Topar con los l¨ªmites
Barack Obama, el pragm¨¢tico, ha tardado s¨®lo ocho meses en reconocer los l¨ªmites del poder de Estados Unidos. Con la retirada del paraguas antimisiles que su predecesor George Bush hab¨ªa comprometido con Polonia y la Rep¨²blica Checa para defender a Europa y a EE UU de los cohetes iran¨ªes de largo alcance, cambia el rumbo de la pol¨ªtica exterior norteamericana e insin¨²a un nuevo orden internacional. Obama ha confirmado que no hablaba por hablar cuando en su viaje a Mosc¨² el pasado julio defendi¨® la necesidad de que "Rusia ocupe su leg¨ªtimo lugar como gran potencia". Pero ya mucho antes, en 2007, a¨²n no era presidente, refiri¨¦ndose a la jornada del 11 de septiembre de 2001, el entonces senador afirmaba que "lo que vimos aquella ma?ana nos oblig¨® a reconocer que en un nuevo mundo de amenazas, ya no podemos estar ¨²nicamente protegidos por nuestro propio poder".
Sin Rusia, Obama no puede contener el poder nuclear de Ir¨¢n ni reconducir la guerra de Afganist¨¢n
Rusia puede estar satisfecha. Se sale con la suya. Estados Unidos reconoce su esfera de influencia en Europa, m¨¢s all¨¢ de sus fronteras, y retira lo que consideraba una amenaza a su posici¨®n estrat¨¦gica. La nueva arquitectura de seguridad europea que reclama Mosc¨² puede tener recorrido y deber¨¢ ser considerada por Washington en el nuevo equilibrio que se abre. Obama entierra tambi¨¦n el mito de la defensa antimisiles como escudo impenetrable, tan querida por los republicanos, y simbolizada por la guerra de las galaxias de Ronald Reagan. Gideon Rachman, en su blog en el Financial Times, ofrece una pista del realismo que inspira la pol¨ªtica de seguridad nacional del presidente afroamericano. Cita a uno de sus asesores que se refiri¨® al escudo ahora plegado con estas palabras: "Un sistema que no funcionar¨¢, contra una amenaza que no existe, pagado con un dinero que no tenemos".
Sin Rusia, Obama no puede contener el poder nuclear de Ir¨¢n, ni la amenaza de Corea del Norte, ni reconducir la guerra de Afganist¨¢n. Por descontado que Washington y Mosc¨² se han apresurado a precisar que ¨¦ste no es un cambio de cromos de misiles por la ayuda rusa all¨¢ donde la mano norteamericana no alcanza. El abandono del escudo antimisiles en Centroeuropa coincide con el anuncio de la apertura de negociaciones directas con Teher¨¢n con qui¨¦n EE UU no habla desde hace 30 a?os. El Pent¨¢gono argumenta que los ayatol¨¢s no disponen de un sistema de misiles de largo alcance con el que puedan amenazar a Europa o a Estados Unidos, pero s¨ª, en cambio, tienen ya cohetes de corto y medio recorrido que constituyen un peligro para Israel, aliados de Oriente Pr¨®ximo como Arabia Saud¨ª o Egipto, y Europa. Env¨ªa tambi¨¦n Obama un mensaje a Israel: entiendo el peligro que supone para el Estado jud¨ªo el Ir¨¢n isl¨¢mico, pongo medios m¨¢s eficaces para protegeros, pero ojo con desatar unilateralmente un ataque contra las instalaciones nucleares iran¨ªes. Para contrarrestar la amenaza de Teher¨¢n, Washington desplegar¨¢ un sistema de misiles interceptores Sam-3, m¨¢s peque?os, que situar¨¢ en barcos en el Mediterr¨¢neo y en tierra.
La consternaci¨®n es evidente en Centroeuropa, temerosa del resurgir de Rusia como gran poder y de la eventual p¨¦rdida de la garant¨ªa de seguridad de EE UU. La decisi¨®n ha coincidido con el 70? aniversario de la invasi¨®n de Polonia por la URSS de Stalin en la II Guerra Mundial. Obama se ha apresurado a recordar que contin¨²a abierto el paraguas de la OTAN y el art¨ªculo 5? de su tratado: cualquier ataque a uno de sus miembros ser¨¢ un ataque a todos y respondido colectivamente. El jefe de la Alianza propon¨ªa ayer un sistema conjunto de defensa entre EE UU, Rusia y la OTAN. Pero los pa¨ªses de Europa Central, entre el B¨¢ltico y el mar Negro, recelan. La historia les da la raz¨®n. Han sido casi siempre un gran pastel geopol¨ªtico dividido entre las potencias, confirmando la reflexi¨®n de Tuc¨ªdides: "El fuerte hace lo que puede y el d¨¦bil hace lo que debe".
Obama ya est¨¢ siendo acusado por los republicanos de traici¨®n a los aliados y de bajada de pantalones ante Rusia. Una Rusia con una econom¨ªa primitiva, una dependencia humillante del petr¨®leo, una democracia d¨¦bil, una corrupci¨®n rampante y una poblaci¨®n menguante. Es la descripci¨®n que realiz¨® de su pa¨ªs el presidente Dmitri Medv¨¦dev, la semana pasada, en un manifiesto publicado en gazeta.ru. Puede que la compleja partida salga bien: impedir que Ir¨¢n se dote de la bomba y lograr una pr¨®xima reducci¨®n de los arsenales nucleares rusos. En cualquier caso, la decisi¨®n de Obama es un signo m¨¢s de la disminuci¨®n del inter¨¦s de Estados Unidos por Europa.
fgbasterra@gmail.com
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