Pesadilla
Lo que voy a contar es tan kafkiano y agobiante que no cabe en este art¨ªculo. Ni siquiera cabe en una vida o mejor dicho en dos, en la vida de una amiga llamada Pilar y en la de su madre, Maruja, una anciana de 86 a?os que hoy padece un grave deterioro cognitivo. En enero de 2005, todav¨ªa l¨²cida, Maruja solicit¨® a la Direcci¨®n General del Mayor una plaza en una residencia. Y pas¨® el tiempo. La salud de la mujer se fue desplomando y, en mayo, Pilar volvi¨® a presentar todos los documentos y logr¨® los 100 puntos necesarios para tener derecho a plaza (gestionar una vejez digna es tan dif¨ªcil como clasificarse para los Juegos Ol¨ªmpicos). Lo peor es que Maruja vive sola: carecen de familia y Pilar, que est¨¢ enferma, no puede atenderla. Este verano la situaci¨®n alcanz¨® un punto cr¨ªtico: la madre ya no se lava, no come, apenas logra hablar. Desesperada, Pilar reclam¨® la plaza en la Direcci¨®n del Mayor, y entonces, s¨®lo entonces (antes de protestar nadie le dijo nada), le contaron que ahora esto lo lleva Dependencias, que hay que empezar el papeleo de nuevo y que convalidar el expediente tarda unos ocho meses.
?Les parece demencial? Pues hay m¨¢s. Para la asistencia domiciliaria tambi¨¦n hay que reunir nuevos papeles, aunque ya se hayan presentado para la teleasistencia y la residencia. Nadie cruza datos: la doctora de cabecera, los servicios sociales municipales, la Direcci¨®n del Mayor, la Direcci¨®n General de Coordinaci¨®n de Dependencia... Nombres rimbombantes para servicios in¨²tiles. Sucedi¨® en Madrid, en donde quiz¨¢ haya un par de miles de ancianos en el mismo caso, perdidos en el limbo del traspaso. La Comunidad ha conseguido convertir la Ley de Dependencia en un obst¨¢culo y quiz¨¢ tambi¨¦n logre que esos viejos sobrantes tan latosos mueran pronto, a la chita callando y en sus casas.
(PD. Hoy torturan al toro de Tordesillas: eso tambi¨¦n es otra pesadilla).
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