Sanidad p¨²blica: ?eficiencia o calidad?
La mayor parte de los profesionales del Hospital Infantil La Fe de Valencia ha formado una Asociaci¨®n en Defensa de este hospital pedi¨¢trico, preocupados por el deterioro que sufrir¨¢ la calidad asistencial de los ni?os en el nuevo Hospital Universitario La Fe, que pronto entrar¨¢ en funcionamiento, si no se modifica su previsible organizaci¨®n asistencial.
Igual que otros hospitales de referencia en Espa?a, el Infantil de la Fe ha funcionado desde su creaci¨®n en 1970 como una unidad aut¨®noma e independiente del resto del complejo sanitario, en la que se congregan las distintas especialidades centradas en el ni?o, un tipo de paciente bien diferente del adulto. El ni?o no es un adulto peque?o, requiere una peculiar atenci¨®n por parte de los distintos especialistas, que deben trabajar bien articulados entre s¨ª para poder prestarle una asistencia integral.
La sanidad p¨²blica debe compaginar eficiencia y equidad y, ante todo, mantener la calidad de la atenci¨®n
Sin embargo, la configuraci¨®n de la nueva Fe disuelve la unidad e independencia de los circuitos asistenciales, mezcla a los ni?os con los adultos, y no arbitra un lugar para atender a los ni?os en el ¨¢rea de urgencias y en las zonas hospitalarias ni tampoco espacios para unidades especiales. ?Qu¨¦ razones se aducen para justificar esta dispersi¨®n? Dos al menos son usuales -la creciente especializaci¨®n de la sanidad y el triunfo de la demanda de eficiencia sobre la de calidad-, pero las dos requieren una cuidadosa revisi¨®n.
En lo que hace a la primera, sin duda la especializaci¨®n supone un progreso en la asistencia, pero siempre que se articule de tal modo que no rompa la unidad de la atenci¨®n integral. No hay enfermedades, sino enfermos, cada uno con su peculiar configuraci¨®n.
Y en lo que se refiere a la fiebre de la eficiencia, es un problema que venimos arrastrando desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, cuando el gasto sanitario empez¨® a incrementarse prodigiosamente al cobrar fuerza el Estado social y surgieron problemas de justicia en la distribuci¨®n de los recursos sanitarios.
Naci¨® entonces esa rama de la econom¨ªa, hoy floreciente, la Econom¨ªa de la Salud, que introduce en la sanidad la racionalidad econ¨®mica, el an¨¢lisis "coste / beneficio", para racionalizar el gasto. Con ello, en los centros sanitarios p¨²blicos empezaron a darse cita tres tipos de protagonistas, am¨¦n de los pacientes: los profesionales sanitarios, preocupados por el bien del paciente cuando son buenos profesionales; los gerentes, empe?ados en la eficiencia en la gesti¨®n de los recursos, y las Administraciones p¨²blicas, que nombran a los gerentes y les exigen esa anhelada eficiencia, medible en dinero y en actuaciones que generen votos.
La cuesti¨®n es muy compleja. Sin duda, la eficiencia es una buena cosa, es preciso optimizar los recursos, que son siempre escasos, y el despilfarro es inmoral. Y es importante que la sanidad p¨²blica sea eficiente, porque no es verdad, como suele creerse, que lo p¨²blico es ineficiente por necesidad, mientras que lo privado derrocha eficiencia y eficacia: la crisis econ¨®mica que seguimos padeciendo ha venido de un sector privado irresponsable, ambicioso e incompetente.
Pero tambi¨¦n el sector p¨²blico ha de ser eficiente, siempre que compagine eficiencia y equidad, y, sobre todo, siempre que mantenga la calidad de la atenci¨®n sanitaria. La rentabilidad monetaria jam¨¢s puede ir en detrimento de la calidad, el incremento de la especializaci¨®n no puede llevar a perder la visi¨®n integral del paciente, en este caso, del ni?o con sus peculiaridades.
Con tantos protagonistas en el mundo sanitario (el profesional, el gerente y el pol¨ªtico) conviene no olvidar lo obvio, las verdades de Perogrullo: que las metas de la sanidad, las que le dan sentido y legitimidad social, consisten en prevenir la enfermedad, curar lo que puede ser curado con los medios disponibles, cuidar lo que no se puede curar y ayudar a morir en paz. Esas metas han de alcanzarse en el contexto de organizaciones sanitarias, dirigidas por gerentes, dentro del marco de instituciones pol¨ªticas, pero lo espec¨ªfico de toda esa trama es facilitar a los profesionales los medios necesarios para promover el bien del paciente. Y m¨¢s en el caso del ni?o, particularmente inmaduro y vulnerable.
"Eficiencia" en sanidad no puede querer decir recorte del gasto sin m¨¢s, ni tampoco proporcionar votos a los pol¨ªticos con actuaciones que les permitan lucirse, sino optimizar los recursos humanos y econ¨®micos al servicio de la atenci¨®n al paciente, integral y de calidad.
Mucho se ha hablado del m¨¦dico como un "agente doble", que debe atender a la vez al bien del paciente y a la contenci¨®n del gasto, cuando lo cierto es que su tarea propia es la primera. Y, sin embargo, se habla poco de que en la sanidad p¨²blica hay por el momento dos agentes -gerentes y pol¨ªticos- que deber¨ªan atender a los profesionales e introducir un cuarto interlocutor, en este caso, los padres. Importa que los padres sepan qu¨¦ consecuencias se seguir¨¢n para sus hijos de la configuraci¨®n de los nuevos complejos sanitarios, prestar la voz a los profesionales para que puedan explicarlo, y atender a unos y otros. No hacerlo ser¨ªa propio de la mala gerencia y de la mala pol¨ªtica.
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia y directora de la Fundaci¨®n ?TNOR
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