Unos vuelan, otros caen
El alem¨¢n Ciolek gana, Andy Schleck cede 30 segundos y Samuel y Vinok¨²rov, 18
El consejero de Turismo de la Junta de Andaluc¨ªa se paseaba por Assen so?ando con m¨¢s turistas holandeses para su tierra. Una oportunidad de negocio sostenida por la presencia de la Vuelta en este pa¨ªs y de su equipo, el Andaluc¨ªa CajaSur, cabalgando por las llanuras de los Pa¨ªses Bajos. Sus ciclistas tambi¨¦n so?ar¨¢n con Holanda tras los sobresaltos sufridos entre las localidades de Assen y Emmen. Y no lo recordar¨¢n con gusto. Las ca¨ªdas y las aver¨ªas les machacaron. El campe¨®n de la mala suerte fue El Gordo Manuel Ortega, tan feliz el hombre despu¨¦s de haber ganado en mayo su primera carrera como profesional, en Portugal, en la Vuelta Paredes. Dos veces dio con el costillar en el asfalto. Una vez se fue al suelo Jos¨¦ Ruiz tras romper el manillar y otra Javier Ram¨ªrez, que sufri¨® un enganch¨®n con otro ciclista.
Los ciclistas hasta tropezaron con un coche aparcado en el c¨¦sped
A tres kil¨®metros de la meta, el pelot¨®n iba a 60 por hora
La ¨²nica fortuna que le acompa?¨® al Gordo fue que su segunda ca¨ªda le evit¨® caer en la montonera que unos kil¨®metros m¨¢s adelante se form¨® a cola del pelot¨®n tras tropezar los ciclistas con un coche aparcado en el c¨¦sped. La imagen ten¨ªa un punto c¨®mico con el coche con el cap¨® como una garganta que quer¨ªa tragarse a los ciclistas. Uno vol¨® por encima, muchos cayeron. Rubiera y David L¨®pez tambi¨¦n hab¨ªan ca¨ªdo antes. Tanto infortunio quiso que ning¨²n ciclista del Andaluc¨ªa figurase en el primer grupo del pelot¨®n. Ninguno entre 90. Bastante tuvieron con llegar sanos y salvos a la meta, donde el jovencito alem¨¢n Ciolek (22 a?os) sorprendi¨® a las figuras con un sprint largo. Varios candidatos se hicieron otras heridas: el corte del pelot¨®n dej¨® a 18 segundos a Samuel S¨¢nchez, Vinokurov y Frank Schleck. Su hermano Andy lo tuvo peor y cedi¨® 30 segundos.
Era la t¨®nica del d¨ªa. Un pelot¨®n enorme que volaba en el tramo final conducido por los chicarrones del Garmin, del Columbia, del Bouygues, ansiosos por el primer sprint de la Vuelta. Volaba entre bosques y rotondas (a 60 kil¨®metros por hora a tres kil¨®metros de la meta) y en la cola apenas daba tiempo para levantar la cabeza del manillar. Hasta campo a trav¨¦s hizo la mitad del pelot¨®n en una rotonda tras darse de bruces con el trazado equivocado. Esa vez, sin embargo, ?oh, casualidad!, nadie se cay¨®. Nervios y miedo a 60 por hora es una combinaci¨®n provocativa. Demasiados candidatos al triunfo, como revolucionarios liberados al fin de la dictadura del ausente Cavendish, en busca del poder. La democracia del sprint premi¨® a Ciolek, que ya fue tercero en el Tour este a?o. En la sala de prensa, tras su victoria, sentadito y sin mover un m¨²sculo, parec¨ªa una adolescente sometido a un examen oral. No estaba en la lista, pero dio el sorpasso. Los gallos, Boonen, Bennati, Freire o Farran, quedaron por detr¨¢s, sin bonificaci¨®n, facilitando el liderato de Cancellara.
Antes, cinco ciclistas hab¨ªan protagonizado la primera fuga, entre ellos Francisco Jos¨¦ Mart¨ªnez, El Cata, que cedi¨® tras el pav¨¦s, como fueron cayendo uno tras otro cuando los garmin metieron la quinta, la sexta, la s¨¦ptima marcha y engulleron kil¨®metros como si alguien les persiguiera. Era dif¨ªcil resguardarse: delante. Hab¨ªa que correr como diablos. Detr¨¢s, las ca¨ªdas amenazaban las costillas. En el centro, nadie conoc¨ªa a nadie. Y as¨ª cada cual fue lamiendo sus heridas, sus rasgu?os o sus segundos perdidos. Ciolek, modosito de la sala de prensa, lami¨® la miel. La hiel ya se la hab¨ªa comido en dos bocados El Gordo Ortega.
En una etapa casi llana, el pelot¨®n rodar¨¢ 26,5 kil¨®metros por carreteras alemanas antes de llegar a Venlo (Holanda). Los cinco pasos a nivel que deben cruzar los ciclistas podr¨ªan marcar una etapa favorable a los sprinters.
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