Otra soluci¨®n final
El celuloide arde tres veces m¨¢s r¨¢pido que el papel. Quiz¨¢s ¨¦se sea uno de los tributos que el cine ha tenido que pagar a cambio de su capacidad de hacer posible lo imposible. Incluyendo la de modificar la historia: al fin y al cabo, ¨¦sa fue siempre una de las bazas de Hollywood desde que D. W. Griffith rod¨® su melodrama In old California (1910) en el prehist¨®rico escenario de lo que ser¨ªa la meca del cine. En el cine todo puede suceder. De ah¨ª su cualidad mistificadora y mitificadora, pero tambi¨¦n su aptitud para consolar, reivindicar, hacer justicia, vengar, o revelar. Y, sobre todo, entretener. El cine naci¨® como espect¨¢culo de feria, en el barrac¨®n vecino al de la mujer barbuda, el ternero de dos cabezas o el mago que hac¨ªa desaparecer a su ayudante. La gente disfrutaba con las historias de personajes "reales" en movimiento. Sobre todo si esos relatos les conmov¨ªan y les hac¨ªan re¨ªr o llorar. O ambas cosas a la vez, la guinda del pastel.
Pronto volver¨¢ a reproducirse en Espa?a el debate entre 'tarantinistas' y 'antitarantinistas' a prop¨®sito de 'Malditos bastardos'
Pronto volver¨¢ a reproducirse en Espa?a el debate entre tarantinistas y antitarantinistas a prop¨®sito de Malditos bastardos (Inglourious basterds, seg¨²n su deliberadamente incorrecto t¨ªtulo original), la ¨²ltima pel¨ªcula del director norteamericano. Sin duda, los cr¨ªticos les dar¨¢n en su momento opiniones mucho m¨¢s fundamentadas que la que yo podr¨ªa ofrecerles, de manera que me voy a limitar a contar mi (limitada) reflexi¨®n de espectador y (posterior) lector del gui¨®n. Y debo confesar, de entrada, que acud¨ª al estreno (primera sesi¨®n) de la pel¨ªcula en un cine de barrio de Nueva York en el que el p¨²blico entraba bien provisto de tanques de refresco y enormes cubos rebosantes de palomitas. Y dispuesto a divertirse.
Y lo hicimos. Ese "spaghetti western con iconograf¨ªa de la II Guerra Mundial" (seg¨²n Tarantino), rebosante de sarcasmo, iron¨ªa autorreferencial y homenajes al cine -de Bresson a Pabst, de Hitchcock a Clouzot- no aburre (pong¨¢moslo as¨ª) a casi nadie, a pesar de sus 150 minutos de duraci¨®n y la peculiar querencia de su autor por el exceso y el pastiche. Su argumento de anticuento de hadas ("¨¦rase una vez en la Francia ocupada") saturado de venganza, ruido y furia (y sentido del humor) consiste b¨¢sicamente en el desarrollo de dos conspiraciones paralelas -ambas animadas por jud¨ªos- para acabar con la c¨²pula del III Reich y poner fin a la guerra. La trama de los "malditos bastardos" -capitaneados por el no-jud¨ªo teniente Aldo "el Apache" (Brad Pitt), que disfruta arrancando cabelleras nazis- y la impulsada por Emmanuelle Mimieux (M¨¦lanie Laurent), nueva Juana de Arco cin¨¦fila, confluyen en la "soluci¨®n final" que Tarantino da a la mayor carnicer¨ªa de la historia. Y todo eso enfrent¨¢ndose a la sagacidad del elegante y siniestro coronel "caza jud¨ªos" Hans Landa (Christoph Waltz), para mi gusto el mejor personaje creado por Tarantino desde el inolvidable Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) de Pulp fiction.
Lo peor de la pel¨ªcula es que los jud¨ªos se convierten en nazis, ha sentenciado alg¨²n cr¨ªtico que olvida el poder salut¨ªfero de la farsa. El Holocausto ocurri¨® -los vencedores, por cierto, tardaron mucho tiempo en comprender su magnitud y significado- y la venganza de los jud¨ªos nunca tuvo lugar, como tampoco fue posible (salvo casos aislados) su resistencia al terror antisemita. Pero el cine puede convertirse en espejo invertido, y el resultado puede ser liberador, como en la comedia y el esperpento. Me gustar¨ªa saber cu¨¢l es la opini¨®n sobre la pel¨ªcula de los j¨®venes jud¨ªos, los nietos de las v¨ªctimas del m¨¢s repugnante genocidio de la historia. Yo disfrut¨¦ con el relato histri¨®nico y rabelesiano de su (inexistente y ucr¨®nica) venganza. Y, de paso, el espejo invertido y gore me devolvi¨® la verg¨¹enza y el oprobio del Holocausto. Porque esta pel¨ªcula tambi¨¦n es, en s¨ª misma, una venganza.
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