In¨²tiles
La primera norma que deben seguir los escritores primerizos es huir de la autobiograf¨ªa. La romper¨¦, no por rebeld¨ªa, sino por pereza. Escribir de uno mismo y de los nuestros requiere menos esfuerzo que inventar sobre los otros. Los m¨ªos son vagos como yo: Thai, Pu?al¨ªn, Piedra 1, Piedra 2, Ladilla, Hombre Carro (en realidad, una mujer) y Miami. Me ahorrar¨¦ la explicaci¨®n de sus apodos. Demasiado prolija.
No puede decirse que seamos amigos, porque la amistad exige dedicaci¨®n y eso cansa. Nos vemos de vez en cuando, y nos embriagamos estoicamente mientras disertamos sobre cualquier cosa que no exija atenci¨®n. Nos hacemos llamar los in¨²tiles, en honor a la pel¨ªcula de Fellini que retrataba a unos provincianos treinta?eros que se preciaban de no haber trabajado nunca, y cuya ¨²nica dedicaci¨®n era gastar bromas pesadas.
Nosotros prescindimos de las bromas. Mucho traj¨ªn. Nos basta la mofa. Entre nuestro grupo de v¨ªctimas, los preferidos son los Coronel Tapioca. Llamamos as¨ª a los turistas que se equipan en las excursiones organizadas como si fueran a descubrir el Amazonas, chaleco de camuflaje lleno de bolsillos, cantimplora y kit de supervivencia, incluidos. "Yo no me meter¨ªa ah¨ª sin repelente anti mosquito cobra", les advertimos. Y nos despiporramos al verles salir despavoridos en busca del gu¨ªa.
Otros predilectos son los Paquitos. Antes de ennoviarse, llenan los aviones hacia el Caribe a la caza de sexo f¨¢cil y ex¨®tico. Lo que buscan all¨ª est¨¢ a su alcance bajo luces de ne¨®n en cualquier carretera nacional. Pero son tan borricos e ilusos que prefieren meterse 14 horas de vuelo, achicharrarse la espalda y gastarse una fortuna con tal de poder fardar de maratones er¨®ticos a lo Tarz¨¢n. Cuando se casan vuelven de luna de miel a los mismos destinos, pero ya como porteadores. Se pasan el d¨ªa acarreando los enormes bultos de artesan¨ªa aborigen que compra su pichurri. "Deme uno, mi ama, que voy de vac¨ªo", les gritamos con acento de T¨ªo Tom.
Tambi¨¦n despellejamos a los taurogatos, due?os de mascotas felinas y ecolojetas antitaurinos que te montan un sarao talib¨¢n ante el m¨¢s m¨ªnimo atisbo de afici¨®n a la Fiesta. "?Te gustar¨ªa que te lo hicieran a ti?", te espetan. Parad¨®jicamente, castran sin ning¨²n remordimiento a sus amados gatitos para rebajar sus instintos. "?Te gustar¨ªa que te caparan a ti, mam¨®n?", les respondemos.
Por hoy es suficiente. Esto de las autobiograf¨ªas es agotador. Que bello ser larva de mariposa para poder escribir tu vida en un p¨¢rrafo. Y dedicarse a descansar.
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