"El integrismo que se introduce en el XVIII es el gran drama de Euskadi"
Alfonso de Otazu (San Sebasti¨¢n,1949), historiador y disc¨ªpulo de Julio Caro Baroja, y el catedr¨¢tico de Historia Medieval de la UPV, Jos¨¦ Ram¨®n D¨ªaz de Durana (Vitoria, 1956), son dos expertos que han querido contar, fuera de toda mitificaci¨®n, la historia apasionante de los vascos obligados a emigrar desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
Cuando la historia se muestra apasionante. As¨ª puede describirse el libro El esp¨ªritu emprendedor de los vascos (Silex Ediciones), que Alfonso de Otazu y Jos¨¦ Ram¨®n D¨ªaz de Durana han publicado hace apenas un a?o. En ¨¦l describen con todo rigor, gran amenidad y apabullante erudici¨®n, una historia del Pa¨ªs Vasco desde la baja Edad Media hasta el siglo XIX: la de una sociedad que, empujada a emigrar a Castilla y m¨¢s tarde a Am¨¦rica huyendo de la pobreza, desarrolla ese talante pr¨¢ctico y emprendedor que la distingue a¨²n hoy.
"La naturaleza pactista foral ha buscado el equilibrio, no la ruptura"
"Todos los que han hecho cosas a lo largo de los siglos no eran integristas"
"Los vascos son emprendedores y han sabido pactar con la Corona"
Pregunta. ?Son realmente los vascos m¨¢s emprendedores?
Alfonso Otazu. Claramente. El presidente del C¨ªrculo de Empresarios vascos afirm¨® hace unos meses que lo que nos diferencia del resto de Espa?a es que aqu¨ª nuestros abuelos sab¨ªan ya lo que era una empresa. Hace muchas generaciones que sabemos lo que es una compa?¨ªa, sabemos asociarnos para ganar dinero, y eso no tiene que ver con razones ¨¦tnicas, sino hist¨®ricas.
D¨ªaz de Durana. Hemos emigrado toda la vida porque la sociedad vasca expulsa a sus gentes, fruto de un sistema de herencia o de otras f¨®rmulas m¨¢s radicales. Eso, obviamente, acaba poniendo las pilas a todos para buscarse la vida y organizarse.
A. O. Y es que, adem¨¢s de la demograf¨ªa adversa, los vascos han sido capaces de organizar esta emigraci¨®n. Frente a la estamental sociedad castellana, los vascos dispon¨ªan de un sistema sociol¨®gico peculiar, las hermandades de las villas, que se al¨ªan con la Corona, a la que interesaba nuestro territorio como salida al mar, mientras Castilla nos interesaba como sociedad de acogida para los excedentes de poblaci¨®n. Para favorecer esa emigraci¨®n decimos en Castilla, que es una sociedad dividida en dos estamentos, que todos los vascos son hidalgos.
D. de D. Eso supon¨ªa una gran ventaja para los que emigran frente a los otros. Porque los vascos eran hidalgos y, como tales, ten¨ªan privilegios fiscales. Pero tambi¨¦n ten¨ªan capacidad de ejercer oficios viles, como trabajar la tierra, en las ferrer¨ªas y, por supuesto, en el comercio.
A. O. Hay que imaginar a un vasco que llegaba a Castilla con lo puesto y lo primero que hac¨ªa era inscribirse en el padr¨®n de los hidalgos. Y mientras el resto de hidalgos responde m¨¢s a la caricatura de Cervantes, ¨¦stos sudaban y trabajaban en actividades productivas. Eso provocaba esc¨¢ndalo y oposici¨®n, pero este sutil planteamiento se jug¨® con la complicidad de la Corona.
P. Destacan tambi¨¦n en su obra la conciencia de clan que caracteriza a los vascos y que tanto les ha beneficiado.
A. O. Eran pocos, ten¨ªan un estatus legal similar y una lengua que contribu¨ªa a la identificaci¨®n inmediata. En el momento de la gran emigraci¨®n, en el siglo XVI, todo esto facilita mucho su uni¨®n. Adem¨¢s, el vascuence estimula la confianza, un factor clave en las relaciones comerciales. Todo ello va acentuando la conciencia de clan. Y otra cosa que nos ha llamado la atenci¨®n, siguiendo la estela de Max Weber, es la influencia de la religi¨®n en el esp¨ªritu emprendedor, en el paso hacia el final del antiguo r¨¦gimen. Los vascos usaron mucho a las comunidades religiosas, las ¨®rdenes mendicantes, que viv¨ªan donde hab¨ªa mercaderes y funcionaban como una multinacional a la hora de facilitar el intercambio.
P. El clan de los vascos tuvo gran protagonismo en Am¨¦rica.
A. O. A Am¨¦rica los vascos llegamos mucho m¨¢s como una caravana del Oeste que como la hueste aguerrida y conquistadora que eran los extreme?os, castellanos y andaluces. Estos hac¨ªan las tareas de conquista y, una vez abierto el terreno, aparec¨ªan los vascos con sus carromatos llenos de mercanc¨ªas para intercambiar por la plata. M¨¢s tarde, adem¨¢s, demuestran que tienen conocimientos, de los que carecen los otros, para extraer el mineral de la plata, que son los mismos que se utilizaban en las ferrer¨ªas. En Potos¨ª se hicieron as¨ª con el monopolio de la plata, provocando la sublevaci¨®n de las dem¨¢s comunidades. Aqu¨ª se da la gran paradoja: eran los m¨¢s leales a la Corona y ¨¦sta confiaba mucho en los vascos.
P. Describen una realidad en la que no puede hablarse de conflicto, sino de colaboraci¨®n entre los vascos y la Corona, y que se concreta en el r¨¦gimen foral.
A. O. Colaboraci¨®n que se va construyendo, porque no es algo est¨¢tico. Pero, por razones intr¨ªnsecas del propio proceso, siempre se tend¨ªa a buscar el equilibrio, no la ruptura. El padre Larramendi, un jesuita fuerista que no era integrista, explica muy bien la naturaleza pactista que tiene este r¨¦gimen foral, donde siempre hay que buscar el acuerdo. Porque el pacto hace que se funcione bien y elimina tensiones, las absorbe.
P. Hasta que ese pacto se convierte en conflictivo.
A. O. Eso lo explicamos en el ep¨ªlogo. Ah¨ª ha sido muy importante el integrismo implantado a trav¨¦s de la corriente rigorista de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, que ya comenz¨® enfrent¨¢ndose a los programas reformistas de Carlos III. Los rigoristas ten¨ªan mucha influencia en el mundo rural y tambi¨¦n entre los notables rurales, que se negaron a reformar el fuero porque para ellos pactar era pecado. Este fue el problema. Al ser pecado, todo pacto supon¨ªa una dejaci¨®n de parte de las ideas, mientras que el mundo ilustrado pensaba sobre todo que se puede pactar a cambio de cosas.
D. de D. Ese integrismo se fue conformando poco a poco. Con hechos como la negativa de las Juntas Generales de los tres territorios y del Reino de Navarra a la habilitaci¨®n de los puertos vascos para negociar directamente con Am¨¦rica, para romper as¨ª el monopolio de Sevilla y Cadiz. Dijeron que no compensaba, que hab¨ªa que mantener el statu quo. Otazu conoce y describe muy bien c¨®mo se va generando ese integrismo a partir del XVIII, con la expulsi¨®n de los jesuitas, y en el XIX, cuando se va impregnando en la sociedad hasta adquirir la influiencia social y pol¨ªtica que ha tenido.
A. O. Ese desencuentro social se agrav¨® m¨¢s tarde con la Revoluci¨®n francesa y la ocupaci¨®n de Guip¨²zcoa y Vizcaya. Una de las an¨¦cdotas que contamos, tomada del Duque de Mandas, relata una batalla de la Guerra de la Convenci¨®n en la que el cura de Beizama, rodeado de quinientos hombres armados, se enfrenta a los franceses portando el pend¨®n de la Virgen del Rosario y cantando letan¨ªas mientras, enfrente, los franceses cantaban La Marsellesa. Se trata de una caricatura que refleja muy bien d¨®nde estamos y porqu¨¦ estamos donde estamos.
P. ?El ¨²ltimo pacto, el Estatuto de Gernika, ha estimulado el esp¨ªritu emprendedor?
D. de D. El Estatuto es como una reencarnaci¨®n del r¨¦gimen foral: absorbe lo que quedaba y le da contenido. Y eso es lo que ha tra¨ªdo prosperidad, aunque con la violencia detr¨¢s.
P. ?Considera, entonces, que no hay precedentes hist¨®ricos que justifiquen la demanda de independencia?
A. O. En esto tiene mucha importancia el que el nacionalismo hist¨®rico no deja de reclamarse heredero de los carlistas que se echaron al monte, desvirtuando, desde el punto de vista hist¨®rico, el significado que eso tuvo. Y no han asumido que hab¨ªa otra corriente de pensamiento bien distinta, que era el vasquismo fuerista.
P. La convivencia se ha resentido en los ¨²ltimos a?os, producto de la tensi¨®n que ha generado su l¨ªnea soberanista.
A. O. La divisi¨®n de esta sociedad no pasa por el nacionalismo o no nacionalismo, sino por los dem¨®cratas o los no dem¨®cratas. As¨ª como ser liberal y fuerista generaba tensi¨®n -por un lado, se aceptaba el fuero, que hund¨ªa sus ra¨ªces en el antiguo r¨¦gimen, y por otro dec¨ªan ser liberales-, ser nacionalista y dem¨®crata tambi¨¦n genera tensi¨®n. El integrismo es el gran drama de este pa¨ªs. Todos los que a lo largo de los siglos han hecho cosas y movido cosas no eran integristas. Como tampoco son integristas los empresarios de hoy d¨ªa que se amoldan a las cosas.
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