El despliegue policial penaliza a las prostitutas sin papeles

Tres de la tarde de ayer en la calle de Robador de Barcelona. Agentes de la polic¨ªa local montan guardia en uno de los epicentros de la prostituci¨®n callejera. Ante su mirada y pocos metros m¨¢s all¨¢, decenas de trabajadoras ya vuelven a hacer la calle a pesar del despliegue extraordinario de Mossos y Guardia Urbana. "Soy europea. No me pueden decir nada", sabe Andrea, rumana de 18 a?os. Las chicas con documentos en regla se han percatado de que la apabullante presencia policial es poco m¨¢s que disuasoria, porque la prostituci¨®n no es delito y la polic¨ªa no pueden echar a las trabajadoras de la v¨ªa p¨²blica. Casi ni rastro, en cambio, de las subsaharianas. La mayor¨ªa se esconde en casa, sin ganarse la vida. La represi¨®n policial, la ¨²nica respuesta que ha dado el Consistorio para atajar la oferta de sexo de pago en la calle, perjudica al eslab¨®n m¨¢s precario.

Aunque tampoco es grave la amenaza a las sin papeles: las ¨²nicas cuatro prostitutas detenidas en la redada del s¨¢bado por infracci¨®n a la Ley de Extranjer¨ªa ya est¨¢n libres. Se les ha abierto un proceso de expulsi¨®n, pero ser¨¢ dif¨ªcil completarlo: carecen de domicilio conocido y, en el caso de las nigerianas, no existe un convenio de extradici¨®n entre Espa?a y su pa¨ªs.