L¨¢grimas de septiembre
Hay quien no puede reprimir una sonrisa de alivio cuando ve a los ni?os llorando a la puerta del colegio y recuerda que ya no es uno de ellos. M¨¢s raro resulta ver sonre¨ªr a un padre de la mano de un ni?o con babi y pataleta. Ellos tambi¨¦n saben que los primeros d¨ªas de clase suelen ser un infierno. Las rabietas pueden ir acompa?adas de dolores y ansiedad, y prolongarse durante semanas. Entonces hay que preguntarse si tras ellas no se esconde algo m¨¢s.
Los hipidos de Mar¨ªa, de cinco a?os, no se salen de lo corriente, pero bastan para descorazonar a su madre, Mar¨ªa Guilorozco. Con tres a?os, su primer d¨ªa de clase en una escuela de Requena (Valencia) fue bien; el segundo empez¨® a llorar, y no par¨® en una semana. Al siguiente curso repiti¨® f¨®rmula, y para ¨¦ste las perspectivas son inciertas.
La mayor¨ªa de novatos se comportan as¨ª por miedo, porque saben que se enfrentan a un espacio con normas estrictas o, simplemente, porque no tienen ganas de compartir su vida con 20 desconocidos. Muchos lo hacen tambi¨¦n "por pura simpat¨ªa con los compa?eros", seg¨²n afirma Jes¨²s Ram¨ªrez Caba?as, psic¨®logo educativo que trabaja desde hace 25 a?os en un colegio de Madrid. El rechazo al colegio puede somatizar en dolores de est¨®mago, diarreas, cefaleas, ataques de ansiedad... y aun as¨ª no salirse de lo corriente. Comienza a ser preocupante cuando los s¨ªntomas se prolongan m¨¢s de 15 d¨ªas. A partir de ese momento hay que tener presente que existen dos tipos de rabietas: las de adaptaci¨®n y las que son s¨ªntoma de otro problema.
Roc¨ªo Ramos-Pa¨²l, la Supernanny (www.rocioramos-paul.com) del programa de televisi¨®n de Cuatro, es una psic¨®loga que cree que "el colegio es un medio social y atrae a los ni?os. Al menos hasta los ocho a?os. Si el rechazo l¨®gico de los primeros d¨ªas se prolonga, hay algo". Ram¨ªrez Caba?as no est¨¢ de acuerdo con la primera parte de la afirmaci¨®n -"Yo siempre detest¨¦ ir al colegio", confiesa-, pero s¨ª con la segunda. Dentro de los problemas que pueden hacer que la repulsi¨®n se perpet¨²e enumera el bullying o acoso escolar y la excesiva presi¨®n de los padres, que fijan en sus hijos expectativas que los asfixian. Aparte est¨¢n los ni?os con principio de depresi¨®n o trastornos de personalidad.
En los casos complicados, el rechazo a la escuela no es una reacci¨®n que surja en verano, sino que se agudiza en ese momento, cuando finaliza la tregua. "Si insisten en que no quieren ir al colegio, hay que investigar con el tutor", diagnostica Ramos-Pa¨²l. Sin olvidar que no todas las repulsiones tienen que tener una expresi¨®n externa, recuerda Ram¨ªrez: "Hay alumnos que padecen no solamente curso tras curso, sino todos los d¨ªas. Lo que pasa es que no lo dicen. Algunos lo han contado de mayores, pero a otros les ha costado abandonar en la ESO".
La maestra de Mar¨ªa, Beatriz Mart¨ªnez, lleva 15 a?os en la educaci¨®n infantil y ha tenido casos tan severos que le produc¨ªan ansiedad. Hab¨ªa un ni?o que gritaba que se quer¨ªa morir. Era tremendo. Subyac¨ªa una falta de atenci¨®n en casa; el alumno quer¨ªa, simplemente, cuidados.
Para Beatriz es preocupante comprobar que muchos de los m¨¢s reacios a volver al colegio luego terminan diagnosticados con un s¨ªndrome: de Asperger, hiperactividad... "Lo m¨¢s f¨¢cil resulta colgarles algo as¨ª", se lamenta.
Las soluciones en los casos normales pasan por acostumbrar a los ni?os unas semanas antes a la perspectiva de que la rutina amenaza a la vuelta de la esquina. Convencerles de que dediquen un rato a repasar las tareas y que regulen sus horarios. Si se quejan, los docentes tambi¨¦n recomiendan que, una vez iniciado el curso, sigan bajando a la piscina, al parque o prolongando sus actividades de ocio veraniegas.
Cada vez en m¨¢s escuelas el periodo de adaptaci¨®n se concreta en grupos reducidos con horarios ligeros y, a veces, tambi¨¦n con la presencia paterna. En la escuela de Beatriz se prepara desde junio a los padres primerizos aconsej¨¢ndoles que vayan avanzando a los ni?os qu¨¦ es la escuela. Quien avisa no es traidor.
Las soluciones de emergencia, cuando en la hora H el ni?o cargado de babi y cartera no quiere soltar los pelos de su madre, pasan por ignorar las rabietas y estimular comportamientos positivos. A la peque?a Mar¨ªa la vienen seduciendo desde hace dos a?os con el juego de las caritas. Si resiste el d¨ªa sin llorar, se lleva una carita sonriente. A la semana le corresponde el premio que ella haya elegido previamente. La ¨²ltima vez fue el mismo que vio escoger a su vecina de lloros: una chocolatina.
La colaboraci¨®n de los padres resulta determinante. El problema fundamental es transmitir confianza, recuerda Supernanny: "Deben generar seguridad, despedirse, no salir corriendo cuando el ni?o no mira. Hay que manejar la situaci¨®n con madurez para que comprendan que puede hacer cosas sin pap¨¢".
En la educaci¨®n primaria no suele ser dif¨ªcil generar din¨¢micas de cooperaci¨®n padre-tutor. Pero si los problemas se prolongan, los padres tienden a acusar a la escuela, se lamentan los docentes. "A esto le sumas que los alumnos, cuando se van haciendo mayores, tienen miedo a que su problema salga a la luz", concluye Ram¨ªrez. El riesgo es que el rechazo se convierta en fobia e incapacite al ni?o para asistir a clase -un caso extremadamente inusual que requiere un especialista- o termine en fracaso escolar. Pero no se asuste si su ni?o llora este a?o frente a la puerta del colegio. Con toda probabilidad, no ser¨¢ grave. Piense si usted no har¨ªa lo mismo si creyera que puede servirle para retrasar unos d¨ªas la vuelta al trabajo.
Si los s¨ªntomas se prolongan m¨¢s de 15 d¨ªas, comienza a ser preocupante
Trucos
1. En los d¨ªas previos
Anunciar la llegada del colegio: empezar con las tareas y los horarios, hablar del tema.
2. En la puerta del colegio
Para los principiantes, clases de adaptaci¨®n con horarios y grupos reducidos.
Seguridad: decir adi¨®s, no salir corriendo cuando el ni?o se despiste.
Ignorar las rabietas y estimularle cuando hace algo positivo.
Captar la atenci¨®n del ni?o con cuentos, magia...
3. Cuando empiezan las clases
Prolongar la rutina veraniega (piscina, parque...) para facilitar el aterrizaje.
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