HAY QUE DIVERTIRSE
Salvador y Antonio estaban bebi¨¦ndose unos cubatas y pasando el tiempo sentados a una mesa en aquella discoteca, La Boca del Infierno, justo al lado de su casa. Un lugar al que jam¨¢s habr¨ªan ido, si no fuera porque se encontraba al lado mismo de donde viv¨ªan, en el barrio, y porque los dos andaban de Rodr¨ªguez. Les hab¨ªan dicho que ¨¦se era un sitio bastante bueno para encontrar mujeres.
Los dos se conoc¨ªan de la agencia de mudanzas Transportes Cepeda. Salvador era conductor y Antonio, cargador de muebles.
-?Has visto a esa chavala, la de la minifalda de lunares? -le pregunt¨® Antonio.
Salvador levant¨® la cabeza del cubata.
-?Qui¨¦n?
-Esa, la de la faldita de lunares. Puede tener la edad de tu ni?a. La muy zorra. ?Te has fijado? No hace m¨¢s que cruzarse de piernas.
Salvador la observ¨®. Si era una ni?a, igual que su hija, la Mariloli, ?y qu¨¦? ?Qui¨¦n puede adivinar la edad de una mujer? De todas maneras su hija estaba en Perales de Taju?a y no podr¨ªa hacer esas cosas.
-Se lo acabo de ver -insisti¨® Antonio-. Se lo he visto, joder, no lleva bragas.
Salvador suspir¨® y bebi¨® de su vaso. All¨ª se estaba fresco, pero era un co?azo tanto ruido. Y encima el Antonio cont¨¢ndole todo lo que ve¨ªa o todo lo que se figuraba. Ya le hab¨ªa dicho tres veces que ¨¦l se lo montaba en el curro mientras hablaba con las se?oras. Un poquito de palique, un par de roces y a quilar. Se lo hac¨ªa en los cuartos de ba?o, estaba chupado.
Antonio le dio una palmada en la espalda y lo sobresalt¨®.
-?Qu¨¦ te pasa, t¨ªo, est¨¢s mustio, joder!
-Estoy cansado, Antonio. Me parece que me las voy a pirar.
-Pero ?es que no te has fijado? La t¨ªa ¨¦sa no hace m¨¢s que mirarnos y abrir las piernas. ?Te vas a ir ahora?
-S¨ª, me las voy a pirar. Me abro para mi casa.
-Vale, t¨ªo, pero yo me quedo. Esta noche mojo, por mi madre que mojo.
Salvador se acerc¨® al mostrador. El camarero estaba en la otra esquina sirviendo bebidas. La chica se volvi¨® y lo mir¨® con unos incre¨ªbles ojos azules. De cerca era igualita a su Mariloli.
-?Te vienes conmigo, guapet¨®n?
-No.
-?Por qu¨¦ no?
-Eres una cr¨ªa. No me gustan las cr¨ªas. Es mejor que te vayas a tu casa.
-Te la mamo por 30 euros.
-He dicho que no, ?vale?
-Veinte euros, venga, nos vamos al retrete. Venga, t¨ªo, no seas muermo. Te pareces a mi padre, en serio. Siempre tiene esa cara de malas pulgas que t¨² tienes. ?C¨®mo te llamas?
Antonio lleg¨® y le pinz¨® la cara a la ni?a.
-?Qu¨¦ buena est¨¢s madre m¨ªa, pero qu¨¦ buena! ?Qu¨¦ le has dicho aqu¨ª a mi amiguete? ?No dices nada? Mira, chata, 50 euritos y te vienes con los dos al retrete. ?Eh? ?Qu¨¦ dices, guapa?
Entonces Salvador, sin previo aviso, sac¨® la navaja y se fue para ¨¦l. Luego, la chica le dijo a la polic¨ªa no s¨¦ qu¨¦ de una discusi¨®n entre amigos o algo por el estilo. Ella estaba all¨ª para pasarlo bien. Hay que divertirse.
Juan Madrid es autor de Adi¨®s, princesa (Ediciones B).
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