Ruido fiscal

El Gobierno no escarmienta. La gesti¨®n de la crisis econ¨®mica est¨¢ resultando un repertorio de decisiones apropiadas, en unas ocasiones, pero tambi¨¦n inconexas, adoptadas de forma aislada y aparentemente poco meditadas, en otras. Cuando m¨¢s necesarias son las se?ales de pol¨ªtica econ¨®mica -para compensar el derrumbe de la actividad y el ascenso r¨¦cord del desempleo, pero tambi¨¦n para infundir confianza a los agentes econ¨®micos- , el Gobierno pone sobre la mesa propuestas con apariencia de globos sonda, pero no un plan riguroso de actuaci¨®n. Ahora el objeto de confusi¨®n son los impuestos.

Es razonable que, como otros Gobiernos han anunciado, el nuestro difunda su plan para reconducir a medio plazo unas finanzas p¨²blicas maltrechas como consecuencia de la crisis global: del ascenso del gasto y la ca¨ªda de los ingresos p¨²blicos, por un lado, y de las necesarias decisiones de aumento de la inversi¨®n p¨²blica, por otro. Pero los comentarios que ha hecho el ministro de Fomento, y numero dos en el partido que gobierna, sugiriendo la necesidad de subir los impuestos a las rentas m¨¢s elevadas, no transmite la impresi¨®n de que el Gobierno est¨¦ trabajando con el rigor necesario. Adem¨¢s, la forma en que se anunci¨® la idea abunda en esa t¨®nica general de improvisaci¨®n y gesticulaci¨®n para la galer¨ªa a que nos tiene acostumbrado el Ejecutivo. Existe una vicepresidenta econ¨®mica en el Gobierno -cuyo departamento cuestion¨® a las 24 horas el anuncio de Blanco- que se deber¨ªa ocupar de la definici¨®n de la pol¨ªtica fiscal que la gesti¨®n de la crisis reclama: deber¨ªa analizar la conveniencia no s¨®lo de modificaciones en el sistema tributario, sino tambi¨¦n de estimar la capacidad recaudatoria de cada una de las figuras impositivas, haciendo lo propio con las alternativas de reducci¨®n de gasto publico o, no menos importante, de persecuci¨®n del fraude y, en general, de mejora en la eficacia recaudatoria.

La inmediata preparaci¨®n del proyecto de Presupuestos del Estado para 2010 deber¨ªa haber sido la ocasi¨®n en la que el Gobierno hubiera demostrado que tiene capacidad y voluntad para gestionar seriamente, de forma coherente entre sus propios departamentos, lo que ya es la m¨¢s severa recesi¨®n desde el inicio de la democracia y la m¨¢s grave amenaza al bienestar de la mayor¨ªa de los espa?oles. Y, con el aval de la seriedad, as¨ª como del necesario ejemplo de austeridad en los gastos bajo su control, proponer como una decisi¨®n inevitable la elevaci¨®n de impuestos, que antes o despu¨¦s tendremos que asumir como contrapartida de los est¨ªmulos que seguir¨¢n siendo necesarios, como acaba de recordar el Banco Central Europeo (BCE) para el conjunto de la eurozona.

Mal har¨ªamos si esa mayor presi¨®n fiscal la soportaran los que tienen menos rentas o empleos m¨¢s precarios. De la crisis no se sale financiando el torpemente instrumentado subsidio de 420 euros con aumentos de la presi¨®n fiscal a los sujetos pasivos que el ministro de Fomento considera ricos.