Territorio borroso
Una iniciativa sin principio ni fin, sin reglas ni pautas conocidas ni preestablecidas. As¨ª defin¨ªa Agust¨ªn Eizaguirre, director general de la C¨¢mara de Comercio de Guip¨²zcoa, a Gipuzkoa Aurrera, ese lobby, club o foro que incluye a la C¨¢mara, MCC, Kutxa, Adegi, y la Diputaci¨®n guipuzcoana. Nunca he entendido el para qu¨¦ de esa agrupaci¨®n, que tratar¨ªa de compensar, al parecer, la falta de mayor¨ªas s¨®lidas, la fragmentaci¨®n pol¨ªtica y la oposici¨®n de los movimientos sociales, lo que, formulado en esos t¨¦rminos, vendr¨ªa a sancionar la impotencia y escasa capacidad operativa de nuestras instituciones pol¨ªticas.
En Guip¨²zcoa, se afirma, cualquier iniciativa encuentra obst¨¢culos insalvables para salir adelante, a diferencia de lo que ocurre en Vizcaya o en ?lava. Sin embargo, lo curioso es que ese bloqueo rara vez es debido a un desacuerdo irresoluble entre las fuerzas representativas mayoritarias, ni tampoco a un rechazo expl¨ªcito por parte de las mayor¨ªas sociales que las apoyan. Los proyectos estrat¨¦gicos, es decir, esos que consideramos necesarios para el desarrollo y el progreso de nuestra sociedad, no suelen concitar el rechazo de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n cuando se justifica adecuadamente su necesidad para el bien com¨²n, se ofrecen sus ventajas respecto a otras alternativas y se adoptan las medidas correctoras necesarias. Y son nuestras instituciones representativas las que pueden ser depositarias de una mayor confianza ciudadana al plantear esas iniciativas para el bien com¨²n. ?Se puede pretender, acaso, que un lobby empresarial puede recabar para s¨ª esa confianza de la que son deficitarias nuestras instituciones?
Guip¨²zcoa es v¨ªctima de un s¨ªndrome y es tambi¨¦n v¨ªctima de un excesivo cantonalismo. El s¨ªndrome se llama Leizaran, un proyecto seguramente mal planteado y, desde luego, peor resuelto. Curiosamente, el proyecto de la autov¨ªa de Leizaran disfrutaba de un amplio consenso pol¨ªtico y no podr¨¢ afirmarse que suscitara el rechazo de la poblaci¨®n guipuzcoana, salvo -y aqu¨ª entramos de lleno en el problema del cantonalismo, m¨¢s como instrumento pol¨ªtico que como ideolog¨ªa- el de la de la zona afectada. No cabe duda de que el caso Leizaran se volvi¨® paradigm¨¢tico para el modo de afrontar sucesivos proyectos, tanto en lo relativo a la debilidad de nuestras instituciones cuanto en la fortaleza y maneras de quienes se oponen a ellos. Respecto al cantonalismo, a lo f¨¢cil que resulta encender entre nosotros la llama localista, quiz¨¢ haya que buscarle ra¨ªces en alg¨²n tipo de idiosincrasia del territorio, mezcla de conservadurismo y de viejos usos en los que el terror puede hallar acomodo f¨¢cil, pero se ha convertido en un instrumento pol¨ªtico que mina cualquier inter¨¦s general que pueda concretarse en eso que se denomina Guip¨²zcoa.
Si es esto, la d¨¦bil realidad de Guip¨²zcoa, lo que se pretende superar con Gipuzkoa Aurrera, tengo mis dudas de que sea el camino m¨¢s adecuado.
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