Un profesional comprometido con su tiempo
La imagen ha sido persistente durante casi cuarenta a?os. Conoc¨ª a Julio de Benito en una explanada cerca de la estaci¨®n de Atocha, en Madrid, una noche g¨¦lida de principios de enero. Los que march¨¢bamos a cumplir el servicio militar en Ceuta, intent¨¢bamos combatir el fr¨ªo con hogueras antes de subir a los vagones de tercera que nos conducir¨ªan al campo de concentraci¨®n (de instrucci¨®n dec¨ªan los militares) de Campo Soto, en C¨¢diz. No ol¨ªa bien en los vagones aquellos, donde no era posible dormir por el hacinamiento. Veinte horas despu¨¦s, Julio y yo ya ¨¦ramos amigos. Y lo seguimos siendo hasta ayer. No s¨¦ c¨®mo seguir¨¢ la historia con ¨¦l. Me queda el cari?o de sus tres mujeres m¨¢s queridas, Irene, Tanit y Alejandra, sus hijas.
Con este comienzo ya se comprende que nadie va a poder encontrar en esta cr¨®nica mortal ni una sola l¨ªnea negativa. Pero voy a intentar explicar por qu¨¦ siempre he pensado que Julio de Benito era, adem¨¢s de mi gran amigo, uno de los mejores periodistas espa?oles de los ¨²ltimos a?os.
Primero, fue un hombre comprometido. Los periodistas que no hab¨ªan comulgado con el franquismo ten¨ªan que hacer dos cosas durante el primer periodo de la transici¨®n: aprender y ense?ar a practicar este oficio de forma honesta; y en segundo lugar, pelear para que ese tipo de conducta se extendiera no s¨®lo a la pr¨¢ctica de la profesi¨®n sino al comportamiento de los medios.
Julio consigui¨® trabajar en Radio Televisi¨®n Espa?ola. Y form¨® parte del grupo de profesionales que hicieron que eso que sus empleados llaman con dudoso gusto "La Casa", se transformara poco a poco en una empresa al servicio de la informaci¨®n p¨²blica, o sea, de los ciudadanos.
Sin presumir de amenazas
Despu¨¦s, un par¨¦ntesis que le llev¨® a un trabajo duro y antip¨¢tico, que consisti¨® en hacer un peri¨®dico en el Pa¨ªs Vasco, Tribuna Vasca, dirigido por Eduardo Sotillos. Fueron a?os duros en los que gentes como ellos se enfrentaban al fascismo nacionalista sin presumir de que ETA les amenazara. Tuvo tambi¨¦n la "oportunidad" de estar en TVE cuando los salvajes de Tejero intentaron acabar con la democracia. Y no presum¨ªa de ello. Segu¨ªa presumiendo s¨®lo del amor por sus hijas y de su fecunda historia con Pilar Trenas, de la que qued¨® viudo en 1996.
Como director de informativos de RNE y TVE, sigui¨® con toda fuerza desde el nombramiento hasta la ca¨ªda de Pilar Mir¨® como directora general. Yo tuve la fortuna de trabajar con ¨¦l entonces. Y soy testigo de que respetaba los criterios de la informaci¨®n, resistiendo presiones no s¨®lo de los afines al Gobierno, sino de todas partes. Julio dec¨ªa que el periodista que afirmara que no recib¨ªa presiones en su trabajo era un mentiroso. De lo que se trataba era de resistirlas. Eso no le libr¨® de tomar decisiones dolorosas que pusieron en riesgo sus relaciones con su hermano Luis o conmigo mismo. Ahora no s¨¦ qui¨¦n ten¨ªa raz¨®n, pero su bonhom¨ªa era tal que consigui¨® que esas relaciones se recuperaran sin dejar heridas. Ninguna.
Fue tambi¨¦n asesor de Jos¨¦ Borrell en el Ministerio de Obras P¨²blicas. Las trifulcas diarias con los compa?eros que estaban al otro lado de la mesa las llev¨® con dignidad, y con pasi¨®n. Porque se cre¨ªa lo que hac¨ªa. Era incapaz de tomarse a broma aquello por lo que le pagaban. Volvi¨® a la televisi¨®n de sus amores. Le encargaron una cosa de naturaleza, no s¨¦ si para quit¨¢rselo de en medio. Y se lo volvi¨® a creer.
Era un tipo decente, y sab¨ªa querer. Estar¨¢ haciendo una hoguera en alguna parte. Para calentar a los amigos.
Jorge M. Reverte es periodista, escritor, guionista y director de documentales.
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