Hermanos
Channel 4, la televisi¨®n que posee la franquicia de Gran Hermano en Reino Unido, ha decidido acabar con el programa. La ¨²ltima temporada se emitir¨¢ el verano pr¨®ximo. Dicen que ha dejado de atraer a la audiencia y que prefieren bajar la persiana antes de perder dinero. Ni la "muerte en directo" de la ex concursante Jade Goody, que vendi¨® a las c¨¢maras la exclusiva de su agon¨ªa, ha conseguido reavivar el inter¨¦s del p¨²blico por un formato que caus¨® sensaci¨®n en su d¨ªa.
Tampoco en Espa?a es lo que era. Telecinco presentar¨¢ en unos d¨ªas una nueva hornada de "hermanitos", otra vez tutelados por Mercedes Mil¨¢, pero el impacto de Gran Hermano resulta muy poco audible. Es Mil¨¢ quien sostiene el formato, y no al rev¨¦s. No parece probable que al invento le quede mucho recorrido. All¨¢ por el a?o 2000, cuando la productora Endemol vendi¨® a precio de oro la idea de encerrar a un grupo de personas y mostrarlas por la pantalla, como si fueran salamandras en un terrario, la cosa ten¨ªa su punto. Ahora es uno m¨¢s entre los muchos terrarios humanos que proliferan en la Red.
Dicen que se prepara un programa similar, con menores. Es l¨®gico. Si tratamos a los adultos como ni?os, habr¨¢ que tratar a los ni?os como adultos. Ocurre en todos los ¨¢mbitos de la vida, incluyendo el aborto. Tambi¨¦n hay quien pide la cadena perpetua (o la de muerte, puestos a pedir) para los adolescentes que cometen cr¨ªmenes graves. Lo dicho: es l¨®gico.
Cuando apareci¨® Gran Hermano, algunos lo criticaron porque, dec¨ªan, convert¨ªa a los concursantes en objetos. Seg¨²n se mire, constitu¨ªa un avance: supon¨ªa acabar con la discriminaci¨®n de la "mujer objeto" y del mucho m¨¢s escaso "hombre objeto", e igualar a todo el mundo en la categor¨ªa de "persona objeto". Es el signo de los tiempos. Si uno vive en una sociedad, puede aspirar a ciertas cosas. Cuando uno vive en un mercado, cuesta mucho ser algo m¨¢s que un producto con un precio.
?Qu¨¦ quiere un concursante de Gran Hermano? No quiere tener m¨¢s valor, sino m¨¢s precio. Quiere que le paguen por ser quien es y que le reconozcan por la calle por ser lo que es, y no por lo que hace. El signo de los tiempos.
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