Obama se replantea la estrategia afgana
El jefe de las Fuerzas Armadas dice al Congreso que se necesitan m¨¢s soldados - Crece la oposici¨®n a la guerra en el partido dem¨®crata y la opini¨®n p¨²blica
El fiasco electoral en Afganist¨¢n, con documentadas denuncias de fraude que debilitar¨¢n el previsible mandato de Hamid Karzai, ha complicado extraordinariamente la estrategia de la Casa Blanca sobre ese conflicto, en el que ahora encuentra fuertes resistencias en el Congreso y entre la opini¨®n p¨²blica para cumplir con el deseo del Pent¨¢gono de aumentar el n¨²mero de tropas.
Ayer mismo, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, almirante Mike Mullen, dijo, en una comparecencia en el Senado, que "una adecuada actuaci¨®n de contrainsurgencia probablemente requerir¨¢ el uso de m¨¢s fuerzas". El jefe de las operaciones en Afganist¨¢n, general Stanley McChrystal, y el mismo secretario de Defensa, Robert Gates, hab¨ªan aludido antes a esa necesidad, y se esperaba que Gates hiciera la solicitud formal al Congreso en cualquier momento.
"No enviar m¨¢s tropas es garant¨ªa de fracaso", seg¨²n los republicanos
Ese paso puede ahora, sin embargo, retrasarse un poco a la vista de la evoluci¨®n de los acontecimientos, tanto en EE UU como en Afganist¨¢n. En unas declaraciones publicadas ayer por The New York Times, Obama admite por primera vez la necesidad de reconsiderar su estrategia actual. "El peligro de sobreactuar sin tener claros los objetivos y sin un fuerte apoyo del pueblo norteamericano, es algo en lo que pienso constantemente", afirma el presidente estadounidense.
El apoyo popular se va evaporando d¨ªa a d¨ªa. Un 58% de los ciudadanos se opone ya a la guerra, seg¨²n una encuesta hecha p¨²blica el lunes por la cadena CNN. Las dificultades para reducir a los talibanes sobre el terreno y la lentitud (si no retroceso) con el que se conduce el proceso de estabilizaci¨®n pol¨ªtica, han generado frustraci¨®n entre la opini¨®n p¨²blica y han hecho que esta guerra, iniciada hace ocho a?os como respuesta directa a los ataques del 11-S, se parezca cada vez m¨¢s a la de Irak.
?se es el temor entre los dem¨®cratas, que conocen muy bien el efecto destructivo que Irak tuvo sobre George Bush y no quieren que ocurra lo mismo con un conflicto que ya empieza a ser conocido como "la guerra de Obama". En los ¨²ltimos d¨ªas, varios de los m¨¢s influyentes congresistas dem¨®cratas han advertido a la Casa Blanca que, en estos momentos, no cuenta con respaldo en el Capitolio para aprobar un aumento de tropas. Carl Levin, el presidente del Comit¨¦ de Fuerzas Armadas del Senado, ha pedido al presidente que, antes de pedir m¨¢s fuerzas, ofrezca pruebas de mejores resultados en la creaci¨®n de un Ej¨¦rcito afgano solvente.
Otros senadores de peso le respaldan. "Creo que por ahora el env¨ªo de m¨¢s tropas no ser¨ªa lo adecuado", ha manifestado Dick Durbin. "En este momento, tenemos que hacer lo que dice Levin, mejorar sobre el terreno y ayudar a los afganos a que lleven estabilidad a su pa¨ªs". A¨²n m¨¢s contundente, la presidenta del Comit¨¦ de Inteligencia del Senado, Diane Feinstein, ha sugerido la necesidad de fijar una fecha l¨ªmite para la presencia de soldados norteamericanos en Afganist¨¢n porque no se puede pretender quedarse hasta el dudoso establecimiento de un Estado democr¨¢tico all¨ª.
Estados Unidos tiene actualmente 62.000 hombres y mujeres en ese pa¨ªs. Esa cifra crecer¨¢ hasta los 68.000 a final de a?o. Descartada oficiosamente la posibilidad de que los socios europeos de la OTAN aumenten su contribuci¨®n de forma apreciable, los militares creen que s¨®lo el despliegue de una fuerza norteamericana de proporciones disuasorias puede acabar con el impasse actual y revertir la situaci¨®n a favor de la Alianza. En otras palabras, hay que reforzar ahora para retirarse antes, como ocurri¨® en Irak.
Algunos influyentes senadores republicanos respaldan esa tesis. John McCain y Lindsey Graham, junto con el independiente Joe Lieberman, firmaron el domingo un art¨ªculo en el que alertaron de que "m¨¢s tropas no garantizar¨¢n el ¨¦xito en Afganist¨¢n, pero no enviarlas es una garant¨ªa de fracaso".
Obama se encuentra atrapado en medio de este debate, defendiendo una guerra que sigue considerando esencial para prevenir un nuevo ataque terrorista sobre Estados Unidos, pero indeciso sobre la estrategia a seguir. En su entrevista a The New York Times, el presidente asegura que no ve un riesgo de que Afganist¨¢n se convierta en su Vietnam y promete que, antes de solicitar nuevos refuerzos, escuchar¨¢ las distintas opiniones al respecto.
Una de ellas es la de que los talibanes, al no actuar como una fuerza militar al uso, resultan imbatibles con los m¨¦todos tradicionales y, por tanto, habr¨ªa que limitarse a atacarles con aviones no tripulados y otro tipo de tecnolog¨ªa que no exige el empleo de soldados. El general McChrystal y Obama discrepan de ese punto de vista.
Las posiciones de ambos se han visto, sin embargo, debilitadas en los ¨²ltimos d¨ªas por las sospechas sobre la limpieza pol¨ªtica de Hamid Karzai y el temor creciente de que Afganist¨¢n no pueda ser jam¨¢s un pa¨ªs gobernable. "Afganist¨¢n seguir¨¢ siendo una entidad tribal", asegura la senadora Feinstein.
La Casa Blanca no tiene una visi¨®n tan pesimista, pero es consciente de que el proceso de creaci¨®n de un Estado afgano razonablemente fuerte est¨¢ en punto muerto. Al margen de la situaci¨®n postelectoral, el entrenamiento de oficiales y soldados para un Ej¨¦rcito nacional avanza muy lentamente. Parte de los refuerzos que pide el Pent¨¢gono son, precisamente, para acelerar esa formaci¨®n. Actualmente, los c¨¢lculos m¨¢s optimistas pronostican un m¨ªnimo de cinco a?os hasta que pueda hablarse de unas verdaderas fuerzas armadas afganas. En ese periodo, hay unas elecciones legislativas y otras presidenciales en Estados Unidos.
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