Mujeres en el islam: tradici¨®n o emancipaci¨®n
Las religiones no se llevan bien con las mujeres, que viven en un estado de permanente minor¨ªa de edad, justificado por la apelaci¨®n a revelaciones divinas, a preceptos inamovibles o a la supuesta voluntad del fundador. Apenas hay excepciones al respecto. A ellas no se les permite el acceso al ¨¢mbito de lo sagrado, que es una especie de sanctasanct¨®rum al que s¨®lo llegan los varones. No son consideradas sujetos morales con capacidad de actuar responsablemente. Su conciencia est¨¢ sometida a las leyes religiosas. Su libertad se ve tutelada por los varones. Su sexualidad es controlada por una moral represiva impuesta por los cl¨¦rigos y moralistas de v¨ªa estrecha.
Y, sin embargo, ?qu¨¦ paradoja!, las mujeres suelen ser las m¨¢s fieles seguidoras de las orientaciones religiosas, las que m¨¢s participan en los ritos sagrados, las que inculcan con m¨¢s tes¨®n los sentimientos religiosos a sus hijos e hijas, las que de manera m¨¢s eficaz ayudan a mantener intactos los sistemas de creencias religiosas y las que m¨¢s contribuyen a reproducir la organizaci¨®n patriarcal de las religiones.
La discriminaci¨®n no est¨¢ en los textos sagrados, sino en su interpretaci¨®n patriarcal
El islam es una de las religiones m¨¢s cuestionadas por su car¨¢cter patriarcal y androc¨¦ntrico en sus textos sagrados, en la interpretaci¨®n de los mismos, en la legislaci¨®n y en la organizaci¨®n interna. Y ello en todos los ¨¢mbitos: el pol¨ªtico, el religioso, el cultural, el familiar, el laboral, etc¨¦tera. En muchas de las sociedades musulmanas la situaci¨®n de las mujeres no se caracteriza precisamente por su emancipaci¨®n ni por la igualdad de derechos con los varones. Las dem¨¢s religiones tambi¨¦n suelen caracterizarse por una ideolog¨ªa y un funcionamiento patriarcales similares a los del islam, pero no son tan criticadas como ¨¦ste.
La pregunta que el estudioso del islam se plantea es si la discriminaci¨®n de las mujeres resulta inherente al islam. ?sa es, a decir verdad, la idea m¨¢s extendida en el imaginario de Occidente. Y del imaginario se pasa f¨¢cilmente a convertirse en una tesis irrefutable.
Pero las cosas no son tan simples. En el seno del islam se est¨¢n desarrollando importantes tendencias feministas que cuestionan la interpretaci¨®n patriarcal del Cor¨¢n y la consideran contraria a la praxis del Profeta. Creen, m¨¢s bien, que el Cor¨¢n defiende la igualdad entre hombres y mujeres, y que, le¨ªdo desde la perspectiva de g¨¦nero, es un importante instrumento a favor de la liberaci¨®n de la mujer. Y no van descaminadas. Veamos por qu¨¦.
En la Arabia preisl¨¢mica las mujeres carec¨ªan de reconocimiento jur¨ªdico y eran consideradas inferiores a los varones. Era tal la ofensa que supon¨ªa el nacimiento de una ni?a en aquella sociedad, que algunos padres llegaban incluso a matarla al nacer, como constata el Cor¨¢n, que condena rotundamente esa pr¨¢ctica (16, 58-59). En un clima as¨ª, el Cor¨¢n supone un avance importante, ya que considera a las mujeres sujetos y les reconoce los mismos derechos y deberes que a los hombres, como demuestra el lenguaje inclusivo de este texto: "Dios ha preparado perd¨®n y magn¨ªfica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan limosna, los que y las que ayunan, los castos y las castas, los que y las que recuerdan mucho a Dios" (33, 35).
Hay, con todo, en el Cor¨¢n restos patriarcales que defienden la superioridad del var¨®n, su funci¨®n protectora de la mujer y que vinculan la virtud de las mujeres con la devoci¨®n, la obediencia y la actitud sumisa hacia los maridos. La rebeld¨ªa debe ser castigada: "Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de las preferencias que Dios ha dado a unos m¨¢s que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas. Y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. ?Amonestad a aqu¨¦llas que tem¨¢is que se rebelen, dejadles solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os met¨¢is con ellas" (4,34) (traducci¨®n de Julio Cort¨¦s).
Hay te¨®logas feministas musulmanas que creen que los textos que justifican el sometimiento de la mujer al var¨®n deben entenderse en sentido metaf¨®rico y que la traducci¨®n "?pegadles!" resulta incorrecta. En cualquier caso entienden que dichos textos discriminatorios no pueden considerarse normativos aqu¨ª y ahora.
Al expandirse el islam fuera de la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga, se incorporaron costumbres discriminatorias de las mujeres contrarias al texto sagrado y se introdujeron en la Shar¨ªa (Ley Isl¨¢mica). Es precisamente esta ley la que debe ser revisada -e incluso derogada-, a la luz de los derechos humanos y desde la perspectiva de g¨¦nero. En esa direcci¨®n va el feminismo isl¨¢mico que lucha por recuperar la tradici¨®n igualitaria de los or¨ªgenes y por liberar a las mujeres de las costumbres patriarcales que tienen a las mujeres sometidas y excluidas de los espacios de responsabilidad en la religi¨®n, la cultura, la pol¨ªtica, el ejercicio de la ciudadan¨ªa y la vida cotidiana. Tal sumisi¨®n poco tiene o nada tiene que ver con la religi¨®n.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Islam. Cultura, religi¨®n y pol¨ªtica (Trotta, Madrid, 2009).
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