Matar por un 'pico'
El triple homicidio de Sainz de Baranda conmocion¨® a una ciudad marcada por el consumo de hero¨ªna en los a?os ochenta
En la cocina hab¨ªa tres tazas de caf¨¦ y dos colillas de Bisonte. Era el rastro amable de la visita de los asesinos. En el pasillo, el sal¨®n y el comedor yac¨ªan los cuerpos acuchillados del matrimonio Gardner (un ingeniero neoyorquino y su esposa) y su asistenta Benita Carretero. El canario, ¨²nico testigo, titul¨® Jes¨²s Duva su primera cr¨®nica sobre el triple homicidio de la calle de Sainz de Baranda en EL PA?S. "Hay demasiadas cuchilladas, demasiada crueldad", dec¨ªa en aquel reportaje el comisario al cargo, "sin duda es un caso especial, esto no sucede todos los d¨ªas". Una semana despu¨¦s la polic¨ªa detuvo a los autores, Mar¨ªa de los ?ngeles Carretero y su novio, Francisco S¨¢nchez, ambos heroin¨®manos. Result¨® que el domingo 24 de enero de 1988 hab¨ªan ido a la casa donde trabajaba Benita, t¨ªa de ella, a pedirle dinero para comprar droga.
"Hab¨ªa gente pinch¨¢ndose por todos lados", dice una vecina del barrio
"Nos sac¨® un caf¨¦, galletas y que si quer¨ªamos tarta", declar¨® la sobrina homicida, "alboroto, alboroto... No me acuerdo de nada... No s¨¦ qui¨¦n llevaba el cuchillo... En la calle, nos vamos para casa, nos cambiamos de ropa, nos pinchamos, no comentamos nada". El "alboroto" fue el triple homicidio que conmocion¨® al pa¨ªs. El m¨®vil: el robo para comprar hero¨ªna.
Era la pesadilla del momento. "Entonces los drogodependientes eran como los orcos en El Se?or de los Anillos", dice Ignacio Calder¨®n, portavoz de Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD), "la gente se encerraba en casa temiendo su ataque, pensando que iban a dejar la ciudad como un solar". Seg¨²n el experto, durante la crisis de la hero¨ªna de los ochenta se gener¨® "una imaginer¨ªa de la drogadicci¨®n que sigue vigente aunque han cambiado las sustancias, el contexto social y el perfil de los consumidores". "La alarma social fue desmedida", explica, "recuerdo a un presentador de telediario diciendo 'ha habido un atraco y parece que los autores no son toxic¨®manos". Un vistazo a la hemeroteca de 1988 lo confirma: titulares sobre drogodelincuentes (y sus t¨¦cnicas, como los atracos a punta de jeringuilla), notas diarias con los muertos de sobredosis (62 s¨®lo en Madrid entre enero y julio de aquel a?o), fotos de las caceroladas de Madres contra la Droga y las manifestaciones al grito de "Leguina, no queremos hero¨ªna". Los temas de los editoriales eran la conveniencia de la metadona y las pol¨ªticas de mano dura. Aquel a?o el socialista Bettino Craxi penaliz¨® el consumo en Italia; tambi¨¦n muri¨® El Pirri colgado de una jeringuilla, y se estren¨® Matar al Nani, exponente del cine quinqui (por cierto, la maravillosa exposici¨®n Quinquis de los ochenta del Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona llegar¨¢ el pr¨®ximo verano a La Casa Encendida). Los peri¨®dicos hablaban -sin el cors¨¦ de la actual correcci¨®n pol¨ªtica- de yonquis, picos, papelinas y el mono, ese que hac¨ªa que los 12.000 heroin¨®manos madrile?os pudiesen, en cualquier momento, convertirse en monstruos.
El asesinato de los Gardner fue en una calle burguesa junto al Retiro que apenas ha cambiado desde entonces. El verdadero escenario del crimen est¨¢ en San Blas, donde detuvieron a Mar¨ªa de los ?ngeles cuando acudi¨®, tras empe?ar parte del bot¨ªn, a comprar caballo. Seg¨²n un informe de 1988:
"No sabes c¨®mo era esto", dice Carmen Ruiz Mart¨ªn, una vecina del barrio, en el que ha vivido m¨¢s de 20 a?os. "Jeringuillas por todos lados, gente pinch¨¢ndose en los parques, tirados en los portales... Se nos murieron chavales a punta pala". Esta asistenta jubilada perdi¨® a una hija, Paloma. "Era muy dif¨ªcil mantenerlos alejados de la droga, la ten¨ªan encima", dice.
Hoy en el barrio hay terracitas, abuelos y chavaler¨ªa inmigrante. Algunas parejas de heroin¨®manos en la cuarentena se pasean con cervezas en la mano. Ra¨²l Limo atiende el quiosco frente al metro de Simancas: "Los yonquis se pelean entre ellos, pero conmigo no se meten".
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