Manhattan, embrujo perpetuo
'Un paseante en Nueva York' descubre al lector en espa?ol al feroz cr¨ªtico y escritor estadounidense Alfred Kazin
Ten¨ªa 36 a?os y una feroz reputaci¨®n como cr¨ªtico cuando se publicaron sus paseos literarios por la ciudad que le vio crecer. Alfred Kazin reuni¨® en Un paseante en Nueva York cuatro recorridos: desde el metro hasta la sinagoga; la cocina; la manzana y m¨¢s all¨¢; y el camino a Highland Park.
En las p¨¢ginas de este libro -uno de los tres que conforman su autobiograf¨ªa, publicado ahora por primera vez en castellano por Barataria- el intelectual traza un recorrido hist¨®rico y personal por las calles, puentes, parques y vagones en los que transcurri¨® su infancia. Sus recuerdos avanzan al mismo ritmo que su paseo por las calles de Brownsville del barrio de Brooklyn, donde se cri¨® este hijo de humildes inmigrantes jud¨ªos procedentes de Rusia. Desde esas calles donde los obreros se afanaban por conseguir un jornal y en las esquinas discut¨ªan comunistas y socialistas en la d¨¦cada de los treinta, Kazin avanza m¨¢s all¨¢, hacia la deslumbrante ciudad que cautivaba su imaginaci¨®n, por los museos, calles y lecturas que acompa?aron su infancia. Hoy Brownsville sigue siendo uno de los barrios m¨¢s pobres pero sus habitantes son afroamericanos, algo que el propio cr¨ªtico observa ya en la d¨¦cada de los cincuenta. Kazin, como muchos otros hijos de la inmigrantes jud¨ªos del Este, se instal¨® en el Upper West Side.
Este escritor, disc¨ªpulo de Edmund Wilson y miembro del c¨ªrculo de intelectuales neoyorquinos de izquierda, siempre tuvo opiniones tajantes y una curiosa forma de caminar por la vida y por los textos. Jack Kerouac anot¨® en su diario tras conocerle en la d¨¦cada de los cuarenta que "tropezaba, hablaba sin parar, a punto de ser atropellado por camiones, entusiasta, tartamudo, orgulloso y un poco despechado con este mundo, que ¨¦l mira de forma furtiva por el rabillo del ojo".
Kazin lleg¨® al "m¨¢s all¨¢", a la ciudad que desde el otro lado del r¨ªo anhelaba de ni?o. Estudi¨® en el City College y un d¨ªa, a la vuelta de clase, mientras le¨ªa una cr¨ªtica en el The New York Times su indignaci¨®n y desacuerdo llegaron a tal punto que se baj¨® del metro y acudi¨® a la redacci¨®n para discutir con el cr¨ªtico. "Aqu¨ª tienes a un radical inteligente", escribi¨® ¨¦ste en una nota de recomendaci¨®n que le entreg¨®, dirigida a Macolm Cowley de la revista The New Republic. As¨ª empez¨® su carrera, pero fue su primer libro On native grounds, una inteligente reivindicaci¨®n de una tradici¨®n literaria estadounidense lo que acabar¨ªa por consolidarla.
El nuevo mundo, la ciudad que fascina a Kazin de ni?o y su pasi¨®n literaria cristalizan en el imponente puente de Brooklyn, el mismo al que cant¨® el poeta Hart Crane en sus versos. En Paseante en Nueva York Kazin escribe: "Cuando humildemente me retiraba al metro para emprender el largo camino a casa, algo autom¨¢ticamente me sacaba del vag¨®n al llegar al puente para darme un buen ¨²ltimo paseo antes de regresar al metro". Subidos al puente que uni¨® a Kazin con su Am¨¦rica literaria, su familia y un grupo de amigos le rindieron homenaje y esparcieron sus cenizas un a?o despu¨¦s de su muerte en junio de 1999.
Hoy cientos de neoyorquinos y un considerable n¨²mero de turistas vuelven cada d¨ªa sobre los pasos del cr¨ªtico literario para emprender esta memorable caminata por encima del East River. Y sucumben ellos tambi¨¦n, ahora como entonces, al magnetismo del bello puente colgante.
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