El planeta del pop 'glocal'
Proyectos como Konono N? 1 y M.I.A. redefinen las 'm¨²sicas del mundo'
La cadena Borders pide a Barack Obama una lista de cinco obras para ver, leer o escuchar: el presidente incluye Kulanjan, un magn¨ªfico disco de Taj Mahal y Toumani Diabat¨¦ de 1999. Doce a?os antes de esa grabaci¨®n de un guitarrista de blues residente en Hawai y de un maestro africano de la kora, se citaron en un local de Londres responsables de varias discogr¨¢ficas independientes brit¨¢nicas. Su problema: llegaban discos de las m¨¢s insospechadas procedencias y no sab¨ªan c¨®mo colocarlos en las tiendas. Y buscaron un t¨¦rmino que pudiera servir para identificar todo aquel material. Nac¨ªa la world music: "Nuevos sonidos para una cultura aburrida", dijo el productor Joe Boyd.
Conviene situarse: el presidente de EE UU era entonces Ronald Reagan. Faltaban un par de a?os para la primera web y algunos m¨¢s para que comenzara el intercambio de ficheros musicales entre ordenadores. David Byrne, conocido por redescubrir a un grupo psicod¨¦lico como Os Mutantes o rescatar a Tom Z¨¦, sorprendi¨® al escribir un art¨ªculo titulado Odio la world music. Para ¨¦l, la expresi¨®n era "el modo de despreciar a los artistas encajando sus m¨²sicas en una categor¨ªa ex¨®tica, y muy c¨®moda, porque lo ex¨®tico es hermoso, pero insignificante. As¨ª se apoya la idea de que ellos no son como nosotros".Los encuentros entre m¨²sicos de distintos continentes no han dejado de producirse desde tiempos remotos. Sin ir m¨¢s lejos, George Harrison se enamor¨® del sitar y viaj¨® a India; Ginger Baker fue a Nigeria para iniciarse en los tambores yorubas y los Stones quedaron fascinados por m¨²sicos de Jajouka durante sus excursiones por Marruecos. Encuentros desde el respeto entre iguales o simple pillaje de materias primas. Ejemplo reciente de lo primero, la complicidad del grupo brit¨¢nico The Heliocentrics con el multiinstrumentista Mulatu Astatke, que vivi¨® los a?os gloriosos de la capital de Etiop¨ªa, cuando se la conoc¨ªa como Swinging Addis por su intensa vida nocturna. De los saqueos...
La apertura sonora signific¨® una salida para un pop anglosaj¨®n exang¨¹e
El t¨¦rmino 'antropopf¨¢gico' define estos comienzos de siglo
El Gobierno brit¨¢nico ha declarado que no se necesitan ya m¨²sicos extranjeros en Reino Unido. Como respuesta, Damon Albarn organiza los conciertos de Africa Express en Londres, Liverpool o Glastonbury, pero tambi¨¦n en Bamako y Lagos. Franz Ferdinand act¨²a con el senegal¨¦s Baaba Maal y el maliense Bassekou Kouyat¨¦, y Johnny Marr, guitarrista de los Smiths, toca con los ciegos Amadou y Mariam. Con The Good, The Bad and The Queen, acompa?ando a Damon Albarn, Paul Simonon y Simon Tong, est¨¢ el nigeriano Tony Allen, al que Albarn homenaje¨® en una canci¨®n de Blur y de cuya bater¨ªa dec¨ªa Fela Kuti que val¨ªa por cuatro.
La apertura sonora, adem¨¢s del supuesto inter¨¦s por otras culturas, una salida para una industria y un pop anglosaj¨®n exang¨¹e, situ¨® en el mapa a figuras como Mariza, Cesaria Evora, Khaled, Youssou N'Dour... Y siguen produci¨¦ndose descubrimientos estimulantes como el de esa improbable banda de parapl¨¦jicos que se mueven por las calles de Kinshasa en bicicletas motorizadas (Staff Benda Bilili). Signo de los tiempos, a los angole?os de Konono N?1, con sus likemb¨¦s -pianos de pulgar- distorsionados, o a Buraka Som Sistema, con su sexual kuduro (literalmente, culo duro) -ritmo llevado de los guetos de Luanda a Lisboa-, no s¨®lo los programan ya en Espa?a festivales como La Mar de M¨²sicas o Pirineos Sur sino tambi¨¦n el S¨®nar.
Hace meses la revista neoyorquina The Fader dedic¨® su portada a The Very Best, grupo que forman en Londres un cantante nacido en Malawi, Esau Mwamwaya, y Radioclit, d¨²o parisiense y sueco de dj y productores. Mwamwaya sobreviv¨ªa en un barrio del este de la capital con una tiendecita de objetos de segunda mano a la que acudieron Radioclit. Y New Musical Express encabeza su art¨ªculo sobre ellos con una frase reveladora: "Todo el mundo habla de c¨®mo la world music, por primera vez, est¨¢ siendo cool".
Tambi¨¦n en Londres se dio a conocer la multifac¨¦tica Maya Arulpragasam, hija de un revolucionario tamil, que desembarc¨® en Gran Breta?a con 10 a?os sin hablar ingl¨¦s. Su nombre art¨ªstico, M.I.A., vendr¨ªa tanto de missing in action (desaparecida en combate) como de missing in Acton, por el barrio londinense donde creci¨®. Supo sacarle partido a una red de socializaci¨®n como MySpace y asegura que para ser hoy artista basta con estar alerta y saber reciclar. "Est¨¢s expuesto a todo. Soy una m¨¢quina de mezclas ambulante", dec¨ªa en The Observer. Gente como M.I.A., su amiga Santogold o Diplo -que suele grabar en R¨ªo de Janeiro y se siente c¨®modo con grupos como Bonde do Role- permiten hablar de una org¨ªa entre hip-hop, drum and bass, dancehall jamaicano, funk carioca, grime londinense, cumbia porte?a, kwaito surafricano o coup¨¦-d¨¦cal¨¦ costamarfile?o. Para una juventud urbana, y mezclada, 2.0.
En el recopilatorio del 21? aniversario del sello de David Byrne se afirma que el universo de la m¨²sica indie se ha movido hacia lo que hace Luaka Bop. La etiqueta world music parece ir dejando paso a una realidad que se percibe m¨¢s compleja. Lo anticip¨® Gilberto Gil en 1993: "Los mercaderes del ritmo partieron con sus nuevas caravanas, transportadas por neonavegaciones, v¨ªa pel¨ªculas, radio, disco y televisi¨®n, sat¨¦lites y ordenadores, y en los ¨²ltimos 50 a?os establecieron un intenso tr¨¢fico musical entre las ¨²ltimas fronteras del planeta y el centro euroamericano, creando una m¨²sica del mundo industrial que va mucho m¨¢s all¨¢ de la world music".
Para brit¨¢nicos y estadounidenses, world music era toda la que no hac¨ªan ellos. Colonialismo: una forma de reafirmar la hegemon¨ªa de la cultura pop occidental y el dominio aplastante de la m¨²sica anglosajona. Hoy, todo, o casi todo, est¨¢ al alcance de unos movimientos de rat¨®n y en una pantalla. El planeta parece haber encogido y, a trav¨¦s de Internet, se reformulan las m¨²sicas del mundo. La revista suiza Vibrations ha acu?ado el t¨¦rmino "antropopf¨¢gico" para estos inicios del siglo XXI. Pop glocal: global con influencias locales. La nueva world music ser¨ªa un laboratorio de intensos y amplios intercambios que modela est¨¦ticas y sensibilidades musicales a¨²n por venir. Gil dec¨ªa que es "una paradoja contempor¨¢nea: un mundo heideggeriano, donde todos somos v¨ªctimas y verdugos, controlados y controladores. Sin darnos cuenta de eso, trabajamos para la unidad del planeta y, viceversa, para el crecimiento y proliferaci¨®n de la diversidad local. Pertenecemos al mundo y el mundo nos pertenece, formamos parte de todo y estamos en todas partes".
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