"No hago m¨¢s que lo que est¨¢ en el gui¨®n"
No hace ni un a?o, a Christoph Waltz s¨®lo lo conoc¨ªan cuatro cin¨¦filos. Quiz¨¢ no haya que extra?arse; es de apariencia gris, austriaco, de 52 a?os, algo canoso, repeinado y de facciones amables aunque poco rese?ables. Entonces lleg¨® Quentin Tarantino a ofrecerle su Malditos bastardos y gracias a ella obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de Cannes por su Hans Landa, un coronel nazi tan pol¨ªglota como s¨¢dico. Y a partir de ah¨ª, catapultado a la fama. "No quiero pensar en el futuro. Puede parecer extra?o, pero prefiero mantener mi inocencia", confiesa el int¨¦rprete, descrito por los cr¨ªticos estadounidenses como "el hombre que salva" el ¨²ltimo trabajo de Tarantino.
Waltz no es un John Travolta recuperado para Hollywood con Pulp fiction, ni una Pam Grier redescubierta para el gran p¨²blico con Jackie Brown. Waltz es un actor normal, con una trayectoria normal, cuarta generaci¨®n de int¨¦rpretes, preparaci¨®n art¨ªstica con Max Reinhardt en Viena y Lee Strasberg en Nueva York, y un flujo de trabajo continuo principalmente en series de televisi¨®n y teatro: "Mi deseo de ser actor fue una fijaci¨®n en mi desarrollo. En t¨¦rminos psicol¨®gicos, se trata de ese periodo narcisista de la adolescencia, y que yo nunca super¨¦".
"Act¨²o porque no he superado el narcisismo de mi adolescencia"
C¨®mo cay¨® esta joya interpretativa en manos de Tarantino es tan simple como su carrera. "Una prueba de rodaje", resume sin m¨¢s. Tambi¨¦n es un buen ejemplo de que los padres tienen raz¨®n cuando insisten con lo de que estudiar idiomas lleva lejos. Tarantino y su productor, Lawrence Bender, se estaban volviendo locos para encontrar a un actor capaz de hablar alem¨¢n, franc¨¦s, ingl¨¦s e italiano como lo hace Landa en la pel¨ªcula. Waltz tambi¨¦n sabe algo de esloveno y h¨²ngaro. El italiano reconoce que se lo inventa. "Ventajas de ser de un pa¨ªs peque?o que a dos o tres horas en coche te ofrece todos estos idiomas", vuelve a quitarse m¨¦rito. En realidad, reside en Londres desde hace a?os y su ingl¨¦s es perfecto. Para ¨¦l, "un actor no hace m¨¢s que lo que est¨¢ en el gui¨®n", y le da todo el m¨¦rito a Tarantino.
El austriaco asegura que es imposible encarnar a un nazi. "Uno no hace de nazi. Tampoco hace una comedia. Es imposible. Uno se pone el uniforme, eso es f¨¢cil, y se pregunta cu¨¢l es su papel. Y ah¨ª se acaba todo. Lo desgrana hasta el ¨²ltimo detalle. Y estar¨¢ en el ojo del espectador ver a un nazi. O re¨ªrse de un chiste. Yo no juzgo. Lo m¨ªo es el proceso, no el resultado", explica, y confiesa que nunca antes quiso interpretar un personaje de nazi por ser un puro clich¨¦.
Hollywood adora a Waltz, y por eso estar¨¢ en la adaptaci¨®n de Michael Grondy del c¨®mic The green hornet. Su inmediata incorporaci¨®n a ese rodaje es lo que le ha llevado a cancelar su visita al festival de San Sebasti¨¢n. ?Nervioso? Se r¨ªe. "Cuando llegu¨¦ a mi primera prueba con Quentin, le dije a mi agente en Berl¨ªn: 'Si esto es todo, ha sido maravilloso'. Entonces sigui¨® creciendo y creciendo. En Cannes los flashes fueron 500 y la alfombra roja... ?Hab¨ªa alfombra?"."Act¨²o porque no he superado el narcisismo de mi adolescencia"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.