?Se acab¨® la guerra al terrorismo?
Obama pretende diferenciar su estrategia contraterrorista -objetivos y medios para lograrlos- de la que propugnaba Bush. Pero est¨¢ encontrando retrasos y serias dificultades en la puesta en marcha de sus planes
Lo que Barack Obama piensa sobre terrorismo y antiterrorismo ha quedado suficientemente claro en algunos de sus discursos p¨²blicos. El m¨¢s importante de ellos fue pronunciado el 1 de agosto de 2007, cuando a¨²n era candidato a la nominaci¨®n presidencial por el Partido Dem¨®crata, en el Woodrow Wilson Center de Washington. Los contenidos de esa alocuci¨®n est¨¢n informando ahora la toma de decisiones en materia de pol¨ªtica antiterrorista del actual presidente. Desde que jurara su cargo ha desarrollado una parte sustancial de los mismos en tres importantes intervenciones oficiales. Primero el 27 de marzo de 2009, desde la propia Casa Blanca, acerca de la nueva estrategia estadounidense en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n. Apenas un mes despu¨¦s, el 21 de mayo, sobre seguridad nacional, en la sede de los Archivos Nacionales, asimismo en la capital norteamericana. Finalmente, el pasado 4 de junio, en El Cairo, a invitaci¨®n de la Universidad de la capital egipcia y de El Azhar, instituci¨®n de referencia para el Islam sun¨ª.
Discursos y decisiones permiten apreciar cambios pero hay tambi¨¦n continuidades
El actual presidente ha autorizado a la CIA secuestros y traslados de presuntos terroristas
Pues bien, una primera constataci¨®n que emana de esos discursos es que para Barack Obama la amenaza terrorista en Estados Unidos no es una invenci¨®n, va a perdurar y est¨¢ claramente identificada. El 27 de marzo afirm¨® que "m¨²ltiples estimaciones de inteligencia han advertido de que Al Qaeda est¨¢ planeando activamente ataques en el territorio de Estados Unidos desde su santuario en Pakist¨¢n" y el 21 de mayo insisti¨® en que "sabemos que Al Qaeda se encuentra planificando activamente atacarnos de nuevo. Sabemos que esta amenaza estar¨¢ con nosotros por mucho tiempo". En la percepci¨®n de la amenaza no parece que existan discrepancias fundamentales entre el actual inquilino de la Casa Blanca y su predecesor, George W. Bush. Llama la atenci¨®n, eso s¨ª, que igualmente eluda hablar del problema que supone la existencia de c¨¦lulas terroristas constituidas por individuos radicalizados en el seno de la propia sociedad estadounidense y abunde en la tradicional visi¨®n norteamericana de la amenaza terrorista como amenaza exterior.
Pero Barack Obama pretende diferenciar su estrategia contraterrorista, los objetivos de la misma y los medios para lograrlos, de la de su antecesor en el cargo. A partir de 2002, las declaraciones oficiales y los documentos estrat¨¦gicos de la Administraci¨®n republicana coincid¨ªan en definir al terrorismo como una amenaza global y referirse a la lucha contra dicho fen¨®meno como una guerra. Una guerra cuyo fin era el de eliminar no s¨®lo ¨¦se sino cualquier tipo de extremismo violento y fomentar la democracia, recurriendo de manera preferente a medios militares y adoptando un enfoque unilateralista. El actual presidente de Estados Unidos, a diferencia de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, o de su secretario de Defensa, Robert Gates, fue muy cr¨ªtico con esa estrategia y sus desvar¨ªos desde que era candidato a la nominaci¨®n. El 1 de agosto de 2007 dijo que "a causa de una guerra en Irak que nunca se debi¨® hacer, estamos ahora menos seguros de lo que est¨¢bamos antes del 11 de septiembre". Palabras discutibles porque en Estados Unidos no se han repetido hechos como los de ese d¨ªa.
Esa afirmaci¨®n se inclu¨ªa en el mencionado discurso del Woodrow Wilson Center, en el que Barack Obama present¨® los cinco elementos de lo que ser¨ªa y est¨¢ siendo su estrategia contra el terrorismo. El primero, salir de Irak y entrar en el correcto campo de batalla de Afganist¨¢n y Pakist¨¢n. El segundo, desarrollar las capacidades y partenariados que sean precisos para acabar con los terroristas y las armas m¨¢s mort¨ªferas del mundo. El tercero, involucrar al mundo en privar de apoyo al terror y el extremismo. El cuarto, restablecer los valores estadounidenses. El quinto y ¨²ltimo, hacer que la patria norteamericana sea m¨¢s segura y consistente. Tres de estos cinco elementos han sido desarrollados por el ya presidente de Estados Unidos en otros tantos discursos pronunciados desde el inicio de su mandato, a los cuales he hecho alusi¨®n al comienzo de este art¨ªculo, as¨ª como en las decisiones ejecutivas tomadas en relaci¨®n con sus contenidos. Aquellos discursos y estas decisiones permiten apreciar cambios pero tambi¨¦n continuidades en la estrategia contraterrorista de dicha naci¨®n respecto a la que exist¨ªa con anterioridad.
El principal objetivo de dicha estrategia es ahora, seg¨²n lo dicho por Barack Obama el 27 de marzo, "desbaratar, desmantelar y derrotar a Al Qaeda en Pakist¨¢n y Afganist¨¢n, y prevenir su retorno a cualquiera de esos pa¨ªses". Se trata de fines m¨¢s precisos y, en cierto modo, menos ambiciosos que los del periodo en que George W. Bush desempe?¨® la presidencia de Estados Unidos. La nueva estrategia no se formula como entonces en t¨¦rminos b¨¦licos, pero los medios militares contin¨²an siendo preferentes, como dif¨ªcilmente podr¨ªa ser de otro modo en aquel escenario transfronterizo de conflicto armado generalizado. Esos medios incluyen asistencia militar a las autoridades paquistan¨ªes y el despliegue de 17.000 soldados m¨¢s en territorio afgano, aunque se contemplan tambi¨¦n ayudas econ¨®micas y el refuerzo de instituciones democr¨¢ticas. No se plantea una negociaci¨®n con los talibanes. Si bien se alude asimismo al fortalecimiento de la cooperaci¨®n internacional, el enfoque que se propone no renuncia a la acci¨®n unilateral ni puede ser calificado de multilateralista. Incluso los controvertidos ataques norteamericanos con misiles lanzados desde aeronaves no tripuladas, contra lo que se considera son blancos de Al Qaeda, han aumentado en Pakist¨¢n durante 2009.
Por otra parte, el actual mandatario estadounidense calific¨® el 21 de mayo de ineficaces e insostenibles una serie de decisiones adoptadas por la Administraci¨®n previa republicana, presentando as¨ª su decisi¨®n de prohibir determinadas t¨¦cnicas utilizadas en el interrogatorio a sospechosos de terrorismo y ordenar el cierre del campo de prisioneros de Guant¨¢namo al tiempo que la revisi¨®n de todos los casos pendientes en el mismo. Pero la restauraci¨®n de un apropiado marco legal en su estrategia contraterrorista encuentra serias dificultades, evidentes con el retraso en la clausura de esas instalaciones, la persistencia de tribunales castrenses para los internados en ellas e incluso de la detenci¨®n indefinida si aquellos no son tenidos por competentes. En otros aspectos ni siquiera se abordan modificaciones: instrucciones expresas de Barack Obama han autorizado a la CIA para que contin¨²e secuestrando presuntos terroristas y traslad¨¢ndolos a pa¨ªses que colaboran con Estados Unidos en ese tipo de actividades. Antes de acceder al cargo habl¨® de "perseguir y matar terroristas en todo el mundo", lo que no se compadece muy bien ni con el Estado de derecho ni con la legalidad internacional.
En el mensaje que el presidente de Estados Unidos dirigi¨® el 4 de junio a los musulmanes del mundo les inst¨® a no tolerar el "extremismo violento" y combatir la "violencia contra civiles" -pese a lo equ¨ªvoco que pudo resultar el hecho de que no hiciese menci¨®n alguna al terrorismo y de que se refiriese impl¨ªcitamente a este ¨²ltimo como si no fuera igualmente reprobable cuando mata polic¨ªas turcos o soldados argelinos-, reiterando de cualquier manera que su pa¨ªs "no est¨¢ ni nunca estar¨¢ en guerra con el Islam". Es importante vocear esto ¨²ltimo y acompa?arlo con hechos, para impugnar la narrativa de los terroristas, que presenta la guerra al terrorismo como guerra al Islam. Porque, como tal, la guerra al terrorismo no se ha acabado. M¨¢s bien se ha redefinido, en un contexto como el norteamericano en el que los condicionantes institucionales y la cultura pol¨ªtica tienden a inhibir transformaciones profundas en el ¨¢mbito de la seguridad nacional. En la nueva Administraci¨®n dem¨®crata no se habla ya de la guerra global al terrorismo que propugnaban los republicanos. Pero Barack Obama, el 21 de mayo, fue rotundo: "Por supuesto que estamos en guerra con Al Qaeda y sus afiliados".
Fernando Reinares es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Rey Juan Carlos e investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.