Valverde no pierde la cabeza
El l¨ªder ense?a sus flaquezas, pero acaba metiendo m¨¢s tiempo a sus rivales
El ciclismo tiene sus pulsiones. Vive de eso, de la capacidad para alternar la decepci¨®n a la ilusi¨®n kil¨®metro a kil¨®metro. Vive de stock options y bancarrotas, de cotizaciones que cambian seg¨²n se empine la cuesta, llueva o haga sol, como si el coraz¨®n fuera de goma lisa y negra, como escribi¨® Gabriel Celaya, que lo mismo te ahoga que te estimula. El rey de las pulsiones es Alejandro Valverde. Todos sus rivales, sus directores, ponen siempre un asterisco en su hoja de ruta que obliga a recordar que el murciano acostumbra a tener un d¨ªa malo. Unos esperan un despiste, otros un error de c¨¢lculo, otros un exceso de confianza. ?l prefiere llamarlo mala suerte, conmiserativo consigo mismo (?qui¨¦n si no?). Ayer no ocurri¨® nada de eso.
Todos ponen siempre un asterisco en la hoja de ruta del murciano
Pero ayer el d¨ªa malo que siempre tiene s¨®lo fue un momento malo
El d¨ªa malo de Alejandro malo se convirti¨® en un rato malo, de esos que conducen a la taquicardia a sus seguidores y que por un momento parec¨ªa que pod¨ªa poner la Vuelta patas arriba. Simplemente, se qued¨® tras los primeros empujones de Evans y Basso porque en una Vuelta tan igualada, con puertos tan duros, nadie es infalible, nadie es imbatible. Y Valverde ayer ense?¨® sus flaquezas, su debilidad s¨®lo comparable a su fortaleza mental para no perder la cabeza y la carrera por un exceso de adrenalina. Le pas¨® a Samuel S¨¢nchez en Sierra Nevada y lo resolvi¨® con sabidur¨ªa. Le pas¨® ayer, tambi¨¦n, en La Pandera, y aplic¨® la misma receta. Acab¨® siendo tercero y confirm¨® que la tercera semana es su favorita.
Las pulsiones eran dientes de sierra que electrizaban la fr¨ªa tarde de la sierra jienense. Por delante, Cunego demostraba que una buena derrota es el mejor principio de una gran victoria. En Sierra Nevada se dej¨® adrede 29 minutos con el fin de meterse ayer en la escapada "sin ser peligroso". Se fij¨® en Moncouti¨¦, y le imit¨®. El pelot¨®n le dej¨® marchar con otros ocho colegas de profesi¨®n y su indudable clase (basta verle pedalear) le bast¨® para ganar su segunda etapa, ambas con final en alto. Era la pulsi¨®n t¨¢ctica. Basso tambi¨¦n asumi¨® una parte de su papel cuando, reventado, el polaco Szmyd (?ah, pero era humano?) le dio paso. Era la pulsi¨®n de la responsabilidad, la que le puso el coraz¨®n en la garganta a Valverde, que reconoci¨® que por unos instantes lleg¨® a pensar que perd¨ªa la Vuelta. Evans, rabioso por su pinchazo, tambi¨¦n pinch¨® con un segundo arre¨®n. Era la pulsi¨®n de la rabia. Gesink tom¨® el relevo ejercitando la pulsi¨®n del ambicioso al que se le abr¨ªa el cielo oscuro de Ja¨¦n.
Atascado, Valverde cavil¨®: "No te cebes, que es peor". Le dijeron que por detr¨¢s ven¨ªa Purito Rodr¨ªguez para ayudarle, pero no le vio y cogi¨® su ritmo. "No queda tanto y les estoy viendo", pens¨®. Se le fue Samuel, inconmensurable tras la desgracia. Calma, calma, que el mal d¨ªa puede ser s¨®lo un mal rato. Cayeron pronto Evans y Basso. Al italiano le falta una marcha para rematar el magn¨ªfico trabajo cotidiano de su equipo. Se resisti¨® un poco m¨¢s Gesink. A todos los super¨®. No pudo con Samuel, listo, magn¨ªfico, ni con Mosquera, encorajinado por la sanci¨®n que le impusieron los jueces en Granada por tomar un bid¨®n fuera de lugar. Estrictos comisarios estos, atentos a los detalles m¨ªnimos que penalizaron al gallego con 20 segundos y a Evans con 10 por apalancarse al tomar otro bid¨®n, como principales protagonistas de una larga lista de sanciones que reportaron a la UCI, 1.441 euros.
Lo que se antojaba un mal d¨ªa del l¨ªder pareci¨® un mal rato que acab¨® de la mejor manera, a?adiendo unos segundos de distancia m¨¢s a Gesink, Basso y Evans. Cuesti¨®n de pulsiones que van de la flaqueza a la exuberancia (l¨¦ase Valverde, Samuel S¨¢nchez) y del alborozo a la decepci¨®n (es decir, Gesink, Basso, Evans) dando sentido a un deporte que utiliza por igual la cabeza, el coraz¨®n y las piernas. A Valverde esta vez no se le fue la cabeza aunque le fallaran las piernas.
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