El Atl¨¦tico, en el para¨ªso

Sin despeinarse, sin sufrir una sola magulladura, sin rival, con poco f¨²tbol, con el viento a favor, con los deberes hechos antes de empezar, con una pasmosa facilidad, el Atl¨¦tico firm¨® ayer su presencia entre los grandes de Europa en la pr¨®xima Liga de Campeones, en la que estar¨¢ tras demoler a un rival, el Panathinaikos, que nunca supuso una amenaza. El Atl¨¦tico, sin inmutarse, logr¨® su objetivo, ?qui¨¦n lo dudaba?, y vivi¨® la noche m¨¢s pl¨¢cida que se recuerda.

El 2-3 de la ida tuvo efectos bals¨¢micos para un Atl¨¦tico que se jugaba el pescuezo, y algo m¨¢s, en el envite. As¨ª que se vio ante el paisaje so?ado. Y m¨¢s so?ado, ya cercano al ¨¦xtasis, fue el panorama con el que se encontr¨® a las primeras de cambio, a los tres minutos, momento en el que Heitinga, cuyas correr¨ªas por la derecha est¨¢n dando frutos inesperados, sac¨® un centro combado con la zurda, al segundo palo, donde hab¨ªa iniciado el desmarque Forl¨¢n. El uruguayo ote¨® el vuelo de la pelota y la caz¨® sin dejarla caer, rumbo al borde del ¨¢rea peque?a, sin destinatario alguno. Sin destinatario rojiblanco, mejor dicho. Porque Vintra no supo apartarse y golpe¨® el bal¨®n hacia su propia porter¨ªa, donde lo incrust¨® sin que a Galinovic, el portero, le diera tiempo ni a salir en la foto.

A los tres minutos, un autogol griego acab¨® con cualquier duda del Atl¨¦tico

No hab¨ªa abierto a¨²n la boca y el Atl¨¦tico ya ten¨ªa un gol en el zurr¨®n, am¨¦n de poner la eliminatoria no ya a favor, sino resuelta en la teor¨ªa y en la pr¨¢ctica. As¨ª que encar¨® el partido con una tranquilidad inusual por estos lares. El Panathinaikos, que no cre¨ªa en lo que, m¨¢s que remontada, era un milagro, se dispuso a aguantar el chaparr¨®n, incapaz como se ve¨ªa de firmar tres goles y que su rival no aumentara la cuenta.

S¨®lo el argentino Leto, un chico que intent¨® triunfar en el Liverpool antes de que Anfield se lo tragara, ech¨® cierto criterio a su actuaci¨®n. Pero lo hizo de forma tan intermitente que, tras dos detalles de calidad, se abandon¨® a la generalizada galbana que inund¨® a su equipo.

Sin que nadie le pusiera en apuros -Asenjo no tuvo m¨¢s que rechazar sendos chutazos de Leto, que a¨²n en sus ratos de ocio fue el mejor de su equipo, y Christoudoulopoulos-, el Atl¨¦tico se dedic¨® a marcar el ritmo del juego, lo que hizo con una facilidad casi indecente, y dejar que el reloj avanzara. Assun??o y Ra¨²l Garc¨ªa apenas se vieron incomodados por los rivales en la zona de creaci¨®n, por lo que les fue sencillo conectar con el ataque. Otra cosa es que la inspiraci¨®n, que habitualmente acompa?a a los delanteros, apareciera ayer con cuentagotas.

Lo mismo dio que la defensa griega fuera de plastilina, m¨¢s all¨¢ de la omnipresencia del espa?ol Sarriegi. El Atl¨¦tico jugaba a medio gas, con el examen aprobado hace una semana, sin urgencia alguna. Se gust¨® en alguna que otra ocasi¨®n para solaz de un p¨²blico que, a falta de f¨²tbol, se entretuvo con ciertos detalles de calidad. Como el pase de tac¨®n de Forl¨¢n al que no lleg¨® Ag¨¹ero, propio de Kak¨¢ o de genios como el uruguayo; o la delicia de Sim?o, que all¨¢ en la banda derecha pinch¨® con la punta de la bota un bal¨®n que bajaba como una piedra del cielo y que dej¨® clavado en su pie; o la rabona que se invent¨® Maxi, desde la l¨ªnea de fondo, que s¨®lo dej¨® de ser una obra de arte cuando un defensa griego lleg¨® antes que cualquier rojiblanco; o, en fin, el jugad¨®n de Ag¨¹ero, monumental, que supuso el segundo gol y que ech¨® el cierre a una eliminatoria de la que el Atl¨¦tico fue due?o y se?or de principio a fin. Recogi¨® el bal¨®n el Kun fuera del ¨¢rea grande, cay¨¦ndose se fue de un rival, irgui¨¦ndose encar¨® a otro, al que tumb¨® con un regate, antes de entrar en el ¨¢rea por la izquierda, el bal¨®n cosido al pie, despach¨¢ndolo con un zurdazo que se col¨® entre las piernas del portero.

Nada pas¨® a partir de entonces, m¨¢s all¨¢ de la divisi¨®n de opiniones con la que el p¨²blico recibi¨® cada acci¨®n de Reyes, una an¨¦cdota en un partido que ser¨ªa anecd¨®tico si no fuera por lo que se jugaba el Atl¨¦tico, un Atl¨¦tico que en el minuto tres ya estaba en el para¨ªso y que all¨ª sigue, cumpliendo con el ineludible deber de hacerse un hueco entre los grandes de Europa. Entre ellos est¨¢.