"Aprend¨ª de diamantes en un curso en CC OO"
El abuelo materno de Patricia Reznak era un comerciante italiano que se instal¨® en Madrid en los a?os veinte. Un d¨ªa, paseando por la capital, vio a un hombre al que se le ca¨ªa el dinero del bolsillo y que ni se molestaba en recogerlo. Pens¨® que era una ciudad de ricos y compr¨® un local en la Gran V¨ªa 25, para montar la Uni¨®n Relojera Suiza. A?os despu¨¦s, el negocio se extender¨ªa al n¨²mero 1 de la misma calle, esa esquina privilegiada donde desde entonces asoma uno de los locales emblem¨¢ticos de la ciudad: la joyer¨ªa Grassy.
Un negocio familiar que ha dado un nuevo giro en las manos de su nieta, una mujer que hace cuatro a?os dej¨® la arquitectura para compartir despacho con su padre (el checo Jirka Reznak) y para, casi a hurtadillas de su familia, crear un nuevo tipo de alta joyer¨ªa vinculada a artistas (Anthony Caro, Blanca Mu?oz...) y j¨®venes joyeras como Carmen Mazarrasa.
Dej¨® la arquitectura para crear alta joyer¨ªa con artistas y j¨®venes dise?adores
Reznak recuerda un diamante que su abuelo le regal¨® a su madre metido en una caja de cerillas. La imagen resume bien el esp¨ªritu -de lujosa austeridad- de esta mujer de origen checo, italiano y cubano, nacida en 1959 y dotada de un encanto tan contenido como s¨®lido. "El diamante es mi piedra favorita, es la m¨¢s pura, la que m¨¢s brilla. Aprend¨ª lo que son de verdad en un curso que hice en CC OO, era para joyeros profesionales, fue maravilloso. Mi padre prefiere las piedras con color, dice que son m¨¢s complejas. Pero a m¨ª me gusta un diamante".
Joyera, arquitecta y especialista en el montaje de exposiciones (la ¨²ltima fue la del Reina Sof¨ªa de Picasso), Reznak se quita la ¨²nica pieza que luce, un anillo de oro dise?ado por ella y con forma de cesta, y lo deja sobre el mantel de hule, entre el pan, las aceitunas y la ensaladilla rusa invitaci¨®n de la casa. Comer y hablar, un problema, se excusa. "No pod¨ªa con la arquitectura, me superaba la parte t¨¦cnica. Ten¨ªa un buen estudio, pero empezamos a ganar hospitales y yo no quer¨ªa hacer hospitales. No s¨¦, supongo que era m¨¢s d¨ªscola y m¨¢s vaga que los dem¨¢s. Siempre estuve rodeada de arquitectos fant¨¢sticos, pero no pod¨ªa seguir. Ten¨ªa que dejarlo".
La arquitectura es, sin embargo, clave para entender el giro que ha dado Grassy y para la relaci¨®n de Reznak con los talleres de lapidarios, engastadores y joyeros. "Quiero hacer joyas que puedan llevar mis amigos", afirma una mujer que organiza "jornadas joyeras para sus clientas de toda la vida" y a la que le gusta que sean las mujeres las que compran sus joyas y no "sus maridos". La pr¨®xima semana, Reznak presentar¨¢ la segunda colaboraci¨®n con Carmen Mazarrasa. Despu¨¦s de Florescencias (12 collares hechos con los archivos de la casa) nace la serie
Joyitas, piezas para jugar y combinar entre s¨ª que pretenden llevar la alta joyer¨ªa a un p¨²blico de j¨®venes y mujeres que no suelen llevarlas. "Al principio, mi padre pens¨® que estaba loca, ?una ni?a haciendo collares que parec¨ªan bisuter¨ªa con piedras de Grassy! Pero precisamente ¨¦sa era la gracia. Fue un ¨¦xito. Un iran¨ª entr¨® y se llev¨® la mitad de los collares. Yo no estaba en la tienda, si hubiera estado no lo hubiese permitido. Perdimos posibles clientes. Me gusta pensar que nuestras piezas est¨¢n siempre maravillosamente colocadas". Reznak vuelve a la Gran V¨ªa. Sin postre y con un vodka fr¨ªo defender¨¢ su tesoro.
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