La soluci¨®n es que hablen entre ellos
El que la recesi¨®n internacional parezca estar tocando fondo no deber¨ªamos tomarlo como una se?al definitiva de que, para nosotros, lo peor de la crisis ya ha pasado.
En nuestro caso, la resaca durar¨¢ un poco m¨¢s que en otros pa¨ªses. No s¨®lo por el hecho de que, debido a que la borrachera del endeudamiento y la burbuja inmobiliaria fueron m¨¢s fuertes, el tiempo para digerirla ser¨¢ tambi¨¦n mayor. En este sentido, no es casualidad que los pa¨ªses que dan se?ales de estar saliendo de la crisis sean los que menor borrachera inmobiliaria han tenido en la fase expansiva.
Mi temor a que lo peor para nosotros puede no haber llegado viene del comportamiento del paro.
Hay un hecho singular que necesita explicaci¨®n. La econom¨ªa espa?ola es la que menor capacidad tiene para protegerse contra el paro en una recesi¨®n. Dicho de otra forma, es la que m¨¢s paro produce. Parece como si la ¨²nica v¨ªa de ajuste que practican las empresas espa?olas frente a una recesi¨®n fuese lisa y llanamente la destrucci¨®n de empleo. Y lo sorprendente es que lo hacen tanto las empresas en p¨¦rdidas como las que obtienen buenos beneficios. Hay algo as¨ª como una cultura del ajuste mediante la destrucci¨®n de empleo.
Hay que retornar a la negociaci¨®n colectiva y no empecinarse en reformar la contrataci¨®n y el despido
Antes de ver cu¨¢les son las causas, paremos un momento a ver por qu¨¦ nos ha de preocupar esta cultura. En primer lugar, porque el paro es un drama para aquellas personas y hogares que lo sufren. Un drama que puede abocar a muchos a la pobreza permanente y a la marginaci¨®n. Pero hemos de temer al paro por otro motivo. Porque es el virus que puede hacer que una recesi¨®n breve acabe mut¨¢ndose en una depresi¨®n econ¨®mica duradera. Es decir, que una recesi¨®n en forma de V pueda transformarse en una depresi¨®n duradera en forma de U. Si fuese as¨ª, lo peor a¨²n no se habr¨ªa producido.
?Qu¨¦ es lo que explica este hecho diferencial? Una breve pero sugestiva nota incluida en el Informe mensual de julio-agosto de La Caixa, elaborada por la economista Marta Guti¨¦rrez-Dom¨¨nech, nos pone en la pista de las respuestas. Entre los factores que menciona, d¨¦jenme que escoja s¨®lo uno de ellos. Se trata de la importancia que tienen las relaciones administrativas de las relaciones laborales.
Cuanto m¨¢s se facilita a las empresas que puedan reducir la jornada de trabajo y el salario de sus trabajadores, compens¨¢ndolo con ayudas del sector p¨²blico, menor es el paro. El sistema alem¨¢n de reducci¨®n de jornada con apoyo del Estado (Kurzarbeit) es paradigm¨¢tico. Alemania tiene casi 1,3 millones de trabajadores en esta situaci¨®n, frente a unos 3,4 millones de personas en paro. Si no hubiese ese mecanismo, el paro alem¨¢n ser¨ªa superior al espa?ol. Sistemas similares existen en otros pa¨ªses.
En Espa?a, lo m¨¢s parecido son los expedientes de regulaci¨®n de empleo (ERE). Pero en el mes de marzo afectaban a 49.220 trabajadores, cifra insignificante en relaci¨®n con los cuatro millones de parados espa?oles. Nos habr¨ªa ido mucho mejor extender los instrumentos de negociaci¨®n colectiva y las ayudas p¨²blicas contenidos en mecanismos como los ERE que caminar por la v¨ªa de la destrucci¨®n de empleo.
?Cu¨¢l es entonces el camino a seguir para frenar la sangr¨ªa del desempleo y el riesgo de que la recesi¨®n se mute en depresi¨®n? Retornar a la negociaci¨®n colectiva y no empecinarse obsesivamente en la previa reforma de las formas de contrataci¨®n y despido como ¨²nica forma para lograr la flexibilidad.
?Podemos hacerlo? A mi juicio, se puede. La experiencia espa?ola de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas es muy f¨¦rtil en innovaciones laborales surgidas de la negociaci¨®n colectiva. A finales de los setenta y principios de los ochenta logr¨® cambiar la forma de fijaci¨®n de los salarios en funci¨®n de la inflaci¨®n esperada e introdujo el c¨®mputo anual de las horas trabajadas, algo que a otros pa¨ªses europeos les cost¨® a?os. Posteriormente, la negociaci¨®n colectiva favoreci¨® la reconversi¨®n industrial. Y ya en los noventa, despu¨¦s de la tremenda recesi¨®n y aumento del paro que se produjo entre 1992 y 1995, la negociaci¨®n permiti¨® en 1997, en el inicio del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, la introducci¨®n del contrato de fomento de empleo de tres a?os, que tan buenos efectos ha tenido.
Tenemos mimbres. Por un lado, unos sindicatos de talante negociador como no existen en otros pa¨ªses. Por otro, una patronal con un fuerte legado negociador que dej¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas. El nuevo presidente de la CEOE debe saber contener el humano impulso de matar al padre, de hacer algo distinto que el padre nunca pudo hacer.
?C¨®mo avanzar? Remedando el t¨ªtulo de la pel¨ªcula de Almod¨®var, la soluci¨®n es que patronal y sindicatos, empresarios y trabajadores, hablen entre ellos. Puede ser un camino m¨¢s lento que el decreto-ley de un Gobierno que act¨²e como dictador benevolente. Pero la experiencia nos dice que es m¨¢s efectivo.
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