El papel de la oposici¨®n

No hay buen Gobierno sin una buena oposici¨®n. El Gobierno es muy d¨¦bil pol¨ªticamente, pero la oposici¨®n est¨¢ a su altura. En el autohomenaje que el PP se ofreci¨® el viernes en Valencia, Rajoy insinu¨® su inter¨¦s en dejar de lado las broncas del verano (persecuci¨®n gubernamental contra su partido, etc¨¦tera) y en mirar al frente (la crisis). Pero sus compa?eros de estrado Rita Barber¨¢ y Francisco Camps le hab¨ªan precedido en una autodefensa tan pasada de rosca que lo que lleg¨® a la gente fue el mensaje de que todo seguir¨¢ igual.

Camps acus¨® a los socialistas de querer "instalar un r¨¦gimen de terror", lo que parece desproporcionado en referencia a los trajes. Los socialistas deber¨ªan modular su indignaci¨®n y no mostrar la misma ante ese asunto que ante un desfalco millonario, por ejemplo; pero es exagerado decirle a Camps, como hizo Rajoy, que hab¨ªa sido objeto de una "crueldad infinita" o, como Rita Barber¨¢, que los valencianos estaban "orgullosos" del comportamiento de su presidente. Dejarse regalar trajes por quien contrata con la Administraci¨®n que preside puede que no sea delito, como dice la sentencia (recurrida) del Tribunal Superior, pero no es algo de lo que sentirse precisamente orgulloso.

La alcaldesa pidi¨® la dimisi¨®n de la vicepresidenta primera (por su torpeza al anunciar el recurso de la fiscal¨ªa contra esa sentencia), pero tambi¨¦n la de la ministra Trinidad Jim¨¦nez por haber propagado una "epidemia de miedo" con motivo de la gripe A. Sin embargo, sobre este asunto ha habido un amplio consenso, propiciado en gran medida por la responsable de Participaci¨®n Social del PP (y ex ministra de Sanidad) Ana Pastor. ?Por qu¨¦ no es posible llegar a acuerdos como ¨¦se (o como el de L¨®pez y Basagoiti en el Pa¨ªs Vasco) en otras cuestiones en las que hay un inter¨¦s compartido entre socialistas y populares? Por ejemplo, para hacer frente a la crisis.

Precisamente porque tiene dif¨ªcil salida, el momento es propicio para ampliar algo la superficie de consenso que suele haber en las democracias entre Gobierno y oposici¨®n; consenso en torno a medidas que favorezcan la recuperaci¨®n de la confianza, condici¨®n para la recuperaci¨®n. Zapatero anunci¨® la semana pasada su intenci¨®n de impulsar un acuerdo con el PP en relaci¨®n a la educaci¨®n y a la pol¨ªtica energ¨¦tica, e insinu¨® que pronto llamar¨ªa a Rajoy, el cual respondi¨® que s¨®lo acudir¨ªa si el presidente rectifica su pol¨ªtica econ¨®mica: una respuesta incoherente con la gravedad que el propio Rajoy atribuye a la crisis y con su discurso de que hay que ocuparse de lo que interesa a la gente, y no s¨®lo a la clase pol¨ªtica.

Simplezas como que de la crisis se sale bajando impuestos y reduciendo el gasto p¨²blico (contra lo que ayer mismo reconocieron los ministros que preparan el G-20 de Pittsburgh) demuestran que la euforia partidista y la inteligencia pol¨ªtica son dif¨ªcilmente compatibles. Esperemos que los socialistas no les imiten hoy en su tradicional inicio del curso pol¨ªtico en Rodiezmo.