Qu¨¦ asco de noche
Tengo 16 a?os. Todo empez¨® cuando una amiga me envi¨® un mensaje para ir a las fiestas de Pozuelo. Pens¨¦, genial, un poco de fiesta, alcohol, y m¨²sica con mis amigas. ?C¨®mo vamos? En metro y luego en autob¨²s. ?A qu¨¦ hora? A las 20.00 en Arturo Soria. Primero, no encontr¨¢bamos all¨ª "un chino" para comprar las botellas y algo para cenar. Nos cost¨® encontrarlo, pero al final, all¨ª estaba, en el metro, con mi botella de licor 43 en una bolsa junto a un paquete de patatas para cenar. A las 23.00 llegamos a Plaza de Castilla. All¨ª una amiga nos guardaba la cola para el autob¨²s de Pozuelo, en su mayor¨ªa j¨®venes con bolsas llenas de botellas de alcohol. Dentro tuvimos suerte de poder encontrar asiento. Cuando ¨ªbamos para Pozuelo descubrimos que nadie en el autob¨²s sab¨ªa d¨®nde era la fiesta. Nadie sab¨ªa en qu¨¦ parada bajarse. Empec¨¦ a ver que no eran unas fiestas normales, era un botell¨®n en toda regla.
Cuando llegamos ya era medianoche. A¨²n nos quedaba andar un buen trecho hasta llegar a la fiesta. Seg¨²n nos acerc¨¢bamos, se pod¨ªa ver a peque?os grupos de j¨®venes de diferentes edades, algunos de apenas 14 a?os, sentados en la hierba bebiendo tranquilamente. En las escaleras enfrente de la plaza de toros vi la primera pelea de la noche. Dos chicos de unos 17 a?os se enzarzaron. Normalmente, esas broncas de gallitos suelen acabar en insultos, pero esos dos llegaron a m¨¢s. Uno parec¨ªa pijo y el otro skin. El pijo se abalanz¨® sobre el otro, pero sus amigos lo retuvieron. Yo observaba la pelea mientras trataba de abrir mi botella. Luego, dos chicas y un chico abrazados se acercaron a pedirnos un piti. No pod¨ªan ni mantenerse en pie. Imagin¨¦, por su aspecto de pijos, a papi y a mami pensando qu¨¦ tal estar¨ªa su hijita en la feria. Mientras se alejaban, vi esa atracci¨®n: La C¨¢rcel. Los ni?atos se sub¨ªan completamente borrachos en una noria en la que se va de pie entre barrotes. Vi m¨¢s de una cena volando... Como todos, buscaba la m¨²sica pero lo ¨²nico que se o¨ªa eran las ambulancias, las peleas y los tambores de la orquesta local. De repente sent¨ª algo caliente en el pie cuando bajaba por las escaleras de una plaza: "Un capullo nos est¨¢ meando", grit¨¦.
Por fin llegamos a la discoteca m¨®vil, una plataforma con un cincuent¨®n de DJ. No hab¨ªa casi nadie y la m¨²sica apenas se o¨ªa. Vi a dos ni?as peque?as bailando. Eran las 2.15, yo hab¨ªa quedado con mi padre calle abajo. Le intentaba llamar, pero las l¨ªneas estaban saturadas. Una amiga me acompa?¨® un rato. Todo estaba cortado con coches de la polic¨ªa, ambulancias... Pas¨¦ cerca de un puesto del SAMUR. Dentro, una chica con un coma et¨ªlico, recib¨ªa ox¨ªgeno. Otros chicos vomitaban. Estaba sola, en una calle infestada de borrachos invit¨¢ndome a una copa, sin cobertura... Segu¨ªa bajando la calle cuando o¨ª que alguien gritaba mi nombre. Era mi padre. En el coche, a salvo, pens¨¦ en mis amigas, que se hab¨ªan quedado. El resto de la fiesta la vi al d¨ªa siguiente por televisi¨®n. Mi padre me dijo que ni pensase en las fiestas de Majadahonda. No lo he hecho, no me apetece que me caigan botellazos ni otra meada.
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