Los campistas de Ons se rebelan
El patronato das Illas Atl¨¢nticas defiende la privatizaci¨®n de la acampada, hoy libre
Cuando se enteraron de que el Parque Nacional da Illas Atl¨¢nticas pretend¨ªa convocar un concurso para privatizar la gesti¨®n del c¨¢mping de Ons, los usuarios acordaron levantarse en defensa de la acampada libre "pero controlada". Ahora, formalmente constituidos en la Asociaci¨®n Cultural Acampa en Ons, tienen una web (www.acampaenons.org) y un sello en el que aparece una tienda de campa?a con una gaita pintada en la tela. Es una tradici¨®n, ¨¦sa de venir a Ons con el instrumento, porque en la isla, todo el mundo lo dice, suena mejor la m¨²sica. Debe de ser cosa del aire que azota una cara del archipi¨¦lago y s¨®lo acaricia la otra.
Claro que el viento, en Ons, tambi¨¦n invita a la discordia. Los 70 habitantes censados llevan mucho tiempo divididos en dos bandos, personalizados en dos l¨ªderes y materializados en un par de restaurantes, el Checho y el Acu?a, y otro par de navieras, vinculadas a los bares, que transportan pasajeros a la isla. Todos, a su vez, pero cada cual a su manera, se enfrentan a diario con las trabas que les impone la Administraci¨®n por eso de que viven en un parque nacional. Pero el simple hecho de ser una isla y de haber agua de por medio tambi¨¦n les vale para burlar las decisiones que se toman en Vigo (en la sede del parque) y en Santiago (en la Conseller¨ªa de Medio Rural, que con Feij¨®o ha pasado a tener las competencias).
El vigilante de recursos naturales tiene que limpiar los v¨¢teres
"Hay botell¨®n, pero en C¨ªes tambi¨¦n, y all¨ª el c¨¢mping es de una empresa"
A lo largo y ancho de las 416 hect¨¢reas que mide la isla principal, cualquier excusa alimenta el desencuentro. Y la ¨²ltima es la privatizaci¨®n del c¨¢mping, una amenaza que en realidad planea sobre Ons desde hace dos a?os, cuando la decisi¨®n depend¨ªa del Ministerio de Medio Ambiente. Un bando en la isla defiende que la acampada libre es un desmadre, porque se juntan ah¨ª "hasta 800 campistas" sin control en una noche. El otro opina que detr¨¢s de estas declaraciones se esconde el prop¨®sito de alg¨²n vecino de hacerse con la gesti¨®n del c¨¢mping. Pedro Pupas, portavoz oficial de Acampa en Ons, en la misma l¨ªnea, recuerda que para acampar hace falta un permiso y que el parque nacional s¨®lo da 200 licencias por d¨ªa. "Otra cosa es que se cuele alguno, como mucho diez, pero eso tambi¨¦n pasa en los c¨¢mpings privados".
"En Ons", sigue contando, "hay problemas con el botell¨®n, pero nadie puede decir que la culpa sea de la acampada libre, porque en C¨ªes el c¨¢mping es privado y tambi¨¦n hay l¨ªos y hay botell¨®n". Pupas, que prefiere aparecer con el apodo porque trabaja "para la Administraci¨®n", asegura que "las broncas que se montan muchas veces son por culpa de los turistas que se alojan en las casas de alquiler". En Ons "hay 50 casas que se alquilan", revela el portavoz de los campistas, a pesar de que es una pr¨¢ctica ilegal, porque "si la casa no es tuya no la puedes alquilar". Los habitantes de Ons, llamados siempre colonos, son, en realidad, usuarios en vida de aquellas casas. Y mientras la propia Xunta se demora en poner en orden las leyes sobre los colonos, el usufructo puede heredarse, pero nunca alquilarse. Cuando el turista le pide una factura por sus d¨ªas de estancia, alg¨²n hostelero que arrenda habitaciones le extiende un recibo por "cinco comidas" porque a ojos de la Administraci¨®n no alquila nada.
"Soy silencio, soy del viento, soy melod¨ªas y gestos / soy de todos, soy de nadie, y as¨ª quiero seguir siendo", reivindica un poema de Alfonso Fern¨¢ndez que recibe al visitante en la web de los campistas. "Nosotros no es que no queramos pagar", aclara Pupas. "Al contrario, si dando dos euros contribuimos a solucionar los problemas de la zona de acampada do Chan da P¨®lvora, que se arreglan con cuatro duros, los daremos encantados". En el recinto hay cinco retretes de ¨¦sos que hay que abordar en cuclillas y seis duchas. A falta de otro personal, los limpia el vigilante de recursos naturales puesto en la isla por Tragsa. En la caseta de madera del c¨¢mping, este empleado se reparte las tareas de control con los trabajadores del servicio contraincendios. Ninguno de ellos, si hay bulla, tiene potestad para multar o expulsar.
La plataforma se reuni¨® ya con todas las autoridades, las de la Xunta y las del parque, y consigui¨® arrancar al nuevo director general de Conservaci¨®n da Naturaleza, Ricardo Garc¨ªa Borreg¨®n, el compromiso de "estudiar" la regulaci¨®n de la acampada bajo gesti¨®n de la Xunta. Pero unos d¨ªas despu¨¦s, Fernando Garrido, presidente del patronato das Illas Atl¨¢nticas, tambi¨¦n reci¨¦n nombrado, declaraba que "la ¨²nica manera de que funcionen las cosas es bajo supervisi¨®n privada". Los campistas lanzaron entonces un SOS a trav¨¦s de Internet y convocaron una protesta ante la sede del parque en Bouzas hace una semana. Ley¨® el manifiesto otro campista, el cantante Tonhito de Poi, y cuando a la salida del turno de ma?ana se les juntaron los trabajadores de Barreras y Citro?n, llegaron a ser 185 manifestantes.
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