Estados Unidos frente a sus vecinos del Sur
La inmigraci¨®n incontrolada, el crecimiento del narcotr¨¢fico y el avance de los neopopulismos son los grandes retos del presente. Para enfrentarse a ellos, Hillary Clinton cuenta con la experiencia de Arturo Valenzuela
La primera bofetada diplom¨¢tica que Hillary Clinton ha recibido por culpa de Am¨¦rica Latina no ha procedido de Caracas o La Paz, sino de Carolina del Sur. El Senador republicano Jim DeMint, miembro del Comit¨¦ de Exteriores presidido por el ex candidato a la presidencia John Kerry, ha ejercido su poder de bloqueo del nombramiento de Arturo Valenzuela, profesor de Georgetown, como secretario adjunto de Asuntos Inter-Americanos, y de Thomas Shannon, jur¨ªdicamente todav¨ªa titular de ese cargo, como nuevo embajador en Brasil. La excusa que el senador ha aducido es que la administraci¨®n de Obama se ha resistido a aceptar como hecho consumado el cambio contundente de la presidencia de Honduras. En la audiencia senatorial a la que se vio sometido (rutinariamente, seg¨²n el protocolo) el candidato, Valenzuela se hab¨ªa referido a la remoci¨®n del presidente Manuel Zelaya como un "golpe militar". Curiosamente, la oposici¨®n del t¨¢ndem Obama-Clinton ha alineado a Washington con Venezuela y Cuba, y el resto del continente. DeMint no est¨¢ de acuerdo con este veredicto. Con lo que los chivos expiatorios son Valenzuela y Shannon, adem¨¢s de amenazar tambi¨¦n con frenar el nombramiento de Carlos Pascual, hasta ahora director del ¨¢rea latinoamericana en la Brookings Institution.
El tema de Cuba est¨¢ en cierta manera congelado, a la espera de se?ales positivas de Ra¨²l Castro
Todav¨ªa est¨¢ por ver la consistencia de ALBA, liderada por Ch¨¢vez, y la viabilidad de Unasur
Cuando se siente a su pupitre, Valenzuela se enfrentar¨¢ a tres retos fundamentales. Adem¨¢s de hacer olvidar la profesional conducta de su antecesor Shannon, Valenzuela se ver¨¢ obligado a encarar un pu?ado de temas concretos de cierta importancia para la seguridad nacional de Estados Unidos. Tambi¨¦n sufrir¨¢ las consecuencias de la baja prioridad que el gobierno de Bush prest¨® a Latinoam¨¦rica, y de la atenci¨®n predominante a otras zonas m¨¢s sensibles. Este defecto se ver¨¢ reforzado por la inercia tradicional de dar por descontado al continente, con la excepci¨®n de acudir a apagar alg¨²n fuego peligroso. Ahora la crisis hondure?a se a?ade a la carga pendiente.
De nacimiento chileno, hijo de un pastor metodista y madre norteamericana misionera, se educ¨® tempranamente en Estados Unidos, fue ascendiendo en el mundo acad¨¦mico y desde hace a?os es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas y director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la prestigiosa Universidad de Georgetown, considerada como la mejor instituci¨®n acad¨¦mica de origen jesuita del mundo. Valenzuela no es un novato en el entorno de su nuevo puesto, pues ya ocup¨® el escal¨®n inmediatamente inferior cuando fue subsecretario adjunto para la misma zona, luego de haber ejercido como director del ¨¢rea latinoamericana del Consejo de Seguridad del presidente Bill Clinton. De la entera confianza del ex mandatario y su esposa, fue reclutado por Hillary, una vez ¨¦sta consigui¨® poner en orden casi todas las piezas de Departamento de Estado.
Valenzuela deber¨¢ compaginar el tratamiento de los intereses nacionales con la particular visi¨®n que tengan tanto Obama como la secretaria de Estado. Pero hay un consenso en principio entre estos tres protagonistas. El continente no requiere las medidas quir¨²rgicas que necesitaba en plena Guerra Fr¨ªa cuando estaba a merced de la infiltraci¨®n marxista procedente de Cuba, ni cuando los excesos de las dictaduras militares que se instalaron para enfrentar el desaf¨ªo se desmandaron en guerras sucias y represi¨®n interna. Hoy las amenazas son de distinto perfil.
Aunque el terrorismo vagamente internacional no representa un peligro como el de ciertos escenarios del Oriente Medio, hay cuestiones que vienen del sur que pueden ser preocupantes. La verdadera amenaza est¨¢ identificada, perversamente exagerada, con la inmigraci¨®n incontrolada a la que s¨¦ que se quiere culpar de ciertas carencias de la sociedad norteamericana y su econom¨ªa, cuando no de su indecisa esencia nacional.
A su lado, el c¨¢ncer del narcotr¨¢fico es m¨¢s grave porque est¨¢ acolchado por el consumo interior. Tan culpables son los que cosechan la materia prima de la coca¨ªna, como los que la comercian, y los que la pagan en las calles y suburbios de Estados Unidos. El narcotr¨¢fico, por otra parte, contribuye a un ascenso alarmante de la criminalidad que no solamente impacta en la seguridad personal de los turistas norteamericanos que evitan ciertas regiones y urbes latinoamericanas, sino que se ha desparramado por la frontera mexicana, hasta el extremo ins¨®lito de haber provocado la colaboraci¨®n no solamente de los cuerpos policiales de ambos pa¨ªses, sino de sus propios ej¨¦rcitos. ?ste es un hecho ins¨®lito que puede convertirse en un hito imponente en la relaci¨®n geogr¨¢fica ya que ambas fronteras terrestres de Estados Unidos, la canadiense y la mexicana, se cuentan como las l¨ªneas interestatales m¨¢s desmilitarizadas del planeta, sin parang¨®n en otras regiones. Ni M¨¦xico ni Canad¨¢ est¨¢n preparados para enfrentarse a las consecuencias del crimen organizado con ambiciones internacionales.
El siguiente tema en importancia que ocupar¨¢ las preocupaciones de Valenzuela, que deber¨¢ record¨¢rselo en diarios informes a su jefa es el inc¨®modo y tenaz ascenso de los neopopulismos latinoamericanos que amenazan con dividir el continente en tres zonas, n¨ªtidamente identificables, pero tambi¨¦n con fronteras difusas. No es f¨¢cil sopesar la fuerza del Hugo Ch¨¢vez en el resto del continente, ni tampoco su propia supervivencia, pero de momento representa un incordio dif¨ªcil de ignorar, y menos de precisar el l¨ªmite que Estados Unidos est¨¢ dispuesto a tolerar. Luego habr¨ªa que ver si Washington tiene los medios suficientes para corregir esos excesos.
Descartadas las intervenciones militares, ni siquiera en pa¨ªses cercanos (como anta?o se hac¨ªa peri¨®dicamente en el Caribe y Centroam¨¦rica), resulta problem¨¢tica la capacidad de las agencias de inteligencia en contribuir a cambios de gobiernos tal como se hizo, por ejemplo en Chile al derribar a Allende en 1973. Tampoco es f¨¢cil discernir si los gobiernos conservadores (los menos) o los moderadamente progresistas escorados hacia la izquierda pueden convertirse en agentes intermediarios de la nueva influencia norteamericana en la zona.
De menor preocupaci¨®n, pero susceptible de convertirse en objeto de disputas electorales, como ya sucedi¨® en la campa?a presidencial del pasado a?o, tal como se alude m¨¢s arriba, son los proyectos de acuerdos de libre comercio de Estados Unidos con ciertos pa¨ªses y subregiones. Como suced¨¢neo del desastre y entierro del Area de Libre Comercio de las Am¨¦ricas (ALCA), las alquitas est¨¢n a la merced de los vaivenes no solamente de la econom¨ªa, sino de las coyunturas de cada uno de los pa¨ªses que los anhelan o necesitan desesperadamente para enfrentarse a la globalizaci¨®n, sin caer totalmente en las manos de China. La desintegraci¨®n del sistema inter-americano, al menos como se conoci¨® en la segunda parte del pasado siglo, se puso de manifiesto en la cumbre de Trinidad, donde se certific¨® el entierro del ALCA. Las opciones disponibles son inciertas.
Pero en todo caso, la iniciativa parece quedar reservada a los propios latinoamericanos en sus especiales sistemas de integraci¨®n o de cooperaci¨®n econ¨®mica, y a los selectivos acuerdos bilaterales con Estados Unidos. Todav¨ªa est¨¢ por ver la consistencia de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Am¨¦rica (ALBA), liderada por Ch¨¢vez, y de la viabilidad de Unasur, ya con todos los pa¨ªses sudamericanos incluidos, que se re¨²nen de nuevo hoy en Bariloche.
Por el momento, el tema de Cuba estar¨¢ en cierta manera congelado (aunque no perder¨¢ su innata importancia), a la espera de algunas se?ales positivas del gobierno de Ra¨²l Castro. El levantamiento de las medidas restrictivas impuestas por Bush no desembocar¨¢ a corto plazo en la terminaci¨®n del embargo, sujeto al desarrollo de algunas condiciones que todav¨ªa no se dan. La ¨²nica excepci¨®n a esta inercia ser¨ªa, en el plano negativo de enfrentamiento entre los dos pa¨ªses, el surgimiento de algunas de las amenazas arriba mencionadas (emigraci¨®n sin control, narcotr¨¢fico alarmante, impacto de criminalidad). El plan positivo hacia un acuerdo pragm¨¢tico entre Washington y La Habana ser¨ªa la se?al de importantes medidas liberalizadoras en el terreno econ¨®mico, como preludio de una apertura pol¨ªtica, que hagan posible la transici¨®n hacia un sistema diferente del impuesto durante medio siglo.
Joaqu¨ªn Roy es catedr¨¢tico Jean Monnet y director del Centro de la Uni¨®n Europea de la Universidad de Miami.
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