Por ejemplo
El presidente Obama est¨¢ dispuesto a todo para crear el primer sistema p¨²blico de salud en la historia de EE UU. El proyecto es ambicioso, aunque no aspira a igualar la calidad del que, en Espa?a, era quiz¨¢s el mejor del mundo hasta que la falta de inversiones, la desidia y los oscuros intereses de ciertos gobiernos auton¨®micos, lo dejaran caer. Los espa?oles seguimos contando, sin embargo, con profesionales excelentes, como los que llevan meses clamando a gritos contra la alarma social creada por la gripe A. Mientras tanto, el Ministerio de Sanidad nos ha inundado de carteles que pretenden exactamente lo contrario.
El caso de la educaci¨®n es distinto, porque ni siquiera existen gloriosas ruinas sobre las que llorar. Por eso es sorprendente que, ante el vand¨¢lico estallido de Pozuelo, las autoridades se pregunten c¨®mo ha podido ocurrir. ?De verdad no lo saben? Despu¨¦s de d¨¦cadas de abandono de la escuela p¨²blica y del trabajo de sus profesionales, de sucesivas reformas que han ido minando progresivamente valores como el respeto, el esfuerzo o el m¨¦rito, para consolidar la idea de que la calidad educativa depende de la factura que pagan cada mes los padres de los alumnos de colegios privados, es dif¨ªcil distinguir a los cretinos de los c¨ªnicos.
En un pa¨ªs donde los terroristas aprovechan los permisos de fin de semana para escaparse mientras los pederastas condenados no ingresan en la c¨¢rcel porque las secretarias de los juzgados est¨¢n muy cansadas, un juez ha sido obligado a declarar durante cuatro horas ante un tribunal por haber iniciado un proceso que el propio Estado deber¨ªa haber emprendido hace ya 30 a?os. No es notable que en Espa?a los ciudadanos desconf¨ªen de las instituciones. Mucho m¨¢s llamativa es la insistencia con la que ciertas instituciones se dedican a cultivar la desconfianza de los espa?oles.
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