna llamada perdida del hombre invisible, que estaba en Bilbao, el pobre, o de mi hermana, que estaba en Punta Cana, la muy hortera, o de mis viejos, que se hab¨ªan ido a la playa, como siempre en agosto. Pero el tel¨¦fono se hab¨ªa quedado mudo. A veces me telefoneaba yo desde un fijo para asegurarme de que no estaba roto. El que estaba roto era yo. Un t¨ªo roto apesta. Se apartan de ¨¦l como de un leproso.
Comprend¨ª que nunca podr¨ªa volver a aquella casa, y tampoco podr¨ªa quedarme eternamente en la de mi hermana
Mis viejos me hab¨ªan encargado que fuera por su casa de vez en cuando para recoger las cartas y regar las plantas. El primer d¨ªa, al abrir la puerta y sentir aquel tufo familiar, aquel tufo a m¨ª mismo, por poco me desmayo. Recorr¨ª el piso como lo que yo era all¨ª y en aquel momento, o sea, como un fantasma, y al llegar a mi habitaci¨®n, descubr¨ª que ya no era mi habitaci¨®n. Mi viejo la hab¨ªa convertido en su despacho de escritor. Comprend¨ª entonces que ya nunca podr¨ªa volver a aquella casa, pero que tampoco podr¨ªa quedarme eternamente en la de mi hermana. La revelaci¨®n me acojon¨® y me dio rabia, o me dio rabia y me acojon¨®, no recuerdo qu¨¦ sucedi¨® antes y qu¨¦ despu¨¦s. Entonces, di una patada a la puerta del dormitorio de mis viejos, me arroj¨¦ sobre su cama y me hice all¨ª mismo una paja desesperada, una paja mort¨ªfera, insalubre, triste, perniciosa, pest¨ªfera, me hice una paja contra mis viejos, contra mi hermana, contra el hombre invisible, una paja contra las t¨ªas, contra el planeta, contra todas las constelaciones, contra Dios. Luego me limpi¨¦ y regu¨¦ las plantas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.